Acaba de salir el último documento del Dicastero per la Promozione dell'Unità dei Cristiani, firmado por Kurt Cardinal Koch, el Prefect. De ahora en más, lo llamaremos el documento kocheano. Por el momento, imposible hallarlo en español, tan solo se publicó el original inglés con una traducción al italiano y otra al francés 1. Para esta somera reflexión, me baso en el original inglés.
El problema del Santo Padre Homosexual, no es que tenga muchas luces intelectuales. En realidad no tiene ninguna. Es pura astucia, y si se razona un mínimo, se cae todo su castillo de naipes, llamado en su dialéctica, el Poliedro.
Su estrategia la explayó desde un inicio, cuando hablaba de construir el Poliedro, donde el Todo es superior a la Parte:
Ni la esfera global que anula, ni la parcialidad aislada que castra. Ninguna de las dos. En la esfera global que anula, todos son iguales, cada punto es equidistante del centro de la esfera. No hay diferencia entre cada punto de la esfera. Esa globalización no la queremos, anula. Esa globalización no deja crecer. ¿Cuál es el modelo? ¿Recluirnos en lo local y cerramos a lo global? No, porque te vas al otro punto de la tensión bipolar. El modelo es el poliedro. El poliedro, que es la unión de todas las parcialidades que en la unidad conservan la originalidad de su parcialidad.» 2
De aquí surge la gran pregunta, que ni Bergoglio ni Tucho, ni Koch saben como contestar: ¿Qué hacemos con el papado? ¿Cómo modificamos un dogma incómodo para hacernos poliedristas? Y sobretodo, ¿cómo hacemos para guardar las formas y que no se vayan los pocos católicos que se retiene?
El documento kocheano propone sus histéricas teorías que vienen a contestar estos incómodos interrogantes. Comencemos por enumerar algunas:
1. El proceso evolutivo. El dogma de la infalibilidad pontificia, se resolvió en el siglo XIX. Mucha agua del Tíber pasó bajo il Ponte Sant'Angelo. Por lo tanto, el dogma debe evolucionar. No hace falta que mencione en este tema al jesuita Teilhard de Chardin, todo el mundo sabe que está presente entre bambalinas. Este era uno de los motivos por los cuales se quejaba otro jesuita, el Cardenal Martini, afirmando que la iglesia poseía un atraso de doscientos años. Su pupilo Bergoglio, es el que actualizaría la Iglesia y la haría evolucionar. De allí toda su estrategia del Poliedro. El horror es involucionar, es decir ir para atrás, o como lo llama Bergoglio, el indietrismo.
Alguien le debe explicar a este jesuita ignorante, que el indietrismo no existe, pues no son católicos que van para atrás, sino católicos que no copiaron los nuevos moldes. En otros términos, ni evolucionan ni involucionan. Son estáticos. Ergo el indietrismo en ellos no existe. Tan solo podemos hacer una salvedad. Si Bergoglio y sus secuaces se hacen protestantes, se dirigen al siglo XVI, y por lógica cargan sobre sus espaldas un atraso de quinientos años. Esto sí que es indietrismo puro.
2. Un Concilio corrige a otro. El concepto de evolución posee una dinámica propia, una dialéctica, tal como la enunció Hegel. Tesis, antítesis y síntesis. ¿Dónde hallamos la Tesis? En el dogma de la infalibilidad Pontificia del Vaticano I. ¿Dónde hallamos la antítesis? En la nueva terminología del Vaticano II. Significa que el dogma papal puede empañarse (o tal vez anularse) con un concilio no dogmático, como es el Vaticano II. Curioso que un concilio no dogmático, busque tapar al dogmático. Por consiguiente el documento kocheano insta a los intelectuales para hallar la nueva síntesis del papado, siempre dentro de los cánones dialécticos del Poliedro.
Entre las propuestas expresadas en los diálogos, parece particularmente importante el llamado a una “re-recepción” Católica o un comentario oficial del Vaticano I. Asumiendo la regla hermenéutica de que los dogmas del Vaticano I deben leerse a la luz del Vaticano II, especialmente su enseñanza sobre el Pueblo de Dios (LG, capítulo II) y la colegialidad (LG 22-23), algunos diálogos reflejan que el Vaticano II no interpretó explícitamente el Vaticano I pero, incorporando su enseñanza, la complementó (LG, capítulo III, 18). (§ 14, pág. 123)
3. El Diálogo corrige (anula) el Logos. La Iglesia católica siempre fue fiel a la doctrina del Logos encarnado. El Logos es la Palabra de Dios-Padre encarnada en Jesucristo. Pero lo que se busca hacer, es algo dialéctico que no responde al Logos, sino al Diálogo, el cual no es otra cosa que el logos de los hombres. En otras palabras, si la doctrina del papado responde al Logos, hagamos que el Diálogo corrija el Logos, que el hombre corrija a Jesucristo, que los hombres corrijan a Dios. Por algo el término dialogues se emplea 140 veces en el documento kocheano.
Que esta es una empresa del hombre, lo dicen las expresiones “together, of course” empleada tres veces, sin contar el together que se emplea 34 veces en todo el documento kocheano. Las citas del Pope Francis llegan a 50 contra las escasas de la Sagrada Escritura y la nulidad de la enseñanza de los Santos Padres.
Hagámoslo “together, of course”. Por favor, que nadie se corte solo en la elucubración. Si metemos la pata, hagámoslo together.
4. La estructura del Diálogo. Este Diálogo humano debe tener un ámbito donde se pueda dar. Este se lo encontró en el Sínodo. Algunos románticos pedían el Vaticano III. Esta iniciativa tiene dos problemas. El primero que no forma parte del poliedro sino de la esfera, y el segundo, que sería materialmente costoso y engorroso llevarlo a cabo. El Sínodo obligatorio, abierto a todo el mundo es práctico y bien democrático; no es una esfera, por tanto responde al poliedro. Con esta estructura, el Santo Padre Homosexual, pone en marcha uno de sus principios dialécticos donde el tiempo es superior al espacio, porque : «El tiempo inicia procesos y el espacio los cristaliza.»
De aquí nace la propuesta de un “sínodo permanente”.3
Particularmente engorroso se hace cuando se pretende democratizar lo piramidal:
12. Dos marcos recurrentes identificados por los diálogos teológicos pueden proporcionar un recurso importante para reflexionar sobre el ejercicio de la primacía en el siglo XXI. Los diálogos exigen una articulación sinfónica de las dimensiones “comunal”, “colegial” y “personal” en los niveles local, regional y universal de la Iglesia.
13. Considerando los diferentes niveles de la Iglesia, muchos diálogos ecuménicos mencionan la subsidiariedad como un principio importante para el ejercicio del primado y la sinodalidad. Desarrollado inicialmente en el contexto de la doctrina social de la Iglesia, significa que cualquier asunto que pueda tratarse adecuadamente en un nivel inferior debe llevarse a uno superior. (Pág. 122)
5. El espíritu de la historia suplanta el Espíritu Santo.
La confusión entre el espíritu hegeliano y el Espíritu Santo es manifiesta, y siempre subyace en la magra teología bergogliana. Se requiere algo más que fe para dar por descontado, que lo que se diga en cada conciliábulo, llamado sínodo, sea fruto divino.
El espíritu hegeliano no es algo acabado, sino que se realiza a sí mismo por las distintas formas que adquiere. El diálogo ecuménico y la estructura sinodal, hace que se realice en el hombre este espíritu hegeliano, al que el Santo Padre Homosexual, confunde siempre con el Espíritu Santo.
A través del intercambio de dones, el Espíritu puede conducirnos cada vez más plenamente a la verdad y al bien” (EG 246). Este “intercambio de regalos” también puede aplicarse al ejercicio de la primacía. De hecho, si bien los católicos creen que el papel único del Obispo de Roma es un don precioso de Dios para el beneficio de toda la Iglesia, los diálogos han demostrado que existen principios válidos en el ejercicio de la primacía en otras comuniones cristianas que podrían ser considerados por católicos. (§ 3, pág. 118)
El intercambio de dones se da en el Diálogo ecuménico, donde actúa un Espíritu que lleva a la verdad. Es indudable, que la verdad no se encuentra en el Logos, sino en el Diálogo humano y que dicho Espíritu conduce los hilos de los presentes. En otras palabras y con lenguaje sencillo. Dicho Espíritu no es el Espíritu Santo, por lo tanto, el diálogo es manejado por el espíritu luciferino.
Sin lugar a dudas, el documento kocheano, es un hermoso monumento al Sofista, pues si no se apela al sofismo, no existe modo de avanzar sobre el indietrismo. Lo curioso, es que no se puede avanzar sin apelar a la verdad, pero claro, esta verdad ya no está en el Logos, o en el Logos encarnado, ahora se encuentra en el Diálogo.
Significa que esta torpe iglesia, abandonó el Logos para anclarse en el hombre y el hombre se halla en el centro de todo el cosmos.
Desde ya el Santo Padre Homosexual, se ha despojado del título de Vicario de Cristo (el Logos). Título que usurpó y ahora devuelve para posicionarse como un monarca moderno. Esos que vemos como cabeza de naciones, pero casi sin gobierno. Ahora se bajó de escalón, se es tan solo The Bishop of Rome.
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1 www.christianunity.va/content/dam/unitacristiani/Collezione_Ut_unum_sint/The_Bishop_of_Rome/The%20Bishop%20of%20Rome.pdf
3 12. Véase, por ejemplo, la propuesta del Patriarca Máximo IV de un “sínodo permanente” según el modelo del synodos endemousa oriental (véase infra § 22); o la sugerencia de crear un nuevo “Consejo Pastoral General” a nivel universal de la Iglesia Católica, incluidos los fieles laicos, siguiendo el modelo de algunas comuniones occidentales (ver Documento de Estudio § 155).
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