Calesita

sábado, 19 de octubre de 2019

Caos revolucionario


La Revolución Vaticana, sustentada por la mafia lavanda y la mafia de San Galo, se puso al rojo vivo.
Bergoglio cual otro reformador, debe hacer cambios, caso contrario el tiempo expira, y Chirolita, alias Scalfari, arrojó la piedra para apurar las cosas, sin darse cuenta que el horno estaba algo caldeado.
Veamos el caos en el cual se haya inmerso el porteño Bergoglio:
En primer lugar se debe tomar en cuenta lo afirmado por Chirolita, pues es la piedra angular de todo el edificio revolucionario:
Los que tuvieron la fortuna, como la tuve yo varias veces, de encontrarse con él [Bergoglio] y hablarle con la máxima confianza cultural, saben que el papa Francisco concibe a Cristo como Jesús de Nazareth, como hombre, no como Dios encarnado. Una vez que se encarnó, Jesús deja de ser Dios y se convierte en hombre hasta su muerte en la cruz...
Para la concepción bergogliana, como para la de muchos neomodernos, la kénosis divina produce una metamorfosis: el Dios Hijo se metamorfosea en el hombre Jesús, dejando de ser Dios. Estamos en la kénosis destructiva de la divinidad de Jesucristo.
No le pidamos a Bergoglio que lo explique, él jamás explica algo, él busca el doble lenguaje para embarrar la teología, pues si lo explayara, es hombre muerto.
Esta corriente no es propia del reformador Bergoglio, sino que se origina a principios del siglo XIX, donde la cristología se torna antropológica y deja de lado ya sea por método, ya sea por convicción, ya sea por incredulidad dogmática, la naturaleza divina de Jesucristo. Ahora Jesucristo es un simple hombre.
¿Qué consecuencias puede acarrear esto?
1. Como Jesucristo es un hombre, en otras palabras es Jesús; lo tenemos sentado en la misma mesa con otros líderes religiosos, como el Moisés para los hebreos, el Mahoma para los islamitas, el Buda para los orientales.
2. La verdad, como algo absoluto, no existe, tan solo hay verdades parciales, pues “a Dios nadie lo ha visto jamás” (1Jn. 4,12), y ninguno de estos líderes lo conoce dentro de la tiniebla divina.
3. De este relativismo, ya no surgen dogmas, sino “culturas” religiosas, a las cuales es inútil enfrentar entre sí; y de este inutilidad, surge el diálogo interreligioso, para llegar a una religiosidad universal, donde todas las “culturas” religiosas se empapen en la misma cultura religiosa universal.
4. Las misiones no pueden hacer proselitismo, sino brindar un tonto servicio, que tan solo Bergoglio conoce.
Pero al caos dogmático le sigue el caos económico.
¿A dónde van a parar las contribuciones al óbolo de San Pedro? A engrosar los grandes capitales. El mismo que llega a la Secretaría del Estado Vaticano forma el "Gran Capital".
¿Qué se hizo con todo este capital? Varias inversiones, muy aconsejables por cierto para un buen capitalista.
Se invirtió en la compra de una plataforma petrolífera, no me digan que es una mala inversión, yo como economista pondría el visto bueno; pero según otras versiones, se desechó el proyecto y se depositaron los capitales en el ducado de Luxemburgo. La operación, tampoco es mala; muchos capitales europeos se alojan allí.
Parece ser, que los intereses percibidos por el ducado no eran suficientes y se prefirió comprar bienes inmuebles en el centro de la paqueta Londres. Se formó una empresa con un banco Suizo, donde los fondos del óbolo de San Pedro aportaron el 45 por ciento.
Pero al ingreso del venezolano Edgar Allan Parra, mal visto por los laicos de su país, se constató que los intereses eran insuficientes, por lo que se optó por comprar todo el paquete de la empresa. Para esta operación financiera, se requería desembolsar 150 millones de euros, y el agente que colocaría el capital, era el IOR. 
¿Cómo se conjuga el óbolo de San Pedro con esta ida y venida de capitales? Como dijo un italiano: È il mercato, bellezza.
Pero el IOR no estaba dispuesto a desembolsar tanto capital a su adversario, es decir, a la Secretaría de Estado; por lo cual alertó al peronista Bergoglio de la maniobra financiera.
Bergoglio, perdida la calma, cosa que le acontece a menudo, ordenó dar un golpe revolucionario a dicha administración. Las tropas de la gendarmería ingresaron en la Secretaría armados hasta los dientes, con todas las armas disponibles, secuestrando libros, computadoras y llevándose prisioneros.
Tal desmesura, salió a la luz, pues en este mundo nadie vive en una caja de cristal, Bergoglio mucho menos; y se levantaron voces contra esta falta de humanidad, propia de las “culturas” bárbaras.
¿Cómo tapar este desaguisado? El capitalista Bergoglio cortó la cabeza del jefe de la gendarmería, y esto es por ahora, pues nadie sabe hasta donde puede llegar para ocultar su error, al que nadie disculpa y todos conocen.
¡Adiós sínodo panamazónico! Todos los ojos están puestos en las finanzas vaticanas, que día a día se ponen más en el débito que en el haber, mostrando el descalabro económico.
Como resultado del aquelarre de los demonios amazónicos, ya tenemos la primer fractura, pequeña si se quiere, pero fractura al fin. La Iglesia católico bizantina excomulgó a todos los integrantes al sínodo, Sarah incluido y proclamó Papa al Arzobispo Viganò.
El caos dogmático es el que llevó al caos moral con la mafia lavanda en la cabeza misma de la estructura eclesial, y el caos moral llevó, a no dudar, al caos económico y financiero.
Sean generosos, y pongan dinero. El peronista Bergoglio está en apuros y el peronismo nunca se pelea con los capitales, a pesar que su marcha diga: combatiendo al capital. Son cosas del doble lenguaje bergogliano, combatir con la lengua al capital y ejecutarlo bajo las sombras para acrecentar el poder.
Si este caos no es propio de un Anticristo, entonces el Anticristo no existe.

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