La
metamorfosis en los energúmenos, es evidente en ciertos casos,
cuando el cuerpo se adapta al espíritu impuro que los domina. Por
ello puede realizar operaciones que una persona normal no podría
hacer, como caminar en cuatro patas con manos y piernas teniendo la
cabeza hacia arriba, tal como fue llevado al cine.
Bergoglio,
quien hace tiempo debía recibir un exorcismo, por el momento repta,
tal como se lo ve en las fotografías, y repta con el aplauso de
Spadaro y toda la claque de los jesuitas de vanguardia.
¿Y
por qué se le ocurrió reptar en estos momentos?
Es que
el porteño ha perdido marketing.
Debe
de algún modo llamar la atención y figurar en las portadas de los
medios de comunicación.
Debe
de algún modo salir del encierro que tanto lo asfixia y buscar aire
para seguir con su logorrea y que alguien lo escuche.
Es que
al porteño ya nadie le hace caso, excepto la corte de homosexuales y
corruptos, con los cuales se rodeó.
Y como
el porteño es peronista, le dedico con todo afecto una frase de
Perón:
“Para
conocer a un hombre, hay que darle poder.”
Bergoglio
tiene poder, peor aún, se le achaca estar enfermo de poder. Con este
poder absoluto en sus manos, todos han conocido a la perfección a
este desdichado porteño.
Comenzó
a reptar, y dice la caricatura que perdió los dientes. ¡Cuidado!,
si los encuentra, en algún momento puede morder.
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