Un
fatídico trece de marzo se sentó en la ocupada silla de Pedro, un
magisterio que después de saludar con un frío “buenas noches”,
lentamente fue haciendo tabla rasa con el pasado.
De la
teología pasó a la ciencia; de la ética pasó a la misericordia;
del centro de la cristiandad, pasó a las inútiles periferias, tanto
musulmanas como judías y pentecostales; del ecumenismo pasó a la
religión universal; de la pastoral pasó a la acción simple y
llana; de los principios morales al reinado de la casuística; de lo
sagrado a lo profano; de lo religioso a lo político; y dentro del
orden político.
¿Todo
esto en nombre de qué?
Cuando
el dialéctico Bergoglio lanza al ruedo su pensamiento personal, ese
mismo al que en Buenos Aires llaman “teología”, afirma:
Enunciaría
cuatro principios fundamentales: El tiempo es superior al espacio, la
unidad es superior al conflicto, la realidad superior a la idea, el
todo es superior a la parte. 1
Superior
e inferior.
El
primer problema que se nos presenta, es el criterio usado, para
presuponer de donde surgen las categorías mentales de inferior
y de superior. ¿En qué criterio se basa? ¿Qué parámetros
utiliza para esta medición?
Tan
solo nos resta analizar los principios y observar en qué los
fundamenta, para poder sacar algunas conclusiones coherentes.
Todo
se hace en nombre de la realidad.
Personalmente,
parto de la base que de los cuatro principios expuestos por el
dialéctico Bergoglio, el más importante es el tercero, dice
Bergoglio en Buenos Aires:
La
realidad es. La idea se elabora, se induce. Es instrumental en
función de la comprensión, captación y conducción de la realidad.
...
Sin
embargo, entre realidad e idea: ¿qué está primero? La realidad.
Por eso la realidad es superior a la idea. 2
Aquí
el criterio de las categorías mentales de superior e
inferior, se da por lo que aparece primero dentro del orden
cognoscitivo de la persona. Primero está la realidad, luego le
sucede la idea, ergo concluye nuestro dialéctico, que la realidad es
superior a la idea.
Bergoglio,
es un buen modernista, en el sentido que hace tabla rasa con toda la
historia anterior al pensamiento. Bergoglio en este aspecto se iguala
con Descartes. Su magisterio, si así se le puede llamar, es hacer
tabla rasa de todo el magisterio pasado. Poco y nada encontramos de
Tradición en su enseñanza.
Aquí
el problema se plantea en quien está primero, y de allí surge la
superioridad. Ahora bien, antes de toda realidad, está la
idea divina que la concibe, y está el Logos que la plasma, por cuyo
motivo, la superioridad no se encuentra en la realidad, ni en
la idea humana, sino en la idea divina, o como lo definió San
Buenaventura en la “idea expresa” del Dios Padre que es
quien concibe el universo.
Por
este principio, para conocer cualquier realidad debemos remitirnos a
la idea expresa del Padre.
Acontece
que el Dios Padre está dentro de la penumbra divina, y es imposible
conocer a ciencia cierta como es tal idea expresa.
Solo
queda un camino, recurrir al mediador, Jesucristo, que es el icono de
la misma idea divina. Es en Jesucristo que conocemos la realidad, de
allí acontece que ya la realidad no es superior a la idea; sino que
la idea divina, usando las categorías mentales del dialéctico
Bergoglio, es desde ya, superior a la realidad.
Por
consiguiente San Buenaventura llama arte, a la idea divina
plasmada por Jesucristo en el universo.
Por
consiguiente el orden natural responde a la superioridad de la idea
divina.
La
doctrina de Jesucristo, es la doctrina visible del Padre que habita
en la tiniebla divina, de allí que toda realidad de los hombres, que
no cuadran ni encajan con la doctrina de Jesucristo, es inferior y lo
es por error y/o falsedad.
Toda
acción que atenta contra el orden natural, es inferior e inmoral.
Por
tal motivo las elucubraciones de la atea sociedad moderna, a la que
Bergoglio respeta y por momentos sigue, es inferior por confusión o
mentira.
El
feminismo moderno, la sociedad gay con sus múltiples géneros,
la matanza de inocentes antes de nacer y todas las perversiones de
una civilización que se encuentra en veloz y plena decadencia, son
confusión y mentira.
Por lo
tanto, cuando mi idea se ajusta al orden natural, cuando mi idea se
ajusta al arte de Jesucristo, cuando mi idea se ajusta a la
doctrina del enviado del Padre, cuando mi idea se ajusta a la idea
expresa, mi idea es muy superior a lo que el dialéctico
Bergoglio llama “realidad”.
Y
desde la realidad del torpe papado de Bergoglio, la idea
divina sobre la función o el munus papal es superior y totalmente
opuesto al accionar de estos nefastos seis años.
Buenas
noches, Bergoglio, total ya estamos en las tinieblas.
1
Conferencia del Sr. Arzobispo en la XIII Jornada Arquidiocesana de
Pastoral Social: Buenos Aires, 16 de octubre de 2010. Fuente:
http://www.arzbaires.org.ar/inicio/homilias/homilias2010.htm#XIII_Jornada_Arquidiocesana_de_Pastoral_Social
2
Ibídem.
No hay comentarios:
Publicar un comentario