La
cuarta hipótesis nunca vista, jamás analizada.
Leemos
en este sitio una decodificación, llamada apunte, del discurso bergogliano con las
posibles hipótesis explicativas. Así nos dicen:
[Apuntes
30] Este lunes 3 de diciembre, a las 12:20 Hs. de Roma, Su Santidad
recibió en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico
Vaticano a la Asociación “Rondine-Cittadella della Pace” con
ocasión de su 20° aniversario. En uno de los momentos de su
discurso expresó: "Hay necesidad de líderes con una nueva
mentalidad. Aquellos que no saben dialogar e intercambiar entre sí
no son líderes de paz: un líder que no trata de encontrarse con el
'enemigo', sentarse con él a la mesa..., no puede guiar a su pueblo
a la paz. Para hacer esto necesitamos humildad, no arrogancia...".
Sorprende
que el mismo Supremo Pontífice que se ha negado una y otra vez a
recibir y dialogar con sus más cualificados y respetuosos críticos,
los cardenales firmantes de las Dubia, sea la misma persona que ha
pronunciado esas palabras: “Aquellos que no saben dialogar… no
son líderes de paz”. Desconcierta que el Papa que no pasa semana
sin sacar violentamente a relucir algún nuevo término para
descalificar a los que con sinnúmero de razones válidas no
comparten muchas de sus decisiones de gobierno, sea el mismo que
encomie la humildad como característica del líder y rechace la
arrogancia. Desalienta que el Supremo Pastor caiga víctima con
semejante liviandad de conciencia en la conocida máxima de Nuestro
Señor: “Haced lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen”.
No
soy especialista en Psicología como para analizar este particular
caso de confundida personalidad. Mis estudios académicos del tema no
pasan de la básica formación universitaria en antropología
filosófica, psicología experimental y psicología evolutiva; pero
el sentido común me sugiere que existen, al menos, tres
escenografías en las que Su Santidad ha podido (en consciencia, o en
inconsciencia) decir lo que dijo este lunes:
1°)
una primera hipótesis es que no se ha tomado el trabajo siquiera de
leer previamente lo que algún asistente le redactó;
2°)
una segunda, que leyó antes su discurso, pero no ha sido consciente
de advertir la incoherencia entre lo que iba a pedir y su propia
habitual conducta; y
3°)
tercera hipótesis, que ha sido consciente de la contradicción y la
hipocresía en las que iba a incurrir, pero no pudo resistir una vez
más a su habitual tendencia a las actitudes y expresiones
provocadoras.
Cualquiera
de los tres supuestos son malos escenarios.
A
esta decodificación, llamada apunte, faltan algunas variantes y una
cuarta hipótesis.
En
primer lugar la hipótesis faltante es la que hemos explicado varias
veces en nuestros artículos anteriores: No se puede recibir decenas
de bendiciones pentecostales y salir ileso del intento. Quien no
posee la Gracia mal puede bendecir. Por su parte los ritos no son
huecos y todos producen algo, bueno o malo. Quienes dicen avivar el
espíritu, pregúntense qué espíritu avivan.
Desde
esta cuarta hipótesis me pregunto además de las tres hipótesis
del autor y su posterior reflexión sobre el idealismo subjetivo de los neomodernos, ¿puede decir Begoglio, “soy lo que soy” o debería decir, “soy el que me posee”?
Personalmente
afirmo lo de otros artículos, Bergoglio necesita un exorcismo. Su
hipocrecía, su desprecio hacia todo lo que sea Verdad, son señales
de un espíritu que si no lo habita, bien lo domina, he aquí un escenario jamás visto ni analizado.
Sorprende
encontrarse con una iglesia, que cree actuar sola.
Vayamos
a las variantes. Lo sellado como Papa, no responde al sello
divino del Papado. Desde este ángulo, Bergoglio será Papa de quien
escribe, no el mío; será su Sumo Pontífice, no el mío. Aclaro que
no soy sedevacantista; pero los títulos en Bergoglio huelgan.
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