El
viejo calendario romano se iniciaba con el mes de marzo, dedicado al
dios Marte, dios de la guerra y con la llegada de la primavera,
comenzaban los preparativos para la guerra. Diez eran los meses, por
consiguiente el año terminaba en el mes décimo del que se deriva
diciembre.
Con la
reforma de Julio César en el año 46 A.C., surgió el calendario
juliano donde se añadieron los meses de enero y febrero.
El mes
de enero (januarius) procedía del dios Jano, quien tenía dos caras,
con una miraba el pasado y con la otra el futuro. Esto nos lleva al
planteo del tiempo.
LA
DOS CARAS. – Una de las caras
de Jano es el tiempo pasado, del cual decia San Agustín que no ya no
existía:
«Præteritum
enim iam non est.» 1
Si
la otra cara del dios Jano es el futuro, afirmaba San Agustín que el
futuro todavía no existía:
Futurum
nondum est. 2
Por
tanto, el dios Jano con sus dos caras, no existe pues una cara se fue
y la otra aún no llegó.
Y
concluía San Agustín afirmando:
Lo
que ahora es claro y manifiesto, es que no existen los pasados, ni
los futuros, ni se puede propiamente afirmar: son tres los tiempos,
pretérito, presente y futuro; sino más bien sería propio decir:
presente de cosas pasadas, presente de cosas presentes y presente de
cosas futuras. Están estas tres cosas de algún modo en el alma y
fuera de ella no veo que puedan estar. 3
Sin
persona no existe concepto de tiempo, esto mueve al santo de Hipona a
decir:
El
presente de las cosas pasadas es la memoria, el presente de cosas
presentes es la visión y el presente de las cosas futuras es la
expectación. 4
Esta
subjetividad del tiempo hace que la modernidad, que por pereza perdió
su facultad de razonar, confunda las cosas.
CONFUSIÓN
ENTRE TIEMPO Y ESPACIO – Es propio de la modernidad confundir
el tiempo con el espacio, como lo expresa la imagen poética del
chileno Pablo Neruda:
EL
futuro es espacio,
espacio
color de tierra,
color
de nube,
color
de agua, de aire,
espacio
negro para muchos ,
espacio
blanco para toda la nieve,
para
toda la música.5
La
confusión no es sólo artística, también es científica. Para el
neoprofeta Einstein el tiempo era una magnitud y se conjugaba
matemáticamente con el espacio; algo así como otra variante del
espacio. Digamos que el poeta bebe la confusión moderna para plasmar
la figura literaria y generar un tiempo dentro de un espacio, donde
por momentos confunde ambas cosas. El poeta creía saber distinguir
si Dios existía o era una superstición; pero literariamente, no
quiere o no puede distinguir entre tiempo y espacio.
Otro
falso profeta de nuestros días, afirma que el tiempo es superior al
espacio. Una típica bergogliada, afirmada pero nunca
demostrada.
Así
son los profetas de nuestro tiempo.
LA
OBJETIVIDAD DEL TIEMPO. – El tiempo no es una substancia ni un
ser en concreto, sino una propiedad de los seres finitos y
materiales. El ser finito posee un límite otorgado por su exterior
que diseña su icono en el espacio, dentro de este espacio vital debe
desplegarse para alcanzar su propio fin, este despliegue vital
constituye su tiempo. Esto hace que el tiempo constituya una
procesión necesaria de los seres finitos por medio de sus formas.
LA
PROCESIÓN DEL TIEMPO. – El resultado, es que la naturaleza del
tiempo no consiste en una dimensión geométrica, sino en una serie
producida por un complejo mecanismo de causas y efectos. El tiempo no
es una forma, es la procesión de las formas que se mueven.
EL
CONCEPTO DE ARISTÓTELES. – Esta procesión es percibida como
un movimiento, tal como lo definió Aristóteles:
El
tiempo es la medida del movimiento según lo primero y lo posterior.
6
DEL
ESPACIO PROCEDE EL TIEMPO. – La procesión del tiempo, no está
desligada del espacio sino que forma parte del mismo como su
procesión. Si no existiera espacio, no existiría el tiempo, si no
existiera el tiempo tampoco habría un espacio.
EL
TIEMPO COMO VISIÓN. – Es el tiempo una visión, aquella que se
percibe con la experiencia de lo acaecido, al comprobar los cambios
producidos en el pasado y otra visión muy distinta se produce cuando
proyectamos nuestras expectaciones futuras.
EL
ESPEJO DE LA HISTORIA. – Por consiguiente, es la historia el
espejo donde observamos un pasado que ya se desplegó, teniendo en
nuestras manos un rollo, como un viejo libro, donde desplegaremos lo
que esperamos y deseamos que suceda.
¿PUEDE
EL TIEMPO CAMBIAR LAS COSAS? – Es lo que nos relata Neruda,
poeta ateo, para quien el tiempo futuro es otro espacio. ¿Puede el
tiempo generar un espacio? Si el tiempo es una procesión, esta no es
otra cosa que un proceso perteneciente a las operaciones que las
formas despliegan. Esta procesión hace posible que las formas se
generen, pero solo generan las hispóstasis que tienen vida. Por esto
el tiempo no es ni generador, ni generado, sino un procedente dentro
del cual se hace posible la generación. Por lo tanto el tiempo no
genera un espacio, sino que como despliegue de vida, hace propicio un
cambio en las formas dentro del espacio.
LA
INVERSIÓN DE LA MODERNIDAD. – Este
planteo, hace que podamos reírnos de las opiniones de la torpe
modernidad, donde se piensa, no que el tiempo procede del espacio,
sino que el espacio procede del tiempo: EL
futuro es espacio decía
Neruda o como afirma el modernista Bergoglio: El
tiempo es superior al espacio,
y es superior porque le precede.
La
modernidad siempre es una mesa que está patas arriba. Tal como se
ven los seis años del papado de Bergoglio, una iglesia patas arriba,
donde el tiempo de seis años no generó ningún tipo de espacio, no
generó otra iglesia, tan solo destruyó la que existía.
____
1
Conf. XI, 15.
2 Conf.
XI, 15.
4
Ibídem.
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