Los
santos doctores eran aquellos que enseñaban la doctrina inmutable de
Jesucristo, y la explicaban del modo como ellos la habían entendido.
Los
jerarcas de la clerecía moderna, amantes del bergoglianismo, tal
como lo vemos en la Argentina, solo enseñan a servir a un hombre:
Bergoglio. Es que la clerecía argentina simplemente es inútil y un
inútil no puede enseñar. Y si no se es capaz de enseñar no podemos
estar en condiciones de obedecer. El día que nos demuestren que
sirven para algo, seguramente los seguiremos y escucharemos con mucha
atención.
Leemos
en la columna de Christopher A. Ferrara en The Remnant:
Este
es un papado que solo un loco puede seguir defendiendo como
profundamente ortodoxo.
Si nos
aferramos a la opinión de Ferrara, la clerecía argentina estaría
totalmente loca. Pero sabemos que nadie es más inútil que un loco.
Enseñaba
San Buenaventura:
Tiene aún la Escritura
árboles de donde alimentarse. Porque ilustra de lo que es contrario.
Pues nos muestra innumerables ejércitos frente por frente de
nosotros, ya por medio de los siete magnates, ya de una guerra, ya de
muchas.
Esta guerra data del día
en que San Miguel y sus Angeles peleaban contra el dragón. (Cfr.
Apoc., 12, 7)
Y nos amenaza triple
guerra: guerra doméstica, guerra civil y campal.
— La primera con la
carne, que cuenta con numerosos ejércitos; esta criada siempre
está pronta a abrir, como Eva. Por lo cual está escrito:
No descubras los secretos
de tu corazón a la que duerme contigo. (Miqueas, 7, 5)
Es asimismo una guerra
civil la tentación del mundo. A todas las criaturas se las hace
servir de lazo, ya que la hermosura de las criaturas atrae a los
hombres. Por lo cual:
Vanidad de vanidades, se
ha dicho, y todo vanidad ¿Qué saca el hombre de todo el trabajo con
que se afana debajo de la capa del sol? (Eclesiastés, 1, 2-3)
En balde y sin provecho
se hace aquello de lo cual nada se reserva el hombre al morir, y por
eso todo es vanidad; en el Salmo se lee:
Aparta mis ojos para que
no miren la vanidad. (Salmo 118, 37)
Hay también una
guerra campal, con los demonios por enemigos, que día y noche causan
estragos, ya aumentando, para que presumamos, o en orden a la
ciencia o en orden a la santidad; ya vuelven al hombre iracundo, esto
es, diabólico y lleno de espíritu de maldad, y lo hacen caer en
tristeza y desesperación, y así por el estilo. La Escritura enseña
a huir de todo esto.
Pues
¿qué ciencia enseña a huir de los poderes enemigos? Ninguna. (San
Buenaventura, Colaciones sobre El Hexaemeron, Colación XVII,
16-18.)
La
enseñanza de los bergoglianos.
El
bergoglianismo jesuítico junto a los obispos argentinos que bordean
el cisma, logra enseñar todo lo opuesto, no a huir del poder
enemigo, sino aprender la forma de pactar con él.
Con el
Catecismo de Pío X teníamos la Iglesia triunfante, la purgante y la
militante. La Iglesia se enfrentaba a los enemigos de Dios: el
demonio, el mundo y la carne o las concuspicencias desordenadas de
nuestra naturaleza caída. La militante luchaba en tres frentes,
contra la carne en uno mismo, contra el mundo, el cual no era otra
cosa que el títere del Antiguo Dragón, y por último, contra Lucifer quien fue asesino desde un primer momento, junto a sus espíritus
inmundos. La iglesia purgante, purificaba los errores cometidos en
esta guerra, mientras la triunfante pasaba a recibir el premio de las
batallas ganadas.
Con el
nuevo catecismo, se eliminó el término enemigo y con Bergoglio el
enemigo pasó a ser amigo.
De
este modo, hoy tenemos cuatro iglesias. La triunfante, la purgante,
la militante y la neutral, esa que pactó con los tres enemigos.
Esta
concepción de la iglesia neutral es ironizada por Infovaticana de este modo:
Sí,
láudate y armonízate con la tierra, expande tu conciencia y
discierne tu propio camino. Hay infinitas maneras de santificarte,
incluso la de ser medio santo, o un cuarto y mitad.
Lo
importante es lograr, con tu creatividad y las sorpresas del espíritu
humano, asumir la fragilidad y seguir ese camino personal, a tu
manera, sin agobios, sin tensiones, con muchas vibras.
Sabes
que la verdad es poliédrica y que el tiempo acabará superando las
situaciones, sean las que sean. Déjate evolucionar con la verdad.
Nada hay inamovible y el ser humano es un camino que se debe recorrer
con alegría, aunque nunca se llegue al punto Omega. Ofrece lo que en
cada momento eres, porque eso es necesariamente bueno.
Mientras
tanto el papado absolutista de Bergoglio, habla con los hechos, y
nos dice:
– La
Iglesia soy yo.
No lo
escribo en francés, porque este jesuita ignorante no es como Pío
XII y solo sabe bien dos idiomas.
Y esta
iglesia de Bergoglio es la del lobby gay enquistado en sus entrañas. Lo
dice la designación de Cupich al frente de la cumbre que en febrero
analizará los casos de prevaricadores morales.
El
método para construir la nada.
Como
ya dijimos, Bergoglio es peronista, y entre los peronistas existen
máximas, entre ellas una es esta:
Cuando
quieras que no se haga nada, forma una comisión.
Esto
lo afirma con los hechos la Comisión encabezada por el hombre
orquesta de Maradiaga, quien solo puede mostrar años de inutilidad
al frente de la misma.
Lo que
sucede, es que la nada, para los bergoglianos, siempre
es algo, tal como algunos judíos interpretan en el Zohar. Y como
Bergoglio se autoproclama judío, siempre busca formar la nada
para crear desde ella la nueva iglesia.
Los
ciudadanos de Sodoma.
Pero
lo de febrero se acerca, y como todo debe estar bien atado y
manipulado, para formar la nada, ¿qué mejor que un
predicador de nacionalidad sodomita como Cupich? Este miembro de la
alta clerecía reúne cualidades únicas. Su candidatura fue
rechazada por los obispos estadounidenses, castiga a los sacerdotes
que arremeten contra los ciudadanos de la ciudad de Sodoma y por
último es el más inútil que se pueda ofrecer en el mostrador
vaticano. Un combo perfecto para que nada de importante salga a la
luz, puesto que la nada antecede a la Luz.
La
burla existe.
Algunos
piensan que el Vaticano se burla de nosotros con este fabuloso
nombramiento, pienso que no lo han decodificado a fondo.
Si lo
que se busca es plasmar la nada, el nombramiento es perfecto,
mas aún, es genial.
¿De
quién se burla? Tan solo de la inutilidad de nuestra clerecía,
incapaz de toda resistencia en defensa de la Verdad, burla a la que
también nosotros nos vemos fuertemente tentados a ejecutar.
De
esta nada formada por la arcilla de Cupich, soplará Bergoglio
una nueva iglesia afiliada a la ciudad de Sodoma.
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