Calesita

miércoles, 17 de octubre de 2018

Comunidades religiosas en crisis


Cuando el Génesis presenta la Torre de Babel, lo hace antes de la llamada divina de Abram en Ur de los caldeos. La contraposición es manifiesta. Hallamos que una construcción humana se enfrenta a otra construcción divina.
La torre es el icono de la organización humana, la cual tiene sus cimientos en la tierra y busca alcanzar el cielo de la divinidad. Por su parte, la que es pensada por Dios, toma sus cimientos del cielo y se proyecta sobre la tierra para que el hombre alcance a Dios.
La Torre de Babel es el símbolo de la secularización, mientras la llamada de Dios para Abram es el símbolo de la divinización.
El resultado es manifiesto, la Torre se disuelve en el tiempo y la segunda perdura a lo largo de los siglos.
Lo dice con claridad el salmo 126:
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Esta consideración tiene su lógica humana.
Un ser es tanto más noble y perfecto cuanto menos recursos y partes necesita para obrar. El agente perfectísimo en este género ejercerá su acción íntegra por sí mismo sin ninguna ayuda exterior. Este es Dios. Por su parte el hombre es un ser compuesto.
Cuando Dios produce un ser, le otorga los principios constitutivos del ser compuesto. De este modo el ser, si bien imperfecto, ejerce sus operaciones por sí mismo sin depender para ellas de otro. Cuando el hombre forma un cuerpo social, éste surge por su misma persona que naturalmente tiende a unirse con el resto de sus semejantes.
El ser social, depende del hombre bajo todo aspecto. El hombre no logra darle las partes constitutivas para que opere por sí mismo. Por tal causa, todas las organizaciones humanas nacen, se desarrollan y se descomponen en el tiempo. Es el relato de la Torre de Babel, el icono de toda organización humana. Es el hombre que desea llegar al cielo, puesto que desea obrar como Dios, y su afán se desvanece efímeramente.
Solo existe una forma para que esta organización social perdure en el tiempo, y es que Dios mismo la construya, pues de este modo le ha concedido su mismo Espíritu. De este modo lo complejo de la organización humana recibe un elemento constitutivo que se origina en la simplicidad divina. Con este simple elemento, lo compuesto logra simplificarse y perdura en el tiempo.
Es que Dios cuando produce un cuerpo social, éste se moverá de acuerdo con su Espíritu, y esto es lo que le otorga vida y con la vida la fuerza para su autodesarrollo. De este modo, parece a los ojos de los profanos, una simple organización humana como todas, pero la misma lleva implícita la vida divina que Dios le otorgó.
La Iglesia fue proyectada por el exemplar del Padre, como el cuerpo mismo de Jesucristo, quien es su Cabeza, de allí su permanencia en el tiempo, a pesar de las desorientaciones, pecados y desvíos de los hombres, es decir, a pesar de las complicaciones humanas.
Sin embargo, nos preguntamos qué es lo que sucede cuando leemos esta clase de noticias:
En esta muerte anunciada de la vida religiosa en España en el que raro es el día sin la noticia del cierre de un convento masculino o femenino hoy nos encontramos con que los franciscanos dejan Lorca.
Pues a seguir disimulando como si estuviéramos en el mejor de los mundos. Y el último que apague la luz. 1
Es indudable que muchas organizaciones de la vida religiosa nacieron con una fuerza deslumbrante, fue la acción del Espíritu, pero fue una fuerza que se fue apagando con el paso de las generaciones, a medida que se fueron complicando con el tiempo. Hoy parece ser el proceso de muchas organizaciones religiosas, que se apagan como la “luz” del que escribe la cita.

Estas organizaciones de la vida religiosa, fueron pensadas por el mismo Dios Padre, organizadas en el Cuerpo de Cristo, con un fin determinado. Quien les dio vida y permanencia en el tiempo, fue el Espíritu Santo.
Cuando analizamos el caso de su destrucción presente, es conveniente observar si ésta cumple con los fines que su fundador se propuso, caso contrario se hace necesario volver a las fuentes.
El proceso de volver a las fuentes, se llama Reforma; así nacieron Cluny y Císter; así nacieron los carmelitas descalzos. Toda organización religiosa en decadencia, asiste a su muerte y es que el Espíritu Santo no le da la vida que otrora le empujó, pues como un espejo no se ve reflejado en ella.
Cuando en la actualidad, se contempla el ejemplo donde una orden religiosa, otrora tenía más de 30 miembros en un solo sitio y hoy solo cuenta con menos de cinco, volvemos a preguntarnos: ¿Qué es lo que ha sucedido?
Pudieron ocurrir muchas cosas, pero existe una que es trasversal en casi todas.
Sucedió, que hubo un Papa, muy bueno por cierto, y con muy buena intención, y se le ocurrió darle un nuevo impulso a la Iglesia. Pensó que si ésta se adaptaba al mundo moderno, se renovaría con un nuevo ímpetu vital. El método escogido para este fin, fue el Vaticano II. Hoy nos percatamos que las así llamadas reformas de este desastroso Concilio no responden al mundo moderno, y cuando analizamos con profundidad, notamos que es la Iglesia quien se metió en el mundo, o diciéndolo de otro modo, ingresó a la Torre de Babel, por cuyo motivo toda organización religiosa reformada en esta concepción, inició un proceso de destrucción, como si se tratara de la torre bíblica.
El método elegido para impulsar la Iglesia con más fuerza, fue la causa de su crisis y su descomposición.
Es el Vaticano II quien hizo estragos en las filas religiosas; del mismo modo que hizo estragos en los seminarios.
No puedo menos de sonreírme ante la concepción de muchos que pensaban que luego del Vaticano II, se iban a llenar los seminarios. ¡Cuánta ingenuidad!
Por este motivo, se hace necesario repensar toda organización religiosa. Contemplar si ésta cumple con los fines de su fundador. Volver a las fuentes. Sobretodo a las fuentes litúrgicas.
Decía el Vaticano II:
...no se introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad verdadera y cierta de la Iglesia, y sólo después de haber tenido la precaución de que las nuevas formas se desarrollen, por decirlo así, orgánicamente a partir de las ya existentes. (Art. 23)
El Novus Ordo impuesto por medio de la obediencia ciega, ordenada dictatorialmente por Pablo VI, fue una innovación del masón Bugnini, y esta nueva forma, no tuvo un desarrollo orgánico de las formas ya existentes. El mismo Bugnini confesó que muchas veces tuvo que inventar, como el invento de las oraciones del ofertorio o las distintas fórmulas de consagración, una de las cuales se montó en una noche dentro de una trattoria romana. El Novus Ordo, no responde al Vaticano II, sino que fue una consecuencia nefasta del nuevo Vaticano II al que algunos, cuando lo comparan con los sistemas informáticos, lo llaman Vaticano 2.3.
De este modo, muchas instituciones religiosas se complicaron con el Vaticano 2.0, y Dios no es complicación, sino simplicidad, de allí la triste consecuencia que hoy vemos.
Quien desee seguir con la reformas oriundas del Vaticano.2.0, que lo haga; pero no tiene más que recordar que el último, por favor, apague la luz.


1 https://infovaticana.com/blogs/cigona/los-franciscanos-se-van-de-lorca/

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