La
revolución vaticana sigue con su marcha. Atrás quedaron los dubia,
atrás la correctio filialis, atrás las acusaciones de herejía,
atrás las acusaciones de Viganò. Bergoglio trina en Santa Marta,
pero ofrece una cara gélida, como si nada de todo esto le importara,
y es que le importa y mucho; parece que el bastón atravesado con un
clavo oxidado lo protege de todas las acusaciones en su contra.
Como
se verá, hace casi quince días que no escribo, y es que todo sigue
de acuerdo a lo previsto, y me toca ver cosas que en mi vida me las
hubiera imaginado, esto entre otras cosas, me dejó sin habla y
paralizó mi escritura. Veamos tan solo algunas novedades.
Al
colocarse Bergoglio la cruz del arco iris, vuelve a decir al orbe,
este jesuita ignorante, que sigue en el conciliábulo del lobby
gay capitaneado desde el Vaticano. Por supuesto, no se esperen
definiciones precisas y abiertas. Aquí triunfa el doble lenguaje
inaugurado en el Vaticano II. Por un lado la cruz simboliza una serie
de supuestas piadosas regiones y por otro el lobby gay. Es la
doble lengua de la serpiente.
Tenemos ya varias cruces. A la cruz de la hoz y el martillo boliviana, ahora debemos agregar este otro engendro.
El
prestigio de Bergoglio, cae día a día, pero el jesuita se mantiene
en el poder, como el gran papa negro. La prensa adicta, ya comienza a
criticarlo o a ignorarlo.
Y se
lanzan globos de ensayo, para ver si la cosa prende, como llamar a
Bergoglio sucesor de Jesucristo, o como lo tildó Antonio Socci, el
Jesús II. La experiencia cayó en críticas, y como de costumbre,
los revolucionarios dan un paso atrás, de este modo pueden dar con
el tiempo dos hacia adelante.
Dicen
que concluyó un sínodo para la juventud, y si lo dicen debe ser
cierto, la verdad que casi no me dí cuenta, tan desapercibido pasó
todo.
Podía
haber dicho Bergoglio al finalizar el sínodo:
– Rajen,
que esto se acabó.
Pero
el porteño devenido en supuesto papa, tiene más boliche que el
obispo de Luján, tanto boliche tiene, que armó un bailongo.
Eso
sí, el bailongo de los cardenales y obispos con la que llaman
muchachada, fue muy promocionado, podrían hacerlo más
seguido, es la única forma que ahora salgan a la prensa. Después de todo
estos prelados no dejan de ser unos vulgares jovatos. Y si se baila,
es que no están para grandes cosas, así como los purpurados
asistentes al sínodo, volvieron a mostrar que no sirven para nada.
Fernando Beltrán lo llamó el Sínodo de Babel, y como dijimos en el artículo
anterior, hace tiempo que la estructura eclesial entró en Babel. Lo
bueno es que ahora comienzan a darse cuenta. Tal es la Babel que las
ocurrencias de Bergoglio avaladas por un sínodo ya forman magisterio
en la Iglesia. Es el Jesús II que cambia dos mil años de
magisterio, por ello escribe Beltrán:
Declarar
magisterial una enseñanza supone imponer una coerción a la
conciencia de los católicos, que deben creer que lo que les dicen es
cierto y que forma parte de la Revelación del propio Cristo.
Así
es la etapa dogmática de esta revolución. Ahora aplica el mismo
método del mediocre Pablo VI al imponer a sangre y fuego la
desastrosa reforma litúrgica del masón Bugnini. Es el espíritu del
Concilio que siempre te da sorpresas.
El
Vaticano es ahora el estado de lo mediocre, de los enanos mentales,
donde todo cambio es a capricho, y solo el cambio es el sublime soplo
del Espíritu Santo. Tanto sopla este Espíritu, que tuvieron que
elaborar el documento final del sínodo antes de hacer esta comparsa
carnavalesca con la presencia de los asistentes.
Y como
esto es revolución lisa y llana, Bergoglio asesora a los jesuitas,
diciendo que Dios pide un cambio en la Iglesia, de este modo vuelve
el viejo espíritu del Vaticano II, pues como dice él, un Concilio
necesita 100 años para instaurarse; lástima que este se cae a los
50. ¿Quién llevará el alicaído espíritu del Vaticano II, la
vanguardia jesuitica? ¿O tal vez sea el Opus Dei?, quien en silencio
aprueba todo lo que al papa porteño se le ocurre.
De
todos los revolucionarios, el más peligroso y solapado sigue siendo
el lobby gay. Desenmascarlo no es tarea fácil. En Argentina
todavía vive oculto, tan solo se los puede olfatear por su voz
aflautada, sumado un odio acérrimo a la Virgen María, y ni hablar
de sus manifestaciones en esta tierra, a las que como furibundos jacobinos,
incendiarían sin ninguna piedad.
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