El
Papa Benedicto XVI responde al Cardenal Brandmüller e intenta
infructuosamente defender su renuncia. Analicemos su defensa. Dice la
carta:
Benedictus
XVI Papa emeritus
Ciudad
del Vaticano, 9 de noviembre de 2017
Su
Eminencia Reverendísimo
Cardenal
Walter Brandmüller
Presidente
Emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas
Palazzo
della Canonica
00120
Ciudad del Vaticano
Eminencia.
En
su reciente entrevista con FAZ Usted dice que yo creé, con la
construcción del Papa Emérito, una figura que no existe en la
totalidad de la historia de la Iglesia. Por supuesto, usted sabe muy
bien que los papas se han retirado, aunque muy raramente. ¿Qué
fueron después? ¿Papa emérito? ¿O qué en cambio?
Como
usted sabe, Pío XII dejó instrucciones en caso de ser capturado por
los Nazis: que desde el momento de su captura ya no seria Papa sino
Cardenal nuevamente. Si este simple regreso al Cardenalato hubiera
sido de hecho posible, no lo sabemos. En mi caso seguramente no
tendría sentido simplemente reclamar un regreso al Cardenalato.
Entonces habría estado constantemente expuesto al público como lo
hace un cardenal, incluso más aún, porque en ese Cardenal uno
habría visto al anterior Papa. Esto podría haber conducido,
intencionalmente o no, a consecuencias difíciles, particularmente en
el contexto de la presente situación. Con el Papa Emérito he
intentado crear una situación en la que estoy absolutamente
inaccesible a los medios y en la que esté completamente claro que
solo hay un Papa. Si conoce una mejor manera y entonces cree que
pueda condenar la que yo he elegido, por favor dígamela.
Lo
saludo en el Señor
Suyo
Benedicto
XVI
Análisis
del Texto
En
su primer párrafo, Benedicto menciona el título de Papa
emérito, al cual la mayoría interpreta sin sutilezas, cuyo
significado es un simple nombre de alguien que fue Papa y ha dejado
de serlo.
Pero
en el segundo párrafo notamos que el planteo del primer párrafo
lleva a la ambigüedad. El Papa emérito no es un simple
calificativo sin connotaciones, porque Benedicto da un paso más
audaz, cuando dice: “Traté de crear”. Benedicto es
perfectamente consciente que es el inventor de una nueva forma de
papado, la cual no viene por Tradición, sino por su propia
ocurrencia, o como la llama él, por su propia invención.
Su
intención de crear un papado emérito fue buena, pero ambigua y como
resultado lleva a la confusión. Según afirma, la creación está
basada en la situación. Para Benedicto la renuncia fue un
hecho moral, no teológico. Las circunstancias se lo impusieron; pues
si con la renuncia busca crear una situación, es porque la
circunstancias son más poderosas que las consideraciones teológicas.
¿Él
estaba decidido a renunciar? En ningún momento cuestiona en
público la renuncia en sí, la cual es el primer elemento para
cuestionarse. No se pregunta, si dicha renuncia es voluntad de Dios o
voluntad del hombre; si dadas las circunstancias era conveniente, si
existió motivo suficiente para la misma. Esto es lo primero que se
deberá cuestionar.
Al
compararse con Pío XII, olvida que ambas renuncias son de orden
diverso. Pío XII ante la posibilidad de ser detenido, obligaba a
la Iglesia a que se eligiera un nuevo Papa que la condujera, burlando
el nazismo. Benedicto no fue detenido y permanece en el Vaticano
estorbando como papa emérito. Una cosa es un expapa en un campo de
concentración, y otra muy distinta un Papa más en el Vaticano,
vestido de blanco y firmando como Papa. Pío XII dejaba de ser Papa,
Benedicto sigue siendo Papa.
Nadie
cuestiona si la renuncia estuvo bien formulada. Tan solo se la
toma como un hecho sin marcha hacia atrás. Mayoritariamente se cayó
en la ambigüedad del primer párrafo, y se aprobó como hecho
consumado.
¿Fue
conveniente esta renuncia o fue forzada por la mafia de San Galo y el
putrefacto lobby gay, o fue una ocurrencia caprichosa? Si solo se
miran las circunstancias, la renuncia pasa al fuero moral, pero queda
sin analizar el aspecto filosófico y el teológico que no se
resuelve, ni se plantea.
Todo
parece indicar que Benedicto no quería seguir siendo Papa. No
afirma los motivos de esta drástica decisión, a la que tiene
derecho, pero no obligación, y podía poner en serio peligro a la
Iglesia, como sucedió. No fue una determinación laudable, sino
lamentable, que es ahora lo que se le echa en cara, algo que debe
conturbarlo profundamente, y con pena lo expreso, algo que lo
perjudica en toda su figura. Ya sus escritos pasaron como agua bajo
el puente, solo queda su triste final abierto.
Benedicto
se justifica ante los hombres, pero su justificación la debe buscar
en Jesucristo. Los hombres, que no estamos para juzgarlo, sino
para lamentarlo. Pues si él se sintió realizado en renunciar, la
iglesia, a la cual él se debía, no se vio realizada sino amenazada
como nunca en su historia.
Es
imposible acceder a un juicio de su renuncia, pero sí se puede
acceder a sus catastróficas consecuencias, porque esto no es un
enjuiciamiento, sino un simple y elemental análisis histórico. En
historia se analizan causas y consecuencias, como lo hacemos aquí. De las causas poco sabemos, pero de las consecuencias nada nos falta por aprender.
La
invención del papado emérito acarrea más problemas todavía.
Al
inventar el papado emérito por simples circunstancias, se ve
amenazado el sentido común, se ve amenazado el sentido teológico y
se amenazó a la Iglesia.
La
destrucción del sentido común es evidente. Benedicto divide el
papado en activo y pasivo. En el hilemorfismo universal, activa es la
forma y pasiva la materia. Por lo tanto, dividió el papado en
materia y forma, renunció a la forma y se quedó con la materia.
Filosóficamente, Benedicto es el Papa, pues su renuncia es inválida.
Para que esta sea válida, Benedicto debe renunciar también a la materia del
papado.
Cuando
afirma:
Si
conoce una mejor manera y entonces cree que pueda condenar la que yo
he elegido, por favor dígamela.
Sí,
existe una mejor manera, y es la de dejar de crear ambigüedades.
Salir del Vaticano vestido de cardenal, comenzar a firmar como J.
Ratzinger, no como Benedicto, tal cual lo vemos en la carta,
retirarse a un monasterio en perfecta y absoluta clausura.
Tarde
piaste Brandmüller. ¿Y ahora de qué nos quejamos? Antes
debías hablar, en vez de subirte al carro de los triunfadores.
Benedicto
actuó a lo Bergoglio, con la moral forzó el aspecto filosófico,
y con este dañó el aspecto teológico. La puerta de entrada para la
Mafia San Galo, se llama Benedicto XVI. No se equivocó Martini en
apoyar a Ratzinger para el papado, él sería quien facilitaría el
acceso del papa negro. Bergoglio y Benedicto
actúan en estos momentos del mismo modo:
Ambos
son ambiguos, ambos son sinuosos, ambos son equívocos, ambos
llevaron a la Iglesia a la confusión, a las sombras, a estos tres
días de tinieblas.
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