Como
era de esperarse, la jerarquía episcopal argentina envió su acto de
apoyo a su Bergoglio tan querido. La nota es una joya literaria que
merece grabarse en lámina de oro, pues refleja para toda la
posteridad, la idiotez general de este episcopado, que como náufragos
nadan en la soledad de las oscuras olas.
La
misiva es breve y goza de unidad, donde no se efectúa un solo
análisis de la situación planteada, sino que todo va a parar a la
misma bolsa. Si me propusiera encerrar en un solo título los hechos
que venimos relatando, no podría encontrar un título que los
englobe a todos; pero esta jerarquía episcopal es lúcida, rápida,
consecuente, y sobretodo muy iluminada por el espíritu; por ello
hallaron el tema que todo lo engloba. Lo encontramos en el primer
párrafo de la nota:
Como
Pueblo de Dios que peregrina en la Argentina, pastores y fieles,
queremos manifestarle nuestra fraterna y filial cercanía en este
momento en que sufre un ataque despiadado en el que confluyen
distintos y mezquinos intereses mundanos. Compartimos sus dolores
y esperanzas.
Observemos
lo que dicen estos pastores con olor a salitre:
1.
No se definen Iglesia, sino Pueblo de Dios. Puede
existir una correspondencia entre ambos como aparece en la Primera
Carta de San Pedro (2,10), pero el término empleado hoy por los
neomodernos, puede implicar tanto a los iconoclastas judíos como
protestantes. Diríamos que con el uso neomoderno, el término suena
ambiguo.
2.
Se definen como peregrinos en la Argentina, algo
que solamente ven ellos; pues también se les podría decir que
en realidad no son peregrinos sino náufragos en la
Argentina. Estamos ante una definición que no representa una idea,
sino una realidad concreta y opinable. Así es como ellos se ven en
el espejo que Bergoglio les regaló.
3.
Esta es una conferencia de obispos, ¿quién les dio el apoyo de los
fieles?, pues ponen a todos en la misma intención. ¿Desde cuándo
estos obispos piensan cosas concretas y opinables por sus fieles? ¿O
intentan decir que ya les lavaron el cerebro por completo?
4.
Califican sin mencionar el dosier de Viganò como ataque.
Leído el testimonio, juzgamos que es un buen ataque,
pues las circunstancias que rodean el caso son de alta gravedad, como
vivir en connivencia con pastores homosexuales y depravados morales,
y pide a gritos un ataque de la gente sensata.
5.
Se califica al ataque de despiadado. Ser
despiadado es ser una persona que no siente ni muestra pena o
compasión por nada, especialmente por la desgracia o el sufrimiento
ajeno, o que no tiene tendencia natural a tener ese sentimiento. Con
este calificativo estos náufragos han emitido un juicio sobre
Viganò. Lógicamente, de acuerdo a los dictámenes de Bergoglio, y
siguiendo el criterio de este torpe episcopado, Viganò debería
abrazar a Bergoglio y decirle:
– Qué
grande es la misericordia de Dios, que nos permite convivir con
pastores depravados en casos de pésima moralidad. Tengo tanta piedad
por ud. que mi sentimiento va con ud. hasta el infierno si fuera
preciso.
Como
surge de un observador, el calificativo es altamente subjetivo y
exagerado en extremo. Señal que parte de una persona que lo ve
de este modo.
6.
Se dice que el móvil del ataque es un punto donde confluyen
distintos y mezquinos intereses mundanos.
Como
se observa aceptamos que confluyen distintos intereses; pero no
entendemos que los mismos sean mezquinos. ¿Limpiar la Iglesia de
lobos revestidos con piel de oveja es ser mezquino? ¿Cómo puede ser
mezquino cuando Viganò debe ocultarse, para que no se sepa su
paradero? ¿Quién es el mezquino, el que denuncia o el que lo
persigue?
Si
dijeran que Viganò miente, sería más creíble. Pero como se ve, no
se tomaron la molestia de indagar el caso, y no lo hicieron porque
son mezquinos de ideas, tan mezquinas como los adjetivos usados.
Si
denunciar connivencia con los lobos es ser mezquino, entonces la
visión de esta jerarquía es de miopía total.
7.
Por último se califica el ataque de mundano.
Léase el dosier, y cualquier lector encuentra lo mundano en los
hechos que se denuncian. El miope que escribió esto, estoy seguro
que ni siquiera lo ha leído.
Con
esto llegamos a una sabia paradoja, si denunciar hechos mundanos
es ser un mundano, entonces esta jerarquía episcopal argentina es mundana,
pues ataca lo que considera una mundanidad. Es indudable que aquí se escribe no para aplicar un juicio, sino un prejuicio.
Esta
nota fue muy bien aplaudida por toda la prensa argentina, la cual ha
dado y dará un apoyo condicional a Bergoglio, es decir, siempre y
cuando represente sus intereses mezquinos y mundanos, intereses que
esta jerarquía no cuestiona en absoluto.
Lo que
sigue no sale del camino emprendido y merece considerarse la
desmesura mental de quien lo redacta:
Como
Usted nos ha enseñado en Gaudete et exsultate, 92: “la cruz, sobre
todo los cansancios y los dolores que soportamos por vivir el
mandamiento del amor y el camino de la justicia, es fuente de
maduración y de santificación”.
Sabemos
que puede decir con San Pablo: “Por eso soporto esta prueba. Pero
no me avergüenzo, porque sé en quien he puesto mi confianza, y
estoy convencido de que él es capaz de conservar hasta aquel Día el
bien que me ha encomendado” (2 Tm 1, 12).
Hoy,
por la intercesión de Santa Rosa de Lima, patrona de América
Latina, y unidos en confiada oración pedimos al Espíritu Santo que
lo colme de sabiduría y fortaleza para que, como sucesor de Pedro,
nos siga confirmando en la fe de la Iglesia.
María
de Luján lo cubra con su amor maternal.
En uno
de nuestros artículos anteriores hablamos del estado de pánico
suscitado en el Vaticano. Esta pieza literaria queda para la
posteridad, indicando una jerarquía episcopal irracional, la cual no
solo es temerosa, sino que algunos también entraron en dicho estado de
pánico.
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