Se
afirma en este sitio, que Bergoglio conserva una hoja descolorida por
el tiempo, donde en un momento de arranque místico, poco antes de
ser ordenado sacerdote, escribió su propio credo. Del mismo surge
una infinidad de conclusiones. Se puede ver desde el punto de vista
psiquiátrico, cosa que hace Blondet desde este sitio, el cual es
rico en el análisis de su tortuosa personalidad.
Tan
solo doy un punto de vista teológico del mismo, y de las
implicancias que este credo posee, por sus consecuencias.
Si
alguien pensó que con este texto le hacía un bien a su “papa”,
le demuestro que se equivocó rotundamente. Así son los católicos
de hoy, crédulos hasta la idiotez.
Se
puede hablar mucho más del mismo, no deseo extenderme y ser pesado
para el lector, de allí que cada uno sacará sus propias
conclusiones.
El
texto lo tomo de la Revista Ecclesia.
YO
Y LA TRINIDAD
1.
Quiero creer en Dios Padre, que me ama como un hijo, y en Jesús, el
Señor, que me infundió su Espíritu en mi vida para hacerme sonreír
y llevarme así al Reino eterno de vida. Creo en la Iglesia.
En el
punto primero de su peculiar credo, se inicia con la Trinidad.
Mientras
que en todos los restates once artículos, afirma que cree, aquí
afirma: Quiero creer.
La Fe
si bien es mostrada por la inteligencia, se ejecuta por la voluntad.
Sin voluntad es imposible creer. La voluntad es la procesión de la
Fe. Cuando expresa taxativamente, la voluntad de creer y en el resto
se omite, es porque la voluntad no procede conforme a la
inteligencia. En otras palabras, Bergoglio desde este momento duda de
la Trinidad, caso contrario diría simplemente: creo.
El
misterio trinitario es el que da forma a toda la persona del
católico; de allí que su duda persiste, tal como lo expusimos en
nuestro artículo del día 29 de junio de 2016.
Esto
revela la causa por la cual Bergoglio se siente más cómodo con
judíos y musulmanes que no creen en ella. Al mismo tiempo, los
pentecostales poseen una deformación trinitaria, como lo expuse haceunos años. Todo esto le hace bien a Bergoglio, cuya trinidad no es
un misterio, sino un nudo gordiano que no sabe desatar. La
consecuencia es evidente, la trinidad, solo existe para él de un
modo peculiar:
Dios
Padre, que me ama como un hijo...
Jesús,
el Señor, que me infundió su Espíritu en mi vida...
El
individualismo es absoluto. No existe aquí comunidad de creyentes.
Titularíamos este pensamiento, como la Trinidad y Yo, o Yo
y la Trinidad.
La
procesión sobresaliente de la Trinidad, es la alegría. Pensemos que
este personaje dice ser jesuita, pero la obediencia al Padre no
existe. Es una Fe forzada, pues la inteligencia no ve con claridad,
algo propio del modernismo, que perdió su facultad de razonar. La
alegría cubre su Yo autónomo, único y lleno de dudas.
...y
llevarme así al Reino eterno de vida. ¿Cómo sabe que así,
simplemente con alegría, llegará al Reino eterno?
Creo
en la Iglesia. Aquí se terminaron las dudas y arrancan las
certezas. Después de todo, ¿cómo se puede dudar de los hombres?
YO
Y LA HISTORIA
2
Creo que en la historia, que fue traspasada por la mirada de amor de
Dios y en el día de la primavera, 21 de septiembre, me salió al
encuentro para invitarme a seguirle.
Este
artículo por la sintaxis, es realmente oscuro. Los italianos lo
tradujeron como creo en mi historia...
Así
escrito, Bergoglio se siente un ser único en la historia, donde Dios
le sale al encuentro para que lo siga como protagonista único.
Para
los sacerdotes de esta generación, la historia toma un relieve de
suma importancia. Como vemos le sigue a la Trinidad. Es el influjo protestante hegeliano, o de su
colega, el jesuita Teilhard de Chardin, quien otorgó la base
teológica a esta generación perdida de Argentina.
BERGOGLIO
EL AUTORREFERENTE
El
Credo es un símbolo, un resumen de las cosas que dan el formato o
columna vertebral de lo que se cree.
De
aquí en adelante, el jesuita confundirá doctrina con las
procesiones de dicha doctrina. Bergoglio cree en las procesiones y
duda de la doctrina, lo cual es poner todo patas arriba. Las
procesiones no generan la doctrina.
Ya
vimos su debilidad en la doctrina de la Trinidad, esto trae
implicancias profundas, como esta, la de poner las procesiones como
artículos de Fe. Reitero algo que ya he escrito, Bergoglio es un
jesuita ignorante, no por incapacidad, sino porque odia todo lo que
sea razonar.
3.
Creo en mi dolor, infecundo por el egoísmo, en el que me refugio.
4.
Creo en la mezquindad de mi alma que buscar tragar sin dar…, sin
dar.
Como
expuse, estos dos artículos son contradictorios. Solo se cree en la
doctrina, no en las procesiones de dicha doctrina. Bergoglio hace un
análisis de conciencia, y se ve a sí mismo de este modo. Pero esto
no es artículo de Fe, es una procesión.
Aquí
Bergoglio hace gala de autorreferencia, la cual tanto condenó,
afirmando que era una mundanidad. El análisis de conciencia puede
estar mal hecho, lo cual siempre es posible o seguro. De este modo su
Yo cree ahora en su otro Yo interior, real o supuesto.
YO
Y LOS OTROS
5.
Creo que los demás son buenos y que debo amarlos sin temor y sin
traicionarlos nunca buscando una seguridad para mí.
El
punto quinto es crítico. Revela una faceta de la personalidad
bergogliana, un traidor profesional. Su personalidad, altamente
insegura, se sirve del prójimo para buscar una seguridad que no
posee Quien critica muy bien este punto es la página de Blondet,
donde según el autor de la nota, indica con mucha razón, que este
credo es para llevar al psiquiatra.
Aquí
el verbo “creo” tiene el significado de “debo”,
deber de creer en la bondad de los demás, que es lo que él no hace.
Como se perfila, es una personalidad donde falta el realismo. Los
demás pueden ser buenos o malos, y los hay de ambos bandos y todos
con algo bueno o malo. Bergoglio no percibe esta dualidad, propia del
pecado original.
Para
él todos son malos, desde quien dirige los franciscanos de la
Inmaculad Concepción a quien persigue con toda saña, hasta quienes
plantearon los dubia; excepto, claro está, los aduladores,
como Tucho y todos aquellos que se inclinan a sus plantas.
Lo que
Bergoglio busca es seguridad, y quienes lo cuestionan se la quitan, y
reacciona con miedo, pues su Yo está siendo cuestionado. Esto tiene
un nombre en la psiquiatría, se llama narcicismo; tomado del mito de
Narciso quien mirándose en la fuente se enamoró de su propia
imagen; quien cuestiona esta imagen reflejada en el espejo de la
fuente, es automáticamene misericordiado.
YO
Y LA VIDA RELIGIOSA
6.
Creo en la vida religiosa.
Nuevamente,
cree en una procesión.
YO
Y EL AMOR
7.
Creo que quiero amar mucho.
Además
de creer en una procesión, aquí es donde tapa su desorden
manifestado en los puntos 3 y 4. Ir a las periferias para mostrarse
magnánimo y luego perseguir a quienes lo cuestionan.
SU
TENSIÓN DIARIA
8.
Creo en la muerte cotidiana, quemante, a la que huyo, pero que me
sonríe invitándome a aceptarla.
No
habla aquí de la muerte corporal, sino del martirio cuotidiano al
que se enfrenta todo católico, del cual huye. Esta huída se
amortigua en el punto siguiente:
9.
Creo en la paciencia de Dios, acogedora, buena, como una noche de
verano.
YO
Y MIS SANTOS
10. Creo que papá está en el cielo, junto al Señor.
11. Creo que el padre Duarte está también allí, intercediendo por mi
sacerdocio.
Esto
se llama santificar los muertos, menos mal que creía en la Iglesia.
12. Creo en María, mi Madre, que ama y nunca me dejará solo.
Mientras
en la Trinidad decía quiero creer, con la Virgen María, a
quien no da el título de Virgen, cree sin dudas. Es la soledad lo que le asusta. Soledad en la que se vio cuando su madre quedó paralítica.
DEJATE
SORPRENDER
13. Y espero en la sorpresa de cada día en que se manifestará el amor,
la fuerza, la traición y el pecado, que me acompañarán siempre
hasta ese encuentro definitivo con ese rostro maravilloso que no sé
cómo es, que le escapo continuamente, pero quiero conocer y amar.
Amén.
De la
Fe nace la Esperanza, su esperanza no es la resurrección, sino la
sorpresa diaria.
Observemos
los cuatro elementos de la sorpresa diaria: amor, fuerza, traición,
pecado. Nuevamente, el Narciso se siente traicionado cada día, por
Némesis, la diosa de la venganza.
La
segunda parte, señala huir de la presencia divina. Mientras los
santos hacían lo imposible por verlo desde sus oraciones, preparando
su alma para la visión mística que Dios promete a las almas
preparadas, como enseñaba Santa Teresa de Ávila, Bergoglio huye de
la posible visión, más aún la ignora: no sé cómo es.
Aparece otra vez el jesuita ignorante, pero ignorante porque no
quiere conocer, pero se propone una voluntad de hacerlo: pero
quiero conocer y amar.
Nótese,
que en todo este símbolo de su creencia, no existen los dogmas
fundamentales del Credo. Si esto lo hubiese escrito en un momento de su vida, como todos nosotros escribimos cosas de juventud, y luego nos olvidamos de ellas, no existirían motivos de alarma. Son etapas de la vida. Pero conservar la hoja amarillenta del texto para releerla, es lo que asusta.
En el
artículo de Blondet, el autor presenta sus conclusiones, para
quienes no entienden italiano, les dejo una traducción de las
mismas, donde se hace una reseña de las principales deformaciones de
su personalidad:
.
Gran idea de sí mismo (minada en el paciente con íntimos
sentimientos de inferioridad, vulnerabilidad que conducen al miedo de
la confrontación e hipersensibilidad a la crítica).
.
Constante necesidad de admiración (que empuja a gestos
oportunistas para arrancar el aplauso.)
.
Sacar partido de las relaciones interpersonales (es decir, tomar
ventaja de otras personas para sus propios fines).
.
Ausencia de empatía, sobre todo: incapacidad de "ponerse en
la piel de los demás", reconocer y respetar los sentimientos y
necesidades del prójimo; no desea identificarse con sus deseos. El
narcisista es un "manipulador", que aprovecha los
escrúpulos de los otros para alcanzar sus metas, lo pisotea, y no
siente remordimiento. Prueba a menudo la envidia, y está convencido
de que otros tienen envidia de él.
.
Él piensa que es "especial" y único y sólo puede ser
entendido desde esta óptica, o desde tener que frecuentar, otras
personas (o instituciones) especiales o de clase social elevada.
Por
último, a él se le debe en la Argentina, el hecho de introducir el
cuadro de la Virgen desatanudos. Lo cual no hace sino revelar el
deseo que el nudo gordiano de su personalidad, fuese desatado.
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