Calesita

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Análisis del peculiar Credo bergogliano


Se afirma en este sitio, que Bergoglio conserva una hoja descolorida por el tiempo, donde en un momento de arranque místico, poco antes de ser ordenado sacerdote, escribió su propio credo. Del mismo surge una infinidad de conclusiones. Se puede ver desde el punto de vista psiquiátrico, cosa que hace Blondet desde este sitio, el cual es rico en el análisis de su tortuosa personalidad.
Tan solo doy un punto de vista teológico del mismo, y de las implicancias que este credo posee, por sus consecuencias.
Si alguien pensó que con este texto le hacía un bien a su “papa”, le demuestro que se equivocó rotundamente. Así son los católicos de hoy, crédulos hasta la idiotez.
Se puede hablar mucho más del mismo, no deseo extenderme y ser pesado para el lector, de allí que cada uno sacará sus propias conclusiones.
El texto lo tomo de la Revista Ecclesia.
YO Y LA TRINIDAD
1. Quiero creer en Dios Padre, que me ama como un hijo, y en Jesús, el Señor, que me infundió su Espíritu en mi vida para hacerme sonreír y llevarme así al Reino eterno de vida. Creo en la Iglesia.
En el punto primero de su peculiar credo, se inicia con la Trinidad.
Mientras que en todos los restates once artículos, afirma que cree, aquí afirma: Quiero creer.
La Fe si bien es mostrada por la inteligencia, se ejecuta por la voluntad. Sin voluntad es imposible creer. La voluntad es la procesión de la Fe. Cuando expresa taxativamente, la voluntad de creer y en el resto se omite, es porque la voluntad no procede conforme a la inteligencia. En otras palabras, Bergoglio desde este momento duda de la Trinidad, caso contrario diría simplemente: creo.
El misterio trinitario es el que da forma a toda la persona del católico; de allí que su duda persiste, tal como lo expusimos en nuestro artículo del día 29 de junio de 2016.
Esto revela la causa por la cual Bergoglio se siente más cómodo con judíos y musulmanes que no creen en ella. Al mismo tiempo, los pentecostales poseen una deformación trinitaria, como lo expuse haceunos años. Todo esto le hace bien a Bergoglio, cuya trinidad no es un misterio, sino un nudo gordiano que no sabe desatar. La consecuencia es evidente, la trinidad, solo existe para él de un modo peculiar:
Dios Padre, que me ama como un hijo...
Jesús, el Señor, que me infundió su Espíritu en mi vida...
El individualismo es absoluto. No existe aquí comunidad de creyentes. Titularíamos este pensamiento, como la Trinidad y Yo, o Yo y la Trinidad.
La procesión sobresaliente de la Trinidad, es la alegría. Pensemos que este personaje dice ser jesuita, pero la obediencia al Padre no existe. Es una Fe forzada, pues la inteligencia no ve con claridad, algo propio del modernismo, que perdió su facultad de razonar. La alegría cubre su Yo autónomo, único y lleno de dudas.
...y llevarme así al Reino eterno de vida. ¿Cómo sabe que así, simplemente con alegría, llegará al Reino eterno?
Creo en la Iglesia. Aquí se terminaron las dudas y arrancan las certezas. Después de todo, ¿cómo se puede dudar de los hombres?
YO Y LA HISTORIA
2 Creo que en la historia, que fue traspasada por la mirada de amor de Dios y en el día de la primavera, 21 de septiembre, me salió al encuentro para invitarme a seguirle.
Este artículo por la sintaxis, es realmente oscuro. Los italianos lo tradujeron como creo en mi historia...
Así escrito, Bergoglio se siente un ser único en la historia, donde Dios le sale al encuentro para que lo siga como protagonista único.
Para los sacerdotes de esta generación, la historia toma un relieve de suma importancia. Como vemos le sigue a la Trinidad. Es el influjo protestante hegeliano, o de su colega, el jesuita Teilhard de Chardin, quien otorgó la base teológica a esta generación perdida de Argentina.
BERGOGLIO EL AUTORREFERENTE
El Credo es un símbolo, un resumen de las cosas que dan el formato o columna vertebral de lo que se cree.
De aquí en adelante, el jesuita confundirá doctrina con las procesiones de dicha doctrina. Bergoglio cree en las procesiones y duda de la doctrina, lo cual es poner todo patas arriba. Las procesiones no generan la doctrina.
Ya vimos su debilidad en la doctrina de la Trinidad, esto trae implicancias profundas, como esta, la de poner las procesiones como artículos de Fe. Reitero algo que ya he escrito, Bergoglio es un jesuita ignorante, no por incapacidad, sino porque odia todo lo que sea razonar.
3. Creo en mi dolor, infecundo por el egoísmo, en el que me refugio.
4. Creo en la mezquindad de mi alma que buscar tragar sin dar…, sin dar.
Como expuse, estos dos artículos son contradictorios. Solo se cree en la doctrina, no en las procesiones de dicha doctrina. Bergoglio hace un análisis de conciencia, y se ve a sí mismo de este modo. Pero esto no es artículo de Fe, es una procesión.
Aquí Bergoglio hace gala de autorreferencia, la cual tanto condenó, afirmando que era una mundanidad. El análisis de conciencia puede estar mal hecho, lo cual siempre es posible o seguro. De este modo su Yo cree ahora en su otro Yo interior, real o supuesto.
YO Y LOS OTROS
5. Creo que los demás son buenos y que debo amarlos sin temor y sin traicionarlos nunca buscando una seguridad para mí.
El punto quinto es crítico. Revela una faceta de la personalidad bergogliana, un traidor profesional. Su personalidad, altamente insegura, se sirve del prójimo para buscar una seguridad que no posee Quien critica muy bien este punto es la página de Blondet, donde según el autor de la nota, indica con mucha razón, que este credo es para llevar al psiquiatra.
Aquí el verbo “creo” tiene el significado de “debo”, deber de creer en la bondad de los demás, que es lo que él no hace. Como se perfila, es una personalidad donde falta el realismo. Los demás pueden ser buenos o malos, y los hay de ambos bandos y todos con algo bueno o malo. Bergoglio no percibe esta dualidad, propia del pecado original.
Para él todos son malos, desde quien dirige los franciscanos de la Inmaculad Concepción a quien persigue con toda saña, hasta quienes plantearon los dubia; excepto, claro está, los aduladores, como Tucho y todos aquellos que se inclinan a sus plantas.
Lo que Bergoglio busca es seguridad, y quienes lo cuestionan se la quitan, y reacciona con miedo, pues su Yo está siendo cuestionado. Esto tiene un nombre en la psiquiatría, se llama narcicismo; tomado del mito de Narciso quien mirándose en la fuente se enamoró de su propia imagen; quien cuestiona esta imagen reflejada en el espejo de la fuente, es automáticamene misericordiado.
YO Y LA VIDA RELIGIOSA
6. Creo en la vida religiosa.
Nuevamente, cree en una procesión.
YO Y EL AMOR
7. Creo que quiero amar mucho.
Además de creer en una procesión, aquí es donde tapa su desorden manifestado en los puntos 3 y 4. Ir a las periferias para mostrarse magnánimo y luego perseguir a quienes lo cuestionan.
SU TENSIÓN DIARIA
8. Creo en la muerte cotidiana, quemante, a la que huyo, pero que me sonríe invitándome a aceptarla.
No habla aquí de la muerte corporal, sino del martirio cuotidiano al que se enfrenta todo católico, del cual huye. Esta huída se amortigua en el punto siguiente:
9. Creo en la paciencia de Dios, acogedora, buena, como una noche de verano.
YO Y MIS SANTOS
10. Creo que papá está en el cielo, junto al Señor.
11. Creo que el padre Duarte está también allí, intercediendo por mi sacerdocio.
Esto se llama santificar los muertos, menos mal que creía en la Iglesia.
12. Creo en María, mi Madre, que ama y nunca me dejará solo.
Mientras en la Trinidad decía quiero creer, con la Virgen María, a quien no da el título de Virgen, cree sin dudas. Es la soledad lo que le asusta. Soledad en la que se vio cuando su madre quedó paralítica.
DEJATE SORPRENDER
13. Y espero en la sorpresa de cada día en que se manifestará el amor, la fuerza, la traición y el pecado, que me acompañarán siempre hasta ese encuentro definitivo con ese rostro maravilloso que no sé cómo es, que le escapo continuamente, pero quiero conocer y amar. Amén.
De la Fe nace la Esperanza, su esperanza no es la resurrección, sino la sorpresa diaria.
Observemos los cuatro elementos de la sorpresa diaria: amor, fuerza, traición, pecado. Nuevamente, el Narciso se siente traicionado cada día, por Némesis, la diosa de la venganza.
La segunda parte, señala huir de la presencia divina. Mientras los santos hacían lo imposible por verlo desde sus oraciones, preparando su alma para la visión mística que Dios promete a las almas preparadas, como enseñaba Santa Teresa de Ávila, Bergoglio huye de la posible visión, más aún la ignora: no sé cómo es. Aparece otra vez el jesuita ignorante, pero ignorante porque no quiere conocer, pero se propone una voluntad de hacerlo: pero quiero conocer y amar.
Nótese, que en todo este símbolo de su creencia, no existen los dogmas fundamentales del Credo. Si esto lo hubiese escrito en un momento de su vida, como todos nosotros escribimos cosas de juventud, y luego nos olvidamos de ellas, no existirían motivos de alarma. Son etapas de la vida. Pero conservar la hoja amarillenta del texto para releerla, es lo que asusta.
En el artículo de Blondet, el autor presenta sus conclusiones, para quienes no entienden italiano, les dejo una traducción de las mismas, donde se hace una reseña de las principales deformaciones de su personalidad:
. Gran idea de sí mismo (minada en el paciente con íntimos sentimientos de inferioridad, vulnerabilidad que conducen al miedo de la confrontación e hipersensibilidad a la crítica).
. Constante necesidad de admiración (que empuja a gestos oportunistas para arrancar el aplauso.)
. Sacar partido de las relaciones interpersonales (es decir, tomar ventaja de otras personas para sus propios fines).
. Ausencia de empatía, sobre todo: incapacidad de "ponerse en la piel de los demás", reconocer y respetar los sentimientos y necesidades del prójimo; no desea identificarse con sus deseos. El narcisista es un "manipulador", que aprovecha los escrúpulos de los otros para alcanzar sus metas, lo pisotea, y no siente remordimiento. Prueba a menudo la envidia, y está convencido de que otros tienen envidia de él.
. Él piensa que es "especial" y único y sólo puede ser entendido desde esta óptica, o desde tener que frecuentar, otras personas (o instituciones) especiales o de clase social elevada.
Por último, a él se le debe en la Argentina, el hecho de introducir el cuadro de la Virgen desatanudos. Lo cual no hace sino revelar el deseo que el nudo gordiano de su personalidad, fuese desatado.



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