En uno
de sus trasnochados sueños, el somnoliento Bergoglio, elevó a su
madre, la Pachamama amazónica, como el eje de su personal
inculturación. Es su jesuítico aporte para una iglesia en salida.
Se sobreentiende que no es una salida de su cómoda Santa Marta, sino
una salida del dogma católico, que significa universal.
En su
nefasto 66 de su Querida Amazonia, nuestro hijo de Arrio, plantea la
inculturación como una re-configuración de la identidad católica
o universal. En otras palabras, abandonemos lo universal y vayamos a
lo particular; abandonemos el continente y vayamos con bombos y
platillos a una región, olvidémonos de todas las naciones y
abracemos un río, quitémonos nuestras ropas y ceñidos con
plumas y ramas pintémonos la cara conforme al majestuoso ideal
paleolítico.
La
originalidad
San
Antonio (251-356), recluido en el desierto egipcio, no sabía leer ni
escribir, pero todo el movimiento monacal se inicia con su ejemplo.
Los primeros monjes eran campesinos, es decir, fue el movimiento de
los labradores o «fellahin», muy distantes de la cultura.
Hablaban copto y la cultura helénica les era ajena, pero no les era
ajeno el cristianismo que habían abrazado.
Meditando
el caso de San Antonio, resulta chocante vernos obligados a leer en
el sueño del somnoliento Bergoglio:
...«una
fe que no se haga cultura es una fe no plenamente acogida, no
totalmente pensada, no fielmente vivida». (Querida Amazonia 89)
Ahora
bien bergoglianos, ¿porqué no salen a decir que este movimiento de
los «fellahin» con San Antonio como ejemplo,
poseían una fe no plenamente acogida, no totalmente
pensada, no fielmente vivida?
Un
mundano en el desierto
San
Antonio y Bergoglio difieren como el día y la oscura noche. De
Antonio diría este nefasto cardenal, que es un autorreferente y que
no sabe nada del protocolo de Mateo (21, 31-46), después de todo,
tal vez nunca escuchó el pasaje, y leerlo era imposible, pues no sabía leer. No le dio en
Alejandría baños a los pobres ni les repartió pizza en las
iglesias.
San
Antonio no fue idólatra, ignoramos si no tiró algún ídolo al Nilo, pero no adoró la diosa Isis, no se embarcó con
el gnosticismo de su época, un gnosticismo muy diverso al que
imagina el desopilante Bergoglio. Después de todo, el gnosticismo
era la moda de las clases sabias y cultas. El catolicismo era en esos
tiempos, la barbarie helénica. San Antonio no buscó los favores de
los poderosos emperadores, ni se arrodilló ante Arrio para que lo
bendijera. Como diría Bergoglio, no hacía más que mirarse el
ombligo. Como podríamos añadir siguiendo los postulados
bergoglianos; este eremita era un mundano que se alejó del mundo
para vivir en el desierto según el mundo; pues a esta conclusión
nos lleva el pensamiento de este contradictorio jesuita.
Tres
inculturadores
Sin
embargo, al norte de ese mismo Egipto sugieron los grandes
inculturadores, como Clemente de Alejandría y Orígenes.
Para
hacer más accesible el pensamiento inculturador de esos primeros
siglos del cristianismo, podríamos añadir al primer cristiano
filósofo: San Justino.
La
diferencia existente entre los tres, es que San Justino mártir en el
165, opinaba que en la cultura filosófica de su tiempo, el
neoplatonismo, se encontraban gérmenes inspirados en el Espíritu
Santo, a los que llamó el logos spermatikós (λόγος
σπερματικός).
En
cambio Clemente de Alejandría (150-215) fue mucho más lejos,
diciendo que existían dos Antiguos Testamentos, el hebreo por un
lado y el de la filosofía griega por el otro.
Por su
parte, nuestro tercer inculturador, Orígenes (184-253), debiendo
costearse su vida y la de sus familiares, pues por cristianos, los
romanos les habían quitado todos sus bienes, daba clases
particulares de platonismo, tanto a cristianos como a paganos.
¿Qué
diferencias hallamos entre el jesuita inculturador Bergoglio y esta
tríada compuesta por San Justino, Clemente y Orígenes?
La
idolatría
La
mayor de las diferencias es, que mientras Bergoglio avaló la
adoración de un ídolo y se sintió triste cuando se lo tiraron al
Tíber, Justino sufrió martirio por no adorar los ídolos. Por su parte ni a Clemente, ni a Orígenes
jamás se los acusó de idolatría.
Es que
inculturación e idolatría no pueden comer de la misma mesa, como lo
hizo escandalosamente Bergoglio; el mismo que no se arrodilla en
funciones litúrgicas católicas, pero lo hace complaciente en las
pentecostales.
Pachamama
o Verdad
La
segunda diferencia es que mientras para el pachamámico Bergoglio, la
cultura amazónica paleolítica es un dios, para los tres
inculturadores puede hallarse un destello del Espíritu divino. Dicho en otros
términos, en la filosofía griega se hallaban verdades, mientras que
la Pachamama es la Verdad.
Así
lo expresaba Orígenes a un antiguo discípulo suyo:
«Ruégote
que tomes de la filosofía griega aquellas cosas que puedan ser
conocimientos comunes o educación preparatoria para el cristianismo,
y de la geometría y astronomía lo que pueda ser útil para la
exposición de la Sagrada Escritura, a fin de que lo que los
discípulos de los filósofos dicen de la geometría y música, y
gramática, y retórica, y astronomía, a saber, que son siervas de
la filosofía, podamos decirlo nosotros de la filosofía misma en
relación con el cristianismo» 1.
Cuando
los tres inculturadores miraban la filosofía griega, no lo hacían
para encarnarla en el cristianismo, sino para contemplar aspectos de
la única Verdad que es Dios mismo.
Cultura
contra filosofía
La
tercera diferencia consiste en que los inculturadores hablaban de
filosofía, no hablaban de helenismo, ni de cultura helénica;
mientras el paleolítico Bergoglio habla de culturas, no de
filosofías, a las cuales como buen ignorante, desconoce.
Redención
y cultura
La
cuarta diferencia consiste en que mientras para los tres
inculturadores, Jesucristo era el redentor y el elevador de la
humanidad caída; para Bergoglio, nieto de Luciano de Antioquía, el
redentor y elevador es la cultura:
...la
cultura «no es solamente sujeto de redención y elevación, ...».
(Querida Amazonia 67)
Seguramente
alguno saldrá como abogado defensor, a decir que el significado de
redención no es absoluto sino limitado; pero cuando se calla,
es porque se afirma. Es por esta razón que...
...la
Iglesia no pretende negar la autonomía de la cultura. (Querida
Amazonia 67)
Más
claro imposible. La cultura es la que gobierna el mundo, no
Jesucristo.
Cultura
y Gracia
La
Gracia es la Vida que proviene de Dios Padre y que por mediación de
Jesucristo llegó a los apóstoles, para que estos la administren con
los misterios, a todos los hombres de Fe. Entre Dios Padre y los
creyentes, solo existe un mediador: Jesucristo. No como testifica el idólatra Bergoglio:
..la
cultura «... puede también jugar un rol de mediación y de
colaboración». (Querida Amazonia 67)
Encarnación
y Cultura
Para
los tres inculturadores, solo existía una encarnación, Jesucristo.
Para Bergoglio, el hijo de Arrio y el nieto de Luciano de Antioquía,
solo la cultura se encarna.
Por lo
tanto esta formulación es herética, pues entre Dios Padre, que no
se menciona, y los hombres, no media Jesucristo sino la cultura:
...«la
gracia supone la cultura, y el don de Dios se encarna en la cultura
de quien lo recibe». (Querida Amazonia 91)
Los
peligros de la inculturación
Pero
toda inculturación trae aparejado este problema, tal como lo refiere
Quasten en su Patrología:
Sin
embargo, Orígenes cometió el error de dejar que la filosofía de
Platón influyera en su teología más de lo que él mismo
sospechaba.2
Todos
sus errores escatológicos nacen de su platonismo.
En
este ámbito escatológico, no podemos diferenciar a Bergoglio de
Orígenes, como no podemos diferenciar a Gregorio de Nisa (335-394) con este
torpe jesuita de vanguardia.
Si
Orígenes hablaba de la la preexistencia de las almas, y de la en la
restauración universal al fin de los tiempos, o la apocatástasis
donde hasta los demonios quedaban redimidos; Bergoglio, sotto voce,
habla de la destrucción de las almas perversas y de una misericordia
ajena a toda justicia.
Gregorio de Nisa fue más lejos que Orígenes, afirmando
que la apocatástasis no sería...
...el
fin del mundo, sino una fase transitoria, sólo una entre una
ilimitada sucesión de mundos donde la apostasía y el retomo a Dios
se van sucediendo una y otra vez. 3
Como
dice Quasten:
Hay
que decir simplemente que se equivocó al querer conquistar alturas
de especulación donde pocos mortales osan poner sus pies. 4
Hoy,
en este reinado absolutista de Bergoglio, podemos visualizar como lo
hicimos en nuestra primera entrada, algo que nos recuerda el viejo
platonismo, algo que nos recuerda a Orígenes y la concepción de los
mundos de Gregorio de Nisa.
__________________________________________
1
Quasten. Patrología I, Pág. 355.
2
Ibídem.
3
Quasten. Patrología II, Pág. 323.
4
Ibídem. Pág, 324.
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