Para
Wittgenstein el lenguaje era un juego, pero existen juegos peligrosos
y hasta mortíferos, el lenguaje de la Liturgia es uno.
El
lenguaje no es el ser, sino una expresión del mismo. El primer problema
es que los modernistas confunden el lenguaje con el ser.
Escribía
Juan Rubio, ex director de Vida Nueva:
¡Cuántas
veces el problema es el lenguaje! Hay ocasiones en que la palabra
corrompe el pensamiento. 1
Si Rubio seguía a Wittgenstein, debe reconocer que esto es un
juego. La palabra no puede corromper el pensamiento ni siquiera
como figura metafórica. La palabra es una expresión del pensamiento
y si alguien cree que corrompe el pensamiento es porque se expresó
mal o el auditorio no comprende el mensaje oral, pues adolece de
cierto contexto. Concretamente, si intervengo en un simposio médico,
por lógica no comprenderé las exposiciones, porque no es mi
contexto. Así como los médicos no pueden entender una exposición
en un simposio filosófico, están fuera de ese contexto.
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Según Wittgenstein el significado es el uso. |
De
este lenguaje supuestamente corrupto, pasa Rubio a criticar el
lenguaje presente:
Hablamos
un lenguaje tan cartesiano y atado al duro banco de la escolástica
aprendida, que a la gente le cuesta trabajo entendernos. 2
Francamente
a mí me cuesta entender a Rubio, porque si el lenguaje es
cartesiano, entonces no es escolástico, excepto que escolástica
sea lo que aprendió él en la escuela de Descartes. Caso contrario debo
decir que Rubio algo ignora. Aquí estamos ante otro juego de
Wittgenstein, mezclar con los labios embusteros de los que habla el Salmo 11,
cartesianismo con escolástica.
Y
pasa Rubio a los ejemplos de este juego o entuerto:
Hay
palabras en la liturgia y en la predicación que son como adoquines
en la calle, estorbos para caminar, cuando lo que debe de ser es el
mejor vestido del pensamiento. 3
Otro
juego de Wittgenstein. Una cosa es el lenguaje de la liturgia y
otra cosa es el lenguaje de la predicación.
Si
Rubio pretende que la Liturgia descienda hasta el lenguaje en uso,
alguien le debe explicar, que esto jamás fue así. En los orígenes
del cristianismo, en Roma se hablaba griego y latín. La lengua
cultural era el griego, y la Liturgia era en griego. Cuando el griego
dejó de usarse, en Roma se hablaba dos clases de latín, el clásico
y el de la gente simple, usado por la milicia y el comercio, era el
latín vulgar. La Liturgia se hacía en el latín clásico: aquel
que seguía las reglas gramaticales de los grandes escritores. La
Liturgia no descendía al uso corriente. Cuando diversos pueblos ocuparon regiones del Imperio Romano, se hablaba una lengua romance, pero la Liturgia perduró con el latín clásico.
Si
la liturgia presenta adoquines, es porque los prelados son
adoquines, incapaces de enseñar.
Y
los prelados predican adoquines, lo cual es cierto en muchos de
ellos, y lo he comprobado. Pero dicen adoquines, porque les falta capacidad y preparación. ¿Quién de estos tomó clases de oratoria? Otro hermoso juego de Wittgenstein.
Y
se engola Rubio afirmando:
Pero
abunda el empeño de un lenguaje engolado, con acento de bóveda y
que echa para atrás como olor fétido. 4
Aquí
por fin entendemos lo del lenguaje que corrompe el pensamiento.
Algo insólito. Mas allá de sus metáforas, el pensamiento de Rubio
es realmente fétido, y Rubio predica desde su bóveda, no como yo,
que no predico y solo hablo desde el llano de la calle.
Esta
crítica de Rubio, se cura no cambiando el lenguaje, sino capacitando
al que habla y al que escucha. Es triste ver como Rubio iguala
hacia abajo, hacia el fango, hacia lo fétido. Es lo que oímos en ciertas diócesis de Buenos Aires, donde al fiel se le da el trato de usted, pero en la Liturgia al Dios Padre se da el tratamiento de vos, pero el vos del voseo rioplatense: como por ejemplo:
- ¡Qué bueno sos Padre Dios!
Así oímos a Bergoglio hablar como jesuita ignorante: "Dejáte sorprender." O sus nuevos verbos: "Dios te misericordea". O como escribó en Gaudete et Exsultate: "Se trata de ofrecernos a él que nos primerea"... (56), y nuevamente vuelve a sacarle brillo a esta joya del lenguaje: "Jesús nos primerea en el corazón de aquel hermano"...(135)
Y
remata su corrupto pensamiento el sesudo Rubio, pasado a limgüista:
Los
límites del lenguaje son los límites del mundo, que dijera
Wittgenstein. 5
Por
supuesto aquí se habla del lenguaje secularizado y ateo; pues el
lenguaje católico es el Logos divino, palabra del Padre transmitida
por su Hijo encarnado. Aquí radica la diferencia entre el lenguaje
de los adoquines del secularismo moderno y el lenguaje divino, usado en
la Liturgia, cuyo límite es el Logos, Hijo único del Padre.
1
http://www.vidanuevadigital.com/archivo/pentecostes-el-lenguaje-va-mas-alla-de-las-palabras-juan-rubio/
2
Ibídem.
3
Ibídem.
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