Ninguno después de encender una antorcha la tapa con una vasija, ni la mete debajo de la cama; sino que la pone sobre un candelero, para que dé luz a los que entran. // Οὐδεὶς δὲ λύχνον ἅψας καλύπτει αὐτὸν σκεύει ἢ ὑποκάτω κλίνης τίθησιν, ἀλλ' ἐπὶ λυχνίας ἐπιτίθησιν, ἵνα οἱ εἰσπορευόμενοι βλέπωσι τὸ φῶς. (Lucas 8,16)
Calesita
domingo, 3 de abril de 2022
Vexilla Regis
El
autor de este Himno, el cual se canta en vísperas durante la Semana
de Pasión y la Semana Santa, es Venantius Fortunatus (530-609).
La
poesía de Venancio marca el límite entre la antigüedad romana y la
literatura medieval. Nació cerca de la actual Treviso y estudió en
Rávena.
En el
565 peregrina en agradecimiento hacia la tumba de San Martín de
Tours, estableciéndose dos años después en Poitiers. Allí fue
ordenado sacerdote y en el 599 obispo de dicha ciudad.
Este
himno en honor a la Santa Cruz, lo compuso el autor, cuando el
emperador Justino II y la emperatriz Sofía envían un trozo de la
Cruz, a la reina Radegunda, que se había retirado a un monasterio
cerca de Poitiers. El himno, junto con otros, acompañó la reliquia
en su procesión.
Hymnus
in honore sanctæ crucis / Himno en honor a la Santa Cruz
El
texto original del himno sufrió con el paso del tiempo
modificaciones, reformas y añadiduras.
Describir
el proceso donde los himnos de Venancio llegaron hasta los textos
actuales, es todo un rompecabezas. Para el texto original, sigo el
texto presentado por la Biblioteca Augustana 1,
el cual está tomado de una edición de Berlín en 1881, editado por
Friedrich Leo en Auctores antiquissimi IV/1.
En el
año 1632, el Papa Urbano VIII reformó todos los himnos que se
cantaban en las horas litúrgicas. Como se ve, la reforma
protestantizada de Bugnini se toma de la posibilidad de reformar los
textos originales, sobre todo en una época, donde el autor carecía
de todo valor. Por supuesto, es necesario decir que Urbano VIII era
católico, mientras Bugnini fue sacado del Vaticano por masón.
Al
mismo tiempo, el texto sufrió variantes, en manos de los
monasterios. Personalmente sigo en la música al rito monástico, el
cual se muestra en el vídeo al final del artículo, basado en textos
del 1934. Para los que no siguen el rito monástico, dejamos el texto
que se canta en la liturgia gregoriana.
Para
que el lector entienda esto, dejo la traducción versificada del
texto romano. Sobre el texto latino dejamos tres versiones: el que se
considera original, el monástico que va entre paréntesis simultáneo
al texto original en nuestro comentario, y el romano reformado por el
papa Urbano VIII.
Las
estrofas 2, 7 y 8 del original, se omiten cuando el canto se emplea
en la liturgia.
Un
autor anónimo posterior, agregó las dos estrofas finales en honor a
la Santa Cruz.
Estamos
ante uno de los himnos más grandes de la liturgia occidental. Poder
entender el himno, es menester conocer el dogma de la Redención,
dogmas hoy olvidados por muchas de nuestras nefastas y necias
autoridades eclesiásticas, que actúan sin ninguna base dogmática.
Del
dogma se pasa a la poesía, y es allí donde interviene la mística,
con su lenguaje propio, donde las palabras indican que son
insuficientes para expresar el misterio representado.
Primera
estrofa
Esta
insuficiencia del lenguaje, es lo que percibimos en la primera
estrofa. He aquí una versificación castellana del texto romano:
Las banderas reales se
adelantan
Y la Cruz misteriosa en
ellas brilla:
La Cruz en que la Vida
sufrió muerte
Y
en que sufriendo muerte nos dio vida.
Texto
Original
Texto
reformado por Urbano VIII
1
Vexilla
regis prodeunt,
fulget
crucis mysterium,
quo
carne carnis conditor
suspensus
est patibulo.
1
Vexilla
Regis prodeunt;
Fulget
Crucis mystérium,
Qua
vita mortem pértulit,
Et
morte vitam protulit.
Es la
cruz del misterio, pues la Vida de Jesucristo sufrió la muerte y
sufriendo la muerte otorgó la Vida para quienes siguen este
estandarte. El texto latino reformado por Urbano VIII contrapone los
verbos pértulit, y protulit, ambos
verbos compuesto del verbo irregular fero
en Pretérito Perfecto, uno con la preposición per
y el segundo con la preposición pro:
per-fero: llevar la
vida hasta la muerte; y pro-fero
sacar la vida de la muerte.
Por su
parte Venancio es más descriptivo, el texto monástico no hace caso
a la reforma barroca de Urbano, y mantiene el original de los dos
últimos versos, el cual afirma que el Creador de la carne, en carne
subió al patíbulo.
Tercera
estrofa
Ella sostuvo el
sacrosanto cuerpo
Que al ser herido por la
lanza dura
Derramó sangre y agua en
abundancia
Para
lavar con ellas nuestras culpas.
Así
se versificó en castellano la versión de Urbano VIII; la monástica
mantiene el original, y en ambos casos no varía el sentido amplio.
Quien
fue herido por la lanza arroja agua y sangre para lavar la Humanidad.
El agua lava los crímenes y la sangre purifica lo lavado. Si Juan
el Bautista lavaba con agua la conversión, la sangre de Jesucristo
lavó en forma definitiva la desordenada naturaleza humana.
Texto
Original
Texto
reformado por Urbano VIII
3
Quo
vulneratus insuper
mucrone
diro lanceæ,
ut
nos lavaret crimine,
manavit
unda et sanguine.
3
Quæ
vulnerata lanceæ
Mucrone
diro, criminum
Ut
nos lavaret sórdibus,
Manávit
unda et sánguine.
Cuarta
estrofa
En ella se cumplió
perfectamente
Lo que David profetizó
en su verso,
Cuando dijo a los pueblos
de la tierra:
"Nuestro
Dios reinará desde un madero".
Texto
Original
Texto
reformado por Urbano VIII
4
Inpleta
sunt quæ concinit
David
fideli carmine,
dicendo
nationibus:
(Dicens:
In nationibus)
regnavit
a ligno deus.
4
Impléta
sunt quæ concinit
David
fidéli carmine,
Dicendo
natiónibus:
Regnávit
a ligno Deus.
La
cuarta estrofa hace mención a los Salmos que se atribuyen al rey
David, concretamente al Salmo 95, el cual concluye de este modo:
(el
Señor)... viene a gobernar la tierra. Gobernará la tierra con
justicia; gobernará los pueblos con su verdad.
El
salmo sufre un añadido que no se halla en la versión hebrea y falta
en muchos códices griegos. El agregado al que hace referencia
Fortunato, fue una nota útil para la enseñanza. El texto con este
dato, lo cita Tertuliano, San Agustín y Gregorio de Tours; más aún,
San Justino quien ignoraba que fuese un agregado didáctico, acusa a
los judíos de haberlo borrado por hacer alusión a Jesucristo. Como
se ve, figuraba en muchos textos de la época. San Justino escribe en
griego, aún estando en Roma, señal que lo obtuvo de un texto
griego. Esto hace que su apología se extienda en los textos latinos,
donde lo toman el resto de los autores.
Esto
era frecuente en los viejos textos, donde explicaciones y texto no se
diferenciaban en absoluto. Y para dato de los protestantes,
ignorantes en su gran mayoría, aún no existía la imprenta ni el
derecho de autor.
Para
explicarlo mejor, en casa poseo muchos libros usados, sus dueños
anteriores hacían anotaciones en los márgenes, con lápiz o con
tinta. Al leer el texto reconozco gracias a la imprenta que son
añadiduras. Pero por entonces no existía imprenta y en algunos
casos era difícil diferenciar texto de explicaciones. De allí que
para los protestantes desaforados, que utópicamente siguen buscando
el texto original, se hace forzoso decirles, que sin imprenta ellos
no existirían, pues su tradición está ligada a las consecuencias
inevitables de este invento renacentista.
No es
de extrañar, que los reformadores del Vaticano II intentaran abolir
el himno por esta cita, lo cual debe verse con una visión amplia. La
mezquindad junto a la ultracorrección, no deben estorbar la piedad
litúrgica. Más aún, al ingresar el himno en la liturgia, entra de
hecho en la Tradición, algo que el Vaticano II olvidó definir, pues
la liturgia es parte integrante de la Tradición. Es lo que Urbano
VIII vio, y que los reformadores del Vaticano II nunca vieron, o no quisieron ver.
Y que
Dios reina desde un madero, es Verdad, lo haya dicho David, o el
anónimo que lo adosó. Por otra parte, David no escribió todos los
salmos, sino que simplemente se le atribuyen, como aquí erróneamente
también se le atribuye. Además esto es Verdad para los ignorantes
iconoclastas musulmanes. Todos verán en breve este signo en los
cielos, y se golpearán el pecho, pues Dios reina desde el madero.
Quinta
estrofa
¡Árbol lleno de luz,
árbol hermoso,
Árbol ornado con la
regia púrpura,
Y destinado a que su
tronco digno
Sintiera
el roce de la carne pura!
Texto
Original
Texto
reformado por Urbano VIII
5
Arbor
decora et fulgida,
ornata
regis purpura,
electa,
digno stipite
tam
sancta membra tangere!
5
Arbor
decora et fulgida,
Ornata
Régis purpura,
Elécta
digno stípite
Tam
sancta membra tángere.
Árbol
de Luz, Luz que brota de la sangre púrpura. La madera es elegida
directamente por Dios, pues Jesucristo aceptó por obediencia la
muerte que su Padre le ordenó padecer, y esta madera luminosa y
púrpura tocó los miembros del Salvador de la Humanidad, al mismo
tiempo está dispuesta para sufrir nuevamente la muerte por cualquier
pecador que así lo necesite. Su renovación de la muerte se hace en
el sacrificio de la misa tridentina tradicional, que así lo realiza.
Sexta
estrofa
¡Dichosa Cruz que con
tus brazos firmes,
En que estuvo colgado
nuestro precio,
Fuiste balanza para el
cuerpo santo
Que
arrebató Su presa a los infiernos!
Aquí
nos hallamos con variantes, las cuales no cambian el sentido
general. El texto original, sufre cambios en el rito monástico, es
el que colocamos entre paréntesis, al mismo tiempo el texto
reformado mantiene con cambios el original. Es aquí donde vemos lo
dificultoso de llegar al supuesto texto original, pues el presentado
por la Biblioteca Augustana, puede ser tomado en duda.
Vemos un ejemplo de lo que sucede con todos los textos antiguos, sin
excepción de ninguna índole.
Texto
Original
Texto
reformado por Urbano VIII
6
Beata
cuius brachiis
pretium
pependit saeculi!
(Sæcli
pependit pretium)
statera
facta est corporis
(Statera
facta córporis,)
praedam
tulitque Tartari.
(Prædámque
tulit tártari.)
6
Beáta,
cujus bráchiis
Prétium
pependit sæculi,
Statera
facta córporis,
Tulitque
prædam tartari.
La
Cruz es “beata”, bienaventurada, por lo dicho acerca de la Luz,
la púrpura de la sangre que corrió por ella, y por su elección;
pero falta algo más: La Cruz es la balanza de los siglos, donde
colgó el precio necesario para rescatar del Tártaro la muerte, no
solo del cuerpo sino también la eterna del espíritu. Hasta entonces, nada
podía vencer el peso del platillo del Tártaro, siendo la Humanidad
condenada a morir.
Cantan
los versos del Salmo 48, atribuido al rey David:
Nadie
puede rescatar al hombre de la muerte,
nadie
puede dar a Dios su rescate;
pues
muy caro es el precio de rescate de la vida,
y
ha de renunciar por siempre
a
continuar viviendo indefinidamente sin ver la fosa. (8-10)
La
muerte de Jesucristo pudo vencer el peso de la muerte colgando en el
platillo de la Vida, anulando los versos de David.
Esta
estrofa se canta de rodillas en el Oficio de Vísperas. Es una
adoración a la Luz que brota de ella, a la púrpura que pagó el
rescate al Tártaro; Cruz que no solo es pasado, sino que sigue
actuando, pues el precio del rescate otorga la Luz o la Gracia divina
y borra los pecados y las culpas.
Décima
estrofa
Recibe, oh Trinidad,
fuente salubre,
La alabanza de todos los
espíritus,
Y Tú que con tu Cruz nos
das el triunfo,
Añádenos el premio, oh
Jesucristo.
Amén
Texto
monástico
Texto
reformado por Urbano VIII
10
Te
Summa Deus Trinitas,
Collaudet
omnis spiritus :
Quos
per Crucis mysterium
Salvas,
rege per sæcula. Amen.
10
Te,
fons salútis, Trínitas,
Collaudet
omnis spíritus:
Quibus
Crucis victóriam
Largiris,
adde præmium.
Amen.
Como
sucede en todos los himnos, la última estrofa es una doxología a la
Trinidad, adaptada en este caso a la victoria del misterio de la
Cruz.
El
vídeo que va a continuación, está tomado en vivo de la Abadía de
Barroux, los monjes colocan todas sus oficio, excepto los nocturnos,
para que puedan seguirse. Este es el link de la abadía. El texto
está tomado del Antiphonale Monasticum pro Diurnis Horis de 1934,
Páginas 383 y 384.
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