El
fin de semana transcurrido, nos han dado una muestra acabada de las
reales dimensiones de esta revolución vaticana, la cual podemos ya
llamar, revolución bergogliana, pues el peso que ejerce el idealismo
de Tubinga con Kasper, su exponente ideológico, parece
intrascendente. Dato al que no se puede dejar de tomar en cuenta.
Veintisiete
dirigentes europeos se reunieron en Roma para conmemorar un
aniversario de los tratados que paulatinamente generaron la Unión Europea. En su momento
era una forma de tomar entidad frente las potencias que se hacían la
famosa guerra fría, hoy es un grisáceo y deslucido exponente
de fuerzas ocultas, que pretenden dirigir el universo. Fuerzas que
deben enfrentar el éxodo de las masas disconformes, junto a
componentes nihilistas y antisistemas. De allí la importancia del
acontecimiento.
¿Qué
papel jugaría Bergoglio en todo esto? Políticamente, es para los
líderes europeos una figura acabada. Esta marginación dejaba al
pobre pseudopapa totalmente fuera de escena.
La
“síndaco” de Roma, oriunda de los sectores nihilistas y
antisistemas italianos, se dio el lujo de dar su mano a la teutona
Merkel.
¿Y
Bergoglio?
Había
que dar una respuesta contundente a estos líderes de su hegemonía
personal; mostrar que su figura política no está acabada, que tiene
cuerda para seguir con la revolución vaticana, cada día más
suya. Mostrar a la cara de Kásper y de todos los teutones de lo que
es capaz.
Corriere della Sera. Caricatura irónica de Gianelli: "Todos los jefes de estado europeas están aquí en Roma". "Su santidad los vio ayer y hoy se escapó para Milán. |
Acto
seguido salió “de viaje” hacia Milán, diócesis de su manager,
el fallecido cardenal Martini, hoy conducida por quien fuera
candidato a Papa del gran reformador del papado, Benedicto XVI:
hablamos de Angelo Scola. Este cardenal es hijo de un socialista, y
en su juventud ingresa en el partido comunista. El grupo cristiano
Comunión y Liberación lo rescata, llegando con el tiempo a cardenal.
Como
era de esperarse, una multitud recibió a “su” Bergoglio. Los
periodistas que dicen ser católicos, hablan de un millón de
personas. Si tomamos en cuenta que la Arquidiócesis de Milán tiene
tan solo cinco millones de almas, notamos lo absurdo de la agencia
católica argentina, donde una quinta parte salió hacia su
Francisco. Así es como “informan”.
El
hecho no solo es político, sino que alcanza el éxtasis en los
niveles del peronismo. El líder Bergoglio hizo contacto con su masa.
Este rito peronista es fundamental en la Argentina, que cree ser una
democracia; pero en la Iglesia es intrascendente, pues la masa vale
poco o nada. Perón lo usaba como método para fortalecer su figura
ante los caudillejos que sacudían su liderazgo; Bergoglio lo usa
como cachetada a los líderes europeos que lo ignoran, ante la mirada
de Kasper, y ante los dubia de quienes lo cuestionan.
– Me
siento como en casa – dijo el gran líder de la revolución
vaticana. La frase tiene muchas lecturas. ¿Dónde está su casa?
¿Las trincheras de Santa Marta, o acaso es Buenos Aires? De todos
modos su segura casa, es el peronismo, con su rito esencial pleno de
éxtasis, donde líder y masa se unen en una sola voluntad de impulso
activo, para demostrar la vigencia de su verdad.
Sin
embargo, sabe perfectamente que una espada de Damocles pende sobre su
cabeza. Así leemos en Church Militant:
Los
días 30 y 31 de marzo, 2017, en París tendrá lugar un encuentro de
teólogos y abogados canónicos para discutir un tema muy
controvertido: la deposición de un Papa herético. 1
El
negro “papado” de Bergoglio sufre ante estas noticias, pretende
cubrirlo con la masa; pero es inútil, su deterioro político y
religioso, van en aumento.
El
asunto es engorroso. ¿Dónde está el límite definitivo entre error
y herejía? Todos perciben que en el fondo es herético; pero su
persona se cuida de un acto abierto y definido hacia ese
sentido. En este aspecto, el Vaticano II ha dejado abiertas muchas
puertas, gracias a ellas se hace fácil tapar la herejía. El
ecumenismo cubre como un manto todas sus falencias y deserciones de
la Verdad. Es el nominalismo eclesiástico. Ecumenismo, colegialidad,
inculturación,... todos nombres que siempre tapan los pecados de una
jerarquía decadente y en estado de una alarmante descomposición
moral.
1
Traducción de Adelante la Fe.
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