Leemos en el Apocalipsis:
Después … tuve una visión, y vi
una puerta abierta en el cielo, y la voz, aquella primera que había
oído como de trompeta, me hablaba y decía: Sube acá y te mostraré
… (4,1)
Muchas veces nos encontramos con el cielo
que se abre y aparece la voz que nos da una orden. La resistencia
ante el cielo abierto y la desobediencia a la orden de dicha voz es
moneda corriente, no solo hoy sino desde los orígenes mismo del
cristianismo, tal como lo leeremos en el caso que presentan los
Hechos de los Apóstoles, en su capítulo décimo. La resistencia no
es solo de quien recibe el mensaje de la visión, sino que llega al
mismo “vidente”, tal como analizamos a continuación.
Así leemos en dicho capítulo décimo:
Al día siguiente, mientras ellos
caminaban y se acercaban a la ciudad, subió
Pedro a la terraza para orar hacia la
hora de sexta.
(v.9)
La oración es un ascenso, de allí el
verbo subir (ἀνέβη) a un lugar elevado (τὸ δῶμα).
Sintió hambre y deseó comer; y
mientras preparaban la comida le sobrevino un éxtasis. (v.10)
La hora sexta, cerca de mediodía, es la
hora de nuestro almuerzo, de allí el lógico deseo de comer,
mientras poseía hambre rezaba y sobrevino un éxtasis (ἔκ-στασις).
LA OPINIÓN DE LOS MODERNISTAS. – Al
respecto dice nuestro filo-protestante y gran modernista Josep Rius
Camps:
Έκ-στασις
no es simplemente un medio para permitir a alguien entrar en otra
esfera, bastaría la expresión «tuvo una visión»... Lucas
califica con dicho sustantivo aquellas visiones en que el personaje
no tiene conciencia clara y refleja de
lo que ve o lo que oye, debido en última instancia a una resistencia
interior a aceptar el mensaje
que conlleva la visión. 1
¿QUÉ ES EL ÉXTASIS? – Este
extraño sacerdote, muy estudioso por cierto, parece olvidar algo:
Éxtasis, se origina de ἔκ-στασις:
ἔκ es un adverbio que indica por fuera y στασις es la acción
de poner. Es decir, colocar afuera. Para un filo-protestante y
modernista nato, como Rius Camp, es un inconsciencia, pues no puede
admitir, y este es su dogma, que una persona sea elevada, fuera de
sí, de allí el éxtasis, a una esfera superior. El personaje no
tiene conciencia clara y refleja de
lo que ve o lo que oye,
dice este estudioso e investigador destacado; pues si entonces no
tiene conciencia clara y refleja, está como dormido o sonámbulo, y
agrega: debido en última
instancia a una resistencia interior.
Es entonces que nos preguntamos, si aún no le sobrevino la visión,
¿cómo puede ser que ya se está resistiendo a ella, en un estado donde no tiene conciencia clara? Pero aún falta
algo más ridículo, pues afirma: resistencia
interior a aceptar el
mensaje que conlleva la visión.
En otros términos, aún no ha visto nada, pero por las dudas se
resiste. Estos son nuestros grandes científicos, a quienes se les
abren todas la editoriales para propalar sus dudas e incoherencias,
como la del Verbo Divino.
EL CIELO ABIERTO. – Es
indudable, que el significado del término es otro, pues como dice el
texto siguiente:
«Vio el cielo abierto, (τὸν
οὐρανὸν ἀνεῳγμένον)» , o como dice el
Apocalipsis: «vi una puerta abierta en el cielo (ἰδοὺ θύρα
ἀνεῳγμένη ἐν τῷ οὐρανῷ)».2
Este éx-tasis, es sinónimo del mismo Apocalipsis: «Al instante fui
arrebatado en espíritu (ἐγενόμην ἐν πνεύματι)».3
También se lee más adelante en este
mismo pasaje del Apocalipsis: «Entonces vi el cielo abierto (Καὶ
εἶδον τὸν οὐρανὸν ἀνεῳγμένον).» 4
Idéntico al relato de Lucas sobre el éxtasis de San Pedro: «τὸν
οὐρανὸν ἀνεῳγμένον.»
CUANDO LOS IGNORANTES OPINAN. – Como
estos modernistas nunca vieron un éxtasis, no pueden creer que tal
cosa exista, aún en nuestros días. Como diría Santa Teresa,
existen elevaciones muy subidas, y así es en el éx-tasis. La visión
puede ser simple, como puede elevar el alma al tercer cielo.
Bernadette Soubirous, cuando en la gruta de Massabielle bebe del pozo
que ella misma cavó con las manos, está en una simple visión;
pero cuando el fuego de la vela le abraza la mano, no lo siente, ni
se quema, está en un arrobamiento.
Esto me recuerda algunos ignorantes, que
basándose en molestar a una vidente de Medjugorje, esta se percató
sintiéndose molesta, y por lo cual coligen que es todo falsedad.
Digamos, mas bien, que todo es ignorancia, pues con el hecho solo se
demuestra que la visión no era con arrobamiento, no se demostró que
el cielo abierto de dicha localidad sea falso.
ESCENA DE LA VISIÓN. – Y
vayamos a esta visión con arrobamiento, con éx-tasis, donde Pedro
veía el cielo abierto...
...y que bajaba
algo como un mantel (ὀθόνην) grande,
sostenido por las cuatro puntas, y que descendía sobre la
tierra. (v.11)
Escribe Ugo Enrico Paoli en su obra Urbs:
«El mantel (mantele), hace su
aparición en el siglo I de Jesucristo.» 5
El mantele latino, el escrito de
Lucas, o la visión de Pedro, se fechan ya en el siglo I, con la
existencia del mantele que cubría la mesa redonda alrededor
de la cual se colocaban los lechos, pues se comía recostados sobre
el lado izquierdo. El triclinio era lo habitual, es decir una mesa
redonda con tres lechos apoyados en las paredes. Los judíos ya
habían adoptado estas costumbres del mundo occidental.
Triclinio de la calle Añón Zaragoza (Caesaraugusta) |
EL TETRÁGONO. – La visión, es
de un mantel de comida, pero no con mesa redonda, sino cuadrada con
cuatro puntas (τέσσαρσιν ἀρχαῖς). El sustantivo
ἀρχαῖς, no solo indica puntas o extremos, sino fundamentos,
es decir un mantel que tiene cuatro fundamentos. Son los cuatro
puntos de apoyo de la mesa o en este caso también de la tierra, pues
ambos símbolos se fusionan. El Apocalipsis al presentar la Nueva
Jerusalén que baja del cielo, también afirma que es cuadrangular:
La ciudad estaba asentada sobre un
tetrágono (τετράγωνος), y su longitud era tanta como su
anchura. 6
El tetrágono indica totalidad y es
símbolo del mundo terráqueo, aún no había llegado Copérnico, y
las teorías de Eratóstenes (+194 AC) sobre la redondez de la
tierra, no eran populares.
En él había todo género de
cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. (v.12)
EL TEMA. – El mantel de la mesa,
contiene mamíferos, reptiles y aves; no figuran los peces, lo cual
es lógico, tratándose del tetrágono, símbolo de la tierra; el mar
es lo opuesto a la tierra. Sin embargo, el tema no son los animales
del tetrágono, sino los alimentos; pero los alimentos en su
significación. Hasta aquí el simbolismo: es decir, una idea del
mundo celeste que desciende en visión tipológica, pues dicha idea
se revistió de las distintas formas del mundo de los sentidos.
SÍMBOLOS Y TIPOS. – San Máximo
el Confesor, analiza este pasaje diciendo:
Por medio del mantel, con
los animales que están en él, se significa el mundo sensible
entendido, por medio del mundo invisible, en los lógoi o el
mundo invisible manifestado por los tipos del mundo sensible.
7
Dos son las direcciones para Máximo:
1. Si se lo analiza desde el mundo
inteligible se moldea tomando como base la sensación de las figuras,
glifos, e imágenes que pasan a ser tipos (τύποι)
para la inteligencia. Por tipoi, podemos interpretar toda
forma o significado que conlleve, como incluso el de una escultura.
2. Si se lo analiza desde el mundo
sensible que va en dirección al mundo inteligible, pasan a ser
símbolos o lógoi (λόγοι)
para la inteligencia.
LA PERIJÓRESIS DEL CONOCIMIENTO. –
Es lo que San Máximo llama la perijóresis. Esta palabra
procede del verbo griego χωρέω
que significa avanzar o extenderse y de su prefijo περί,
que significa en derredor: extenderse en derredor, es decir estamos
ante un movimiento envolvente, donde los dos mundos no se destruyen,
no se dividen, no se pelean, no se contradicen, simplemente se
complementan armoniosamente, siendo los símbolos y los tipos,
los nexos entre ambos mundos.
ICONOCLASTAS CONTRA CORRIENTE. – De
aquí la incómoda posición de los iconoclastas protestantes, que
niegan los iconos, los glifos, las imágenes y arrojan al piso las
estatuas, es decir, estos insensatos, rompen toda conexión entre el
mundo sensible y el mundo inteligible o el mundo celestial, donde
para ellos el cielo abierto, no
modela estatuas, ni iconos, es decir, ningún tipo, ni
recibe ningún símbolo. Así viven, aferrados a la letra,
letra de la cual, como un glifo o una imagen, no comprenden el tipo
que significa.
LAS LETRAS COMO IMÁGENES. – Ahora
bien, ¿qué son las letras sino imágenes, o glifos? La A nació
como la cabeza de un buey, que con el tiempo se invirtió, la B era
una casa, la T una rueda de carro, la H era un hombre en oración, la
M era el agua, la N una serpiente y así sucesivamente. ¡No hay que
hacer glifos, ni imágenes!, gritan los iconoclastas protestantes con
un micrófono dentro de la boca; muy bien, entonces sé coherente y
no escribas.
LO QUE EL CIELO HACE. – Aquí,
la idea desciende en Revelación del cielo abierto, baja en
figuras de animales, que según el decálogo estaba prohibido
diseñar; pero el cielo, contradiciéndose, plasma los iconos, los
glifos, las estatuillas de animales, pues la prohibición se basaba
en otorgarles virtud divina, no en representarse a sí mismos con
determinados poderes, y mucho menos en representar el mensaje
celestial.
FALTA LA FIRMA. – El panorama
visual está completo para el tema, pero falta algo: La voz que lo
confirme. Es el icono. Un diseño tomado del mundo sensible, capaz de
contener una Luz divina; pero debe llevar la firma que certifique su
significado, de allí que leemos:
«Oyó
una voz que le decía: Levántate, Pedro, mata y come.»
(v.13)
VISIÓN vs COSTUMBRE. – La
revelación o el apocalipsis de esta visión se dirige a Pedro, no ya
a Simón, pues lo hace en calidad del hombre que conlleva una misión
otorgada de por vida por Jesucristo. Acontece que dicha visión es
contradictoria a la costumbre de Pedro, y a la costumbre milenaria
del pueblo judío, que había hecho de lo puro y lo impuro toda una
forma esencial de vida. Esto produce el rechazo de Pedro. Por ello se
produce el diálogo:
Dijo Pedro: De ninguna manera, Señor,
que jamás he comido cosa alguna impura.
De nuevo le dijo la voz: Lo que Dios
ha purificado, no lo llames tú impuro.(ἀκάθαρτον)
(vs.14 y 15)
LA ACCIÓN TRINITARIA. – De
este modo, deducimos la imagen trinitaria de dicha visión. El
Espíritu de Dios eleva a Pedro en éxtasis y le abre
el cielo; Jesucristo le
muestra los iconos y le ofrece el tipo:
Levántate, Pedro, mata y
come. Voz
reconocida por Pedro, pues lo llama Señor.
Por último aparece la Voz del Padre que cierra la escena que se
dirige a Pedro y le ordena: Lo
que Dios ha purificado, no lo llames tú impuro.
TERQUEDAD DE PEDRO. – Este
diálogo se reitera por tres veces, como las tres negaciones, o los
tres llamados de Jesucristo, preguntándole si lo ama en el ágape
(Cfr. Juan cap. XXI).
Pedro es terco, tan terco como sus tres
negaciones o la misma respuesta que da a Jesucristo, quien le
pregunta si lo ama en ágape (ἀγαπᾷς με;), y Pedro responde
que solo lo ama en el amor de simple amistad (φιλῶ
σε), a tal punto llega el tironeo, que Jesucristo se ve
obligado a ceder, y la tercera vez le pregunta si lo ama en el amor
de amigo (φιλεῖς με;) y
Pedro dice que sí.
La misma terquedad se encuentra aquí, de
allí que...
Sucedió esto por tres
veces, y luego el montaje (σκεῦος) fue recogido
al cielo. (v.16)
Aquí la traducción latina de la
vulgata, emplea en ambos casos el sustantivo vas, que es un
mueble de cocina.
ROTURA DE LA ARMONÍA. – Pero la
terquedad de Pedro tiene sus momentos, y así ingresa en la duda, ya
tiene mucha experiencia en estos trances:
Estaba Pedro dudoso y pensativo sobre
lo que sería aquella visión que había tenido,
cuando los hombres enviados por Cornelio llegaron a la puerta,
preguntando por la casa de Simón;...(v.17)
Pedro se pregunta sobre la idea
simbolizada en los objetos del mundo sensible. Pedro ve los símbolos,
pero no acepta los tipos, de allí que entre el mundo sensible
de Pedro y el cielo abierto se produce un corte, una incomprensión,
una rotura de la perijóresis.
El problema se le plantea a la
inteligencia, que aún no ha elaborado su visión, y dicha visión es
la idea abstracta que no reconoce los tipos.
Trasladado esto a nuestro mundo, es el
problema de los iconoclastas protestantes que no reconocen el valor
de las imágenes, con la diferencia esencial, que Pedro duda, pero
los iconoclastas protestantes no dudan, son tercos por esencia.
EL RECHAZO AL CIELO ABIERTO. – El
rechazo a los avisos del cielo es proverbial, ya Jesucristo les
reprochó a los apóstoles el hecho de no creer en las visiones de
las mujeres que les anunciaban que había resucitado (Cfr. Marcos
16,14). El caso de no creer en el cielo abierto, que hoy lo
llaman apariciones, es proverbial y parece eterno en los
intelectualoides de todos los tiempos o en nuestra intelligentsia
eclesiástica; y su rechazo, es como el de Pedro, pues
contradice no la Revelación de Jesucristo, sino una costumbre fuera
de todo contexto cristiano. El cielo se abre para modificar
costumbres, es decir existencias, no esencias, distinción esta que
la intelligentsia
eclesiástica es superior a Pedro, terca en extremo. En
este caso, el cielo se abre para que se deje de lado la costumbre de
diferenciar puro e impuro, que es contraria a la esencia evangélica.
Pedro no puede ceder.
IRRUPCIÓN DE LA REALIDAD. –
Pero la realidad no espera, y así llegan los tres enviados de
Cornelio...
...y llamando, preguntaron si se
hospedaba allí cierto Simón llamado Pedro.
Meditando Pedro sobre la visión, le
dijo el Espíritu:
Ahí están unos hombres que te
buscan. Levántate, pues, baja y vete con ellos
sin vacilar, porque los he enviado yo. (vs. 18-20)
LA LOCUCIÓN INTERIOR. – Como lo
presenta el relato, no solo existe la aparición o el cielo
abierto, o la elevación de la persona en el éx-tasis, sino la
locución interior cuando dice: dijo el Espíritu.
La visión en éxtasis, no cambia la
persona, simplemente le presenta una realidad, quien cambia la
persona es la locución interior, si es que está dispuesta. De allí,
que ver a la Virgen, por el simple hecho de verla, no cambia a nadie,
tan solo si la persona obedece a las locuciones interiores o a las
deducciones de dicha visión que le señalan lo que debe hacer.
Bajó Pedro y dijo a los
hombres: Yo soy el que buscáis. ¿Qué es lo que os trae? (v.
21)
ANÁBASIS Y CATÁBASIS. – El
cielo abierto presenta dos dimensiones primero el de la
persona en su ascenso, donde se marca con el verbo subir
(ἀνέβη) en el v.9; luego la visión que desciende, baja
a la persona (καταβαῖνον) en el v.11, y esta por último
debe bajar (καταβὰις)
a la realidad cotidiana (v.21).
El ciclo de la perijóresis se ha
cumplido, con su ascenso o anábasis (ανὰβασις)
y descenso o catábasis (κατὰβασις),
donde lo uno no divide, destruye o imposibilita lo otro.
EL SANTO ABANDONO. – Pedro se
deja conducir por los tres enviados de Cornelio; por esta nueva
imagen de la encina de Mambré (Cfr. Génesis cap. XVIII). La actitud
dice más de lo que representa; nuevamente el simbolismo de tres,
Pedro que se entrega a la locución interior y se deja conducir por
los tres enviados, e ingresa en lugar prohibido por la costumbre, y
este es el resultado final que leemos en los vv. 28 y 29:
Ustedes saben cuan ilícito es a un
hombre judío juntarse con un extranjero o entrar en su casa, pero
Dios me ha mostrado que a ningún hombre debía llamar manchado o
impuro, por lo cual, sin vacilar he venido, obedeciendo el mandato.
Este cambio en las costumbres junto a la
visión de Pedro, será cuestionado por la comunidad de Jerusalén,
como era de suponer:
Cuando subió Pedro a Jerusalén se
apartaron (διεκρίνοντο) de él los que eran de la
circuncisión, diciendo: Tú has entrado a los incircuncisos y has
comido con ellos. (11,2 y 3)
SANTIAGO Y SU INQUISICIÓN A PEDRO. –
Pedro vuelve a relatar lo acontecido cuidando los términos y los
pormenores para no provocar a los de la circuncisión, tal
como deben hacer las pobres “videntes” ante la inquisición
de su obispos, quienes le preguntan sobre lo sucedido una y otra vez,
esperando un desliz; pues lo que vale no es lo que se afirma sino el
desliz, que da con todo el relato por tierra. Aún así, veamos lo
que sucede, en un primer momento:
Al oír estas cosas callaron y
glorificaron a Dios... (v.18)
Pero no cambian la costumbre en absoluto:
...no predicando la palabra más que a
los judíos. (v.19)
Y cuando sucede que esta costumbre se
rompe, cunde la alarma en Jerusalén y se envía un delegado
apostólico:
Llegó la noticia de esto a los oídos
de la iglesia de Jerusalén, y enviaron a Antioquía a
Bernabé,...(v.29)
Así fue ayer, así es hoy. El problema
no es la visión, ni el visionario; el problema de fondo es que no se
quiere cambiar de costumbre; es la resistencia a modificar una vida
errada.
EL ÁRBITRO DE LAS COSTUMBRES. –
Todo esto nos lleva a una última reflexión, Pedro no emite una
orden para que Santiago y los de la circuncisión modifiquen
su costumbre, no actúa como la generación del post-Vaticano II,
donde se ordenó cambiar la costumbre de celebrar la misa latina; y
no lo hace, pues una ley no cambia las costumbres, sino que se
origina en la costumbre. En esto el tiempo es el árbitro supremo: La
línea de Santiago y los de la circuncisión ha desaparecido,
la línea de Pedro y Pablo permaneció.
1
Josep Rius Camps De Jersalén a Antioquía, Génesis de la Iglesia
Cristiana, pág. 251.
2
Apocal. 4,1.
3
Apocal. 4,2.
4
Apocal. 19,11.
5Ugo
Enrico Paoli. URBS. La Vida en la Roma Antigua. Pág.129.
6
Apocal. 21,16.
No hay comentarios:
Publicar un comentario