Calesita

jueves, 20 de enero de 2022

20 siglos de ida, 50 años de vuelta


 

Traditionis Custodes, es sin lugar a dudas, el mayor monumento de la sofística de esta iglesia, enquistada en los poderes de este mundo. Se la llama jocosamente, Terroris Custodes.

Afirmaba Platón que el sofista era como un tejedor de ideas. Así como las arañas tejen sus trampas, así los sofistas tejen sus pensamientos.

Peter Kwasniewski publicó en OnePeterFive: Las 33 falsedades vaticanas del Responsa sobre la misa antigua. Él las llama falsedades, en realidad son sofismas, que tan solo pueden convencer a la neomodernidad recalcitrante, como asimismo, a los obsecuentes de siempre. Esto es simple de entender, se cree en lo que se quiere creer, y cuando se quiere creer en lo importante que son 50 años de vuelta, entonces se cree en sofismas firmados siempre por algún prelado, de esos que nunca faltan.

Como de costumbre, ante un episodio, cada uno explaya lo que es en realidad.

El obispo Schneider pide al “Papa Francisco" que rescinda la Traditionis Custodes.

Realmente patética la ingenuidad de este prelado. Buena persona, pero otorga una respuesta realmente insuficiente. La ingenuidad comienza afirmando que Bergoglio es Papa, algo que al pobre hombre, nunca le entró en las cienes este furioso antipapado diabólico.

En segundo lugar “le pide que rescinda” el Terroris Custodes. Francamente una actitud que rosa lo gracioso y tan graciosa es, que desde aquí me parecen oír las carcajadas de Bergoglio al enterarse del pedido.

El síntoma de decadencia de esta iglesia atrapada por la mafias, es creerse que cuanto más poder se tiene, más razón se esgrime; sin percatarse que una cosa es la razón y otra muy distinta el poder.

Esta no es la conducción de un papado, sino la toma del poder de una revolución.

La misma presenta ya en forma definitiva sus dos caras bien marcadas.

La primera es la toma del poder en la ciudadela vaticana, rodeada de los muros leoninos, esos muros que tanto detesta Bergoglio con su lengua, pero que a la hora de las realidades, tanto ama con su corazón. Este poder fue tomado lentamente por un asalto pseudo legal, por la Mafia de San Galo. Hoy nadie puede discutir que el mismo se ejerce sin miramientos.

La segunda cara, es lo que lleva implícito cada revolución, o sea el terror. No es casualidad, que se hable hoy del Terroris Custodes, mas bien, es una consecuencia de la revolución planteada.

La política revolucionaria del antipapa Bergoglio, es clarísima. Están sus amigos y sus enemigos.

Cuando hablo de sus amigos, no me refiero al teatral obispo Ojea, quien se lamenta de las críticas que le dirigen a su amiguito Bergoglio. Lógicamente Ojea responde a un blog muy leído, donde te esperan con una botella en la mesa. Todo un simbolismo de lo mareados que están. Luego de unas copas, tanto lector como escritor, insisten en dar el título de “papa” al porteño jesuita. Sin embargo, desde aquí no se eleva una crítica, sino una acusación. Lo que el teatral Ojea debe hacer, es convencernos que su amiguito Bergoglio no es hereje, y sobre todo, convencernos que es Papa. Dos cosas casi imposibles para su menguado y corto ingenio. Y nos debe convencer, no con una teatralidad ridícula, sino con ideas contundentes.

Cuando hablo de amigos para esta revolución, no hablo del insulso episcopado argentino, sino de las mafias eclesiales. Concretamente, hablo del entramado homosexual que compone parte de la jerarquía eclesiástica, cuyo alcance solo ellos conocen. La “carne homosexual” es el vínculo, férreo y diabólico, por el cual se mueve esta encumbrada jerarquía de hipócritas. Estos son los grandes amigos de Bergoglio; los otros, son el lumpen revolucionario, esos que no sirven para nada.

También están los enemigos de esta revolución, ya definidos por el líder revolucionario de este jesuita porteño; ellos son los rígidos. Si hay algo que pone palos en la rueda revolucionaria, es la rigidez católica, por cuyo motivo, sobre ellos debe caer todo el peso del terror.

Con los rígidos, no hay revolución posible, y esto exaspera los ánimos sodomíticos.

En estos tiempos, no existe término medio. Los que dicen navegar en la oscuridad, después de nueve años revolucionarios, es porque nos muestran o cortedad de miras o indolencia.

Transitamos 20 siglos de ida, mientras los revolucionarios imponen con el terror, 50 años de vuelta.

Tony Velázquez Ruiz

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