En la
última festividad de Corpus Christi, el magisterio empanado de
Bergoglio salió a relucir en la homilía del 23 de junio de 2019 1,
toda su gnosis teológica, plena de accionismo y de reforma luterana.
Al
realizar la exégesis del pasaje de San Lucas (IX, 12-17), el
revolucionario che, puso todo su acento en los verbos, pues es lo que
a él solo le importa. Habló del “decir” y del “hacer”; y
pasó al “bendecir”, “partir”, “distribuir” y
“compartir”.
¿Por
qué esta preferencia por los verbos y las acciones?
Por su
gnosis modernista. El revolucionario che vive de pleno en la
modernidad, y a los modernos no le vayan con conceptos e ideas
abstractas, a los modernos solo les importa la acción. “En el
principio fue la acción”, dice Goethe por la boca de Fausto.
Lógicamente de esta acción surge la gnosis que muestra la
misericordia divina, a tal punto, que a Sodoma y Gomorra no les cayó
fuego del cielo, sino que fueron “misericordiadas”. No
olvidemos, que el che revolucionario, asienta su papado en una lacra
de maricones que deambula por los pasillos vaticanos, y quien no me
cree, que se lo pregunte a Zanchetta, Paglia o Coccopalmerio.
El che
revolucionario ya no consigue sorprender como en sus comienzos, todos
ya le conocen su pedigree.
Como
hizo en los famosos Amores de Leticia, la herejía no asoma
limpia y suelta como un Arrio o un Nestorio; la herejía en el che,
asoma nadando en el mar revuelto de la ambigüedad. Es lo que
cualquier persona sensata observa en esta homilía del “santo
padre”.
Por
supuesto, para el che revolucionario la transustanciación ya no
existe. No hay modernidad. No evoluciona, sino que involuciona. Por
ello ahora con la acción de los verbos, llegamos a la gnosis
evolucionada de la “empanación”:
Jesús
convertido en Pan.
En el
2013, era Jesús hecho historia, hoy es solo pan.
No le
pidan que hable de Jesucristo, el “santo padre” habla como un
cripto-arriano. Por lo tanto, el “Jesús” ahora se empana, se
hace pan. Recordemos lo que dijimos en el artículo del 11 de julio de 2018.
Aquí
prevalece el concepto algo degenerado por cierto, de la
consustanciación luterana. La eucaristía luterana, es como
la empanada, en vez del relleno, adentro va el “Jesús” del che
revolucionario. Es lo que Bergoglio dice y hace en su desolada
liturgia.
Acto
seguido el “santo padre” pasa a dar pinceladas surrealistas de
sus cinco empanadas, o como se decía antes, del milagro de la
multiplicación de los panes, narrada por San Lucas y afirma sin
titubear:
El
Señor... No realiza milagros con acciones espectaculares, no tiene
la varita mágica.
Es la
única vez que emplea el término milagro en la homilía, y lo
hace para contraponerlo a la magia.
En la
gnosis accionista del che, magia no es una acción
demoníaca, sino un concepto hueco del malabarismo circense. Por este
concepto avellanado y hueco de magia, su “Jesús” no hace
milagros, y así lo afirmó, aunque bien disimulado: No
realiza milagros con acciones espectaculares; pero no afirmará
que hace milagros, y la multiplicación de los panes en su homilía o
no existe, o si existe, reviste una mínima importancia.
Reafirmará
esta idea disimulada de esta manera:
En
efecto, sorprende que en la narración de la multiplicación de los
panes nunca se habla de multiplicar.
Tal
vez sería porque San Lucas era médico y no Pitágoras.
Como
lo hace siempre en su exégesis tendenciosa y gnóstica, el verbo
“multiplicar” no existe, ergo por suerte no hubo “magia”,
por consiguiente tampoco hubo “milagro” que es el
resultado de la “magia”.
¿Entonces,
que pasó Bergoglio?
Jesús
reza, bendice esos cinco panes y comienza a partirlos, confiando en
el Padre. Y esos cinco panes no se acaban.
Veamos
lo retorcido de la gnosis. La cantidad de materia es siempre la
misma, lo importante es que dicha cantidad alcanzó para las cinco mil
personas. Lógicamente, debemos pensar en poco más de una miga de
pan para cada uno, de esta forma alcanzó de sobra para satisfacer el
hambre. Y el “santo padre” remata la idea diciendo:
Esto
no es magia, es confianza en Dios y en su providencia.
Y para
los ingenuos que piensan que retuerzo el discurso, vean lo que dice a
continuación:
Es
importante: Jesús no hace magia, no transforma los cinco panes
en cinco mil. (!)
Chocolate
por la noticia. A cambiar los títulos muchachos, no escriban de
título “La multiplicación de los panes” en este pasaje
de Lucas. ¿Y entonces como lo titulamos? Com-partiendo los cinco
panes con cinco mil personas, o sea, un pan para cada mil:
En
resumen, no se destaca la multiplicación, sino el “compartir”.
Y si
no se destaca la multiplicación, es porque no existe y si se
com-parte, es porque los cinco panes se parten.
Ahora
bien, una cosa es la transformación y otra la multiplicación
de la cantidad. Como se ve, su gnosis no distingue bien los
conceptos. Si transforma, cambia el ser de pan en otra cosa;
si multiplica aumenta la cantidad, no por nada afirma San
Lucas:
Se
recogieron de las sobras doce cestos de mendrugos. (IX,17b)
De
acuerdo a su estilo, debemos deducir que transformar es
multiplicar, puesto que se desprende de su concepto de magia,
por la tanto, la multiplicación no existió, lo que existió
es la confianza en el Padre, que estiró la cantidad de
materia para que fuese com-partida, tal como se hace con un
chicle.
Si
alguien imaginó que aquí la galería de la pintura surrealista del
“santo padre” concluyó, le digo que se equivoca. Este jesuita,
este nuevo Santo Tomás, da otro dogma velado, pero
inconfundible:
La
eucaristía es “este Pan humilde que contiene todo el bien de la
Iglesia”.
No
puede faltar en su galería surrealista un cuadro de la Iglesia,
asociada a la eucaristía. Observemos bien su gnosis: el Pan
contiene hasta la Iglesia. Es la empanada de Bergoglio, la
empanación, la consustanciación, donde hasta la iglesia se mete
dentro de esta empanada.
Una
cosa es la eucaristía y otra la estructura jerárquica de la
Iglesia, que en estos momentos transmite no solo el bien sino
también el mal, como el fenómeno profano de comulgar usando
las manos.
La
estructura jerárquica de la Iglesia no es la propietaria del bien,
el cual pertenece a Jesucristo, su cabeza; como sí puede ser
propietaria del mal por medio de sus miembros que no siguen el camino
de Jesucristo.
Es que
la iglesia del che revolucionario, es esencial, pues es la que define
la nueva iglesia, la iglesia del futuro, la iglesia futurista, la
iglesia surrealista, donde la teología transmuta en dialéctica,
para que dicha dialéctica se plasme en esta gnosis que oímos.
Y
alguien se preguntará, ¿qué tiene que ver en el título las
empanadas con los cinco panes?
Le
respondo: así como él usa el surrealismo gnóstico afirmando que no
hubo multiplicación de la cantidad, así yo uso el surrealismo que
él me enseña, para afirmar que los cinco panes eran cinco sabrosas
empanadas, donde adentro va el bien, el “buen decir”, por eso
alcanzan y sobran para los cinco mil.
Es que
el surrealismo, no solo existe en pintura o poesía, también existe
en la homilía bergogliana y también en el título de mi comentario.
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