Decíamos
el 20 de junio de 2017 que “todo cisma lleva su tiempo y su propio
proceso. Existen tormentas que se preparan lentamente, así como se
prepara este cisma, en donde ya vemos llegar los primeros
nubarrones”.
Hoy es
lastimoso decirlo, pero el triste proceso avanzó enormemente, no
solo se cubrió el cielo, sino que las ráfagas de viento ya nos
azotan.
Esta
feroz tormenta, única en la historia de la Iglesia, no solo la ven
algunos laicos, sino que hasta el mismo Benedicto XVI se percató de
ella, lo cual le debe ser un triste pesar; el pesar en no pensar que
con la inacción de su dudosa renuncia ante los “lobos”, las
cosas no se podían arreglar. Su ancianidad, ya lo muestra un
lastimoso ser infantil. Quien lo expresa con acierto, es nuevamente
marco Tosatti en su web, firmada por un seudónimo, un tal Super Ex:
El
miedo da Noventa. El miedo a un cisma. Miedo que afecta especialmente
a los cardenales alemanes leales a la Iglesia Católica, pero aún
así son alemanes y conscientes del cisma de Lutero.
Este
miedo ahora se está apoderando de Benedicto XVI. Y lo mantiene
vacilante, entre la necesidad de decir la verdad y el miedo al cisma.
Como
afirma el autor de este escrito, Benedicto es agudo al pensar, pero
dubitativo al actuar; diríamos nosotros que difícilmente actúa; y
por este motivo pone la agudeza de su pensamiento en determinar como
evitar una acción. Caso contrario no se entendería su ambivalente
renuncia, donde separa el papado en materia y forma, quedándose él
con la materia pasiva y cediendo la forma activa a los “lobos” de
San Galo, para que estos sienten en la silla de Pedro a un hereje.
Ahora
se viene la tormenta. Los tiempos están maduros. Ya truena. Hoy,
mañana, o tal vez en unos meses. Dentro de este aguacero nos
deleitaremos con las sandeces que escribirán en el sínodo del
Amazonas. A no reírse, estos son los sabios sinodales, donde se
determina que una imbecilidad mutó en gran sabiduría, paso previo a
una re-forma, que siempre es el método práctico para imponerse. El
original será para la región del Amazonas, sin el aval de Bolzonaro
o con su ríspida sonrisa de malestar, pues a estos purpurados ya
ligeramente politizados “a la peronista”, poco les importa, y
ahora, como los más fanáticos, “van por todo”. Del
original amazónco, llamado tal vez Gaudete Amazonium, o
Gaudium in Terris Amazonicis, o porque no, Exsultate
Insulæ Amazonicæ; de este alegre o jocoso original, copiarán
los neomodernos las nuevas re-formas para demoler un poco más. Para
re-formar, se les hace necesario destruir. Cuatro serán los
objetivos de octubre: de-moler, destruir, re-formar e im-poner a
sangre y fuego.
Ante
este desastroso panorama, como lo refiere la página mencionada,
Benedicto duda, como dudó siempre, con …
...la
duda hamlética, sobre ¿cuál es el peor mal: las doctrinas
heréticas y los comportamientos triviales del argentino o un cisma
mundial, conducido por quienes están cansados de esta
"autodemolición de la Iglesia a través de sus ministros"?
Y es
indudable que la unidad es fundamental, pero esta relatio ad unum,
solo es posible en la unidad doctrinaria. Dicha unidad doctrinaria
fue rota hace tiempo por un jesuita que ya desde Buenos Aires era un
hereje consumado, quien como los aprendices del profeta Eliseo 1,
se arrodilló ante los profetas pentecostales.
De
acuerdo a las últimas noticias, parece que Walter Brandmüller
también se despertó:
– ¡Buenos
días, cardenal! ¿Así que los borradores para este encuentro
sinodal de octubre, son heréticos? ¡Qué novedad!
Y
siguiendo a nuestro articulista:
Massimo
Franco, un periodista agudo y honesto, le dio a entender, diciendo
que hay muchos obispos y cardenales que van a Benedicto para
deshagarse de lo que sucede en la "iglesia de Bergoglio".
Dejen
de llorar, no sean mujerzuelas, y hagan algo que los rescate de la
pésima imagen que se formaron.
Dicen
que el cisma está tronando sobre nuestras cabezas, y a fe que
prefiero el cisma en la doctrina, que acompañar las ocurrencias del
ignorante che jesuita con su lobby de re-formas.
Y como
dice el articulista:
¿Es
posible salvar la unidad de la Iglesia fuera de la verdad?
Esta
es la consecuencia de la tonta renuncia de Benedicto, lo compadezco,
pues le debe pesar en el alma.
Y
termino con lo mismo que afirmaba allá por junio de 2017, donde mis
garabatos por la web, eran para algunos, un simple y hueco anuncio de
calamidades:
“La
diferencia entre la generación perdida del 70 y la generación de
hoy, radica en que luego de pasado medio siglo, hemos comprobado el
desastre producido por la reforma conciliar, y hoy esta generación
reformista llena de vanguardismos doctrinarios, pretende ir más
lejos: modificar las bases de la Iglesia; pero atención, que algo se
mantiene estable: los vicios de un monólogo autócrata por parte de
la autoridad.”
Y para
ponerle la frutilla al postre, no solo de autocracia se trata, sino
de una descomposición moral del clero tan enorme, que su mismo olor
a putrefacción es mayor del que hoy se siente en Roma por el
ineficiente servicio de recolección de residuos.
1
Cfr. 2 Reyes 2,15.
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