Decía
San Pablo que emitir juicios era imposible, pues no se puede conocer
el interior de las personas. (Cfr. 1Cor. 4,5)
¿Quién puede leer el libro de la vida de cada uno? Es que muchas
veces nos encontramos con personas que presumen leer este libro
oculto en la conciencia humana, y se vanaglorian de poseer el ojo que
solo Dios posee en el interior de los espíritus. También existen
algunos que se nos muestran con una máscara para ocultar su
verdadera identidad personal. Otros en cambio se dan aires de conocer
la persona que se oculta detrás de cada máscara. Y aquí algo
similar sucede con la máscara papal de estos momentos.
Claire
Chretien en Life Site News, ha escrito un artículo, donde la
periodista expone el fenómeno por el cual muchos jóvenes y
adolescentes frecuentan la misa tradicional latina, y las feroces
críticas que este hecho produjo en la lengua de Bergoglio.
MÁSCARA
DE RIGIDEZ. – De acuerdo con
el análisis de Claire Chretien en Life Site News 1,
la crítica dogmática
bergogliana, se centra sobre una pregunta:
¿Por
qué tanta rigidez?
No
podemos negar que Bergoglio, posee un intelecto bien jesuítico, y
como lo ordena su planteo, plagado de discernimientos, esto motiva
que nuestro personaje desconfíe por este fenómeno, y vea tras el
crecimiento del rito tradicional una máscara que oculta la
personalidad de nuestros jóvenes católicos, quienes no le son
gratos.
Según
su planteo, o según su ojo analista del interior de las conciencias,
la supuesta rigidez es la máscara que esconde inseguridad o algo
mucho más profundo, tan profundo que no lo conoce, pues no acierta a
decir lo que es y no acierta porque solo Dios conoce el interior de
la persona.
Omar
Bello en su biografía sobre Bergoglio lo describe de este modo:
“Desconfiado
como vaca tuerta”, así lo definen varios de sus colaboradores, en
especial cuando tiene que ver con cuestiones ligadas al dinero. Se
trata de un gran administrador que ve fantasmas por todos lados... 2
Este
es el fuego de su proverbial desconfianza. Desconfiar de todo lo que
no le gusta, pues oculta algo. El desconfiado interpreta al prójimo
de la misma manera que se interpreta a sí mismo. Como el desconfiado
posee una máscara que oculta su auténtica personalidad, cree
positivamente que todos actúan del mismo modo, y siempre se muestra
alerta ante lo que no entiende, pues ve en el prójimo un enemigo
potencial.
En el
fondo de la cuestión, el desconfiado se cree superior a todos los
que lo rodean, y sobretodo se siente con un saber más que el resto.
En este sentido Bergoglio se ve más inteligente que Kasper, y mucho
más sabio que Burke y sus aliados. Bergoglio es el prototipo
ejemplar, que siempre muestra su aire de superioridad intelectual, y
cuando no entiende lo que ve se pasa a la acera del analista
desconfiado que no sabe lo que busca, con el mal humor de quien hurga
lo que no encuentra.
EL
GRAN DISCERNIDOR. – Según
Claire Chretien, Bergoglio usa una retórica sobre los católicos
tradicionales y lo expone con sus mismos términos:
Ha
criticado la "rigidez excesiva" de los católicos que creen
en absolutos morales.
Esta
es la personalidad con la cual nos encontramos en nuestros días.
Bergoglio es el gran discernidor dentro de la desconfianza hacia el
prójimo:
Nuestro
gran discernidor, no oye las críticas efectuadas sobre el Novus
Ordo. Curioso en un personaje que se dice de él que saber escuchar,
pero que él nunca presta atención a las críticas.
Nuestro
gran discernidor, proclama el diálogo como la panacea de todos
los males, pero nunca se lo encuentra capaz de dialogar con quienes
lo enfrentan. ¿Cuánto diálogo hizo con Burke? ¿Cuánto diálogo
realizó con Müller? ¿Quién de los que trabajan en el Vaticano y
se le oponen dialogan con esta máscara de hierro?
Por
ello frente al rito tradicional latino, Bergoglio es sordo como una
tapia, y su mente ha sufrido un colapso de progreso amalgamado en la
modernidad, el cual aún no asomó la cabeza del naufragio producido
en la década del 70.
EL
PLACER DE DESTRUIR. – Ya se
rumorea el fin del rito tradicional latino, autorizado por Benedicto
XVI. Cosa insólita, pues este rito nunca fue suprimido formalmente,
tan solo se impidió férreamente su ejecución, usando un solo
argumento: el abuso de autoridad. Eran los métodos empleados en la
primavera del 60, imponer todo de facto, sin paliativos ni
consideraciones piadosas, donde Bergoglio siempre anclado en el 70,
no logra superar su propia mente pegada en lo peor de la era
postconciliar, por ello dice Claire Chretien que Bergoglio piensa
que el rito latino se volvió a usar aprobado por Benedicto XVI...
...para
satisfacer cierta mentalidad de algunos grupos y personas que tenían
nostalgia ... Pero es una excepción.
ESTO
ES UNA REVOLUCIÓN. – Quien
actúa, siempre dice lo que su lengua calla. Si este rito se suprime,
es porque crece. Nadie suprime lo que se muere. Es que este rito
crece y esto es lo que los enloquece, aquí aparece la personalidad
detrás de la máscara de hierro.
Esta
es la revolución vaticana, y si alguien lo duda basta con escuchar
al humilde y paciente Andrea Grillo, quien sin máscara de ningún
tipo arremete enloquecido contra el rito latino, y para eliminar la
duda de que esto no es una revolución, basta con escuchar su feroz
sentencia: desterrar a Benedicto XVI. Como vemos, no es el canto del
grillo, es el canto revolucionario. Toda revolución se adorna con
grillos y con Grillo.
Y como
menciona Claire Chretien resumiendo los conceptos de Bergoglio:
Los
"tradicionalistas", con su "inflexibilidad hostil",
no se dejan "sorprender por Dios", dijo en 2014.
GOBIERNO
DE LO SUBJETIVO. – En esta revolución vaticana, este jesuita
ostenta más inflexibilidad hostil que cualquier tradicionalista que
yo conozca. Seguimos con expresiones subjetivas tratando de adivinar
lo que oculta la máscara. ¿Cómo hace la inteligencia para decir
que se fue sorprendido por Dios? ¿Qué elementos objetivos puede
esgrimir una persona para decir que ha sido sorprendida por Dios? ¿Es
acaso Dios solamente sorpresa?
LA
MÁSCARA DE HIERRO. – Aquí
palpitamos una expresión surgida del hecho de no saber escuchar las
críticas, como también surgida de la carencia absoluta de diálogo.
Por ello nos preguntamos:
¿Qué
se esconde tras la máscara de la falta de rigidez bergogliana?
¿Qué
se esconde tras la máscara de la panacea del diálogo bergogliano,
siempre proclamado y jamás aplicado?
¿Qué
se esconde tras la máscara de una actitud de escuchar, para nunca
oír?
¿Qué
se esconde tras la máscara de la misericordia sin arrepentimiento ni
penitencia?
Estoy
perfectamente de acuerdo en que si quitamos esta máscara
progresista, sin absolutos morales nos toparemos con muchas
sorpresas.
LA
AUSENCIA DE ABSOLUTOS MORALES. – Si
la rigidez impide la sorpresa de Dios, por contrapartida al absoluto
moral, solo queda el relativismo moral, tal vez el que vemos en las
fiestas negras del Vaticano, donde se dice que Bergoglio cedió el
ambiente donde el secretario de Coccopalmerio, Luigi Capozzi, fue
hallado en plena orgía homosexual, debiendo ser internado para su
desintoxicación causada por los estupefacientes insumidos. He aquí
a un revolucionario que la gendarmería le rompió la máscara de
piedad, bajo la que se ocultaba.
Como
se comprueba, Coccopalmerio no es de una "rigidez excesiva",
por el contrario, es un cardenal amplio, comprensivo y sobretodo,
parece que sabe discernir.
Estamos
totalmente seguros que en esta revolución vaticana, donde los
revolucionarios se ocultan tras la máscara de hierro, el relativismo
moral y litúrgico siempre traerá sorpresas: si Jesucristo no los
sorprende en el camino a Damasco como a San Pablo, seguramente los
sorprenderá con la gendarmería, como a Luigi Capozzi.
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