Calesita

viernes, 26 de agosto de 2016

Estado de excepción


Las declaraciones de Gänswein a la que nos referimos el 28 de mayo, siguen dando que hablar; como dijimos ese día, este secretario de Benedicto XVI, había destapado la olla, y dentro de ella, es indudable que algo está en efervescencia, sin poder aún precisar bien sus detalles.
Como nadie ha explicitado realmente lo ocurrido para que Benedicto XVI presente una renuncia dudosa y contradictoria, se hace necesario analizar las expresiones que algunos dejan caer al respecto, como pista para intuir lo sucedido.
Como es su costumbre, Sandro Magister recoge algunas opiniones de otros autores; en este caso, la de un joven canonista, Guido Ferro Canale, quien analiza la renuncia de Benedicto XVI a la sombra de Carl Schmitt, basándose en una curiosa expresión de Gänswein. 1
CARL SCHMITT, PENSADOR POLÍTICO. – ¿Quién es Carl Schmitt (1888-1985)? Ninguno que se precie de ser estudioso en política puede ignorarlo. Este filósofo jurídico alemán, cubre con su pensamiento los años más agudos por los cuales pasó Alemania. Sus observaciones son realistas e interesantes, pero no adolecen de errores e inexactitudes.
SU CRÍTICA AL LIBERALISMO. – Su pensamiento se enfoca con una crítica al liberalismo, sobretodo en el preconcepto de la bondad natural del hombre.
Entiendo que este planteo ya está fuera de época. Hoy los liberales han cambiado, de tal modo que se basan en un hombre, el cual no es otra cosa que un homínido en estado acelerado de evolución. Los planteos del siglo XVIII están caducos. Hoy el liberalismo y la masonería unificada que lo impulsa en todo occidente, piensan que este homínido evoluciona en todo concepto, y como lobo incontrolable destruye su naturaleza, sin dejar de constituirse en dios de todo lo existente, comenzando por su propio sexo.
LA INGENUA NUEVA TEOLOGÍA. – Cuando la Nueva Teología ubica al hombre en su centro para adaptarse a la modernidad, peca de tonta e ilusa: este ser homínido se cree dios, algo que aprendió de su maestro Lucifer, y como tal gobierna.
EL ESTADO DE EXCEPCIÓN. – Volviendo a la renuncia de Benedicto XVI, Guido Ferro Canale analiza una expresión de Gänswein, según la cual Benedicto XVI hizo uso del principio de Carl Schmitt, llamado el “estado de excepción”.
Para explicarlo con sencillez, este juspublicista alemán opina que se dan en una nación ciertos estados que son excepcionales, donde solo quien ostenta el poder, es decir, el soberano, posee la facultad de cambiar por vías de excepción, todo el orden vigente.
NADA NUEVO BAJO EL SOL. – Si se recurre a la historia, se verá que los romanos habían ya concebido este estado de excepción, estableciendo que en circunstancias extremas, el senado decretara la suspensión de la república y la erección de un dictador por tiempo breve, volviendo nuevamente a las instituciones republicanas al fin de la dictadura.
¿EXCEPCIÓN QUERIDA POR EL CIELO? – Para Gänswein el papado de Benedicto XVI, ha sido un pontificado de excepción querido por el Cielo. En alemán, un "Ausnahmepontifikat".
No critico la idea de Schmitt, ya vimos que tiene base histórica y es mucho más realista que la superficial democracy de cuño yanqui. Todo lo que los fatuos politiqueros pretendan inventar, ya fue usado en su tiempo por los romanos, por algo montaron un imperio que perduró largos siglos en el tiempo.
Tampoco diré que el gobierno vaticano, adolezca de una cara humana y estos principios de la política no le atañen. El Vaticano, hoy es un país sui generis, con una política humana, reconocido así en el concierto mundial.
NI SOBERANO, NI TRADICIONALISTA. – Lo que objeto es que Benedicto XVI sea el soberano que decrete este estado de excepción y pretenda cambiar el papado. También objeto la idea que algunos se forjaron opinando que Benedicto es un tradicionalista. Benedicto es un gran nostálgico del Vaticano II, una generación que vivió una utopía, como la viví yo; y hoy se encuentra con una triste realidad en sus manos: la nada, de allí que los más inteligentes, como Benedicto XVI, regresen al punto de partida.
Si Benedicto XVI creyó que la iglesia pasaba por un estado de excepción, motivo por el cual generó un papado extendido, o un consulado de dos papas, uno contemplativo y el otro activo; ha cometido por desgracia el error de su vida. Su pontificado acosado por la conspiración de San Galo, no era de excepción, sino en estado de sitio y requería cortar ese miembro conspirativo y putrefacto, para salvar la Iglesia de esta triste y dolorosa situación en la que la puso. La doctrina católica no existe sin anatemas. Hoy sí vivimos un estado de excepción. Un papado contemplativo junto a uno activo, y muy activo solo en la herejía. ¡Vaya estado de excepción!
JESUCRISTO, ÚNICO SOBERANO. – No se puede tentar al cielo, y por pretender salir de un estado personal de excepción, se puso a toda la Iglesia en estado de excepción.
Lamento decirlo, pero no existe soberano capaz de erigir a este nivel una dictadura dentro de la Iglesia para sacarla de este estado de excepción. El único soberano que puede hacerlo es su cabeza, Jesucristo mismo; consideración que tal vez no pasó por la mente de este fino teólogo que bajo una fuerte presión renuncia al papado activo.
PAPADO INDIVISIBLE. – El papado es una institución única, tal como Jesucristo es único; participa dentro de lo humano y lo divino, tal como su Cabeza, Jesucristo, quien así lo quiso. Ninguno pretenda modificarlo, pues adolece de toda capacidad para hacerlo, y recibirá, como en este caso, la desobediencia de todos los auténticos católicos. La unidad del papado es esencial a la institución, no admite divisiones de ningún tipo, so pena de destruirlo. Esto hace que no exista, ni pueda existir uno, dos o tres papas eméritos, con el derecho canónico a favor, o con este mamotreto legal en contra.
Es hora que se cierre el libro de leyes canónicas, y que se abra el libro del sentido común: en esto consiste el uso del estado de excepción. Esto que han dado los cardenales a esta iglesia, para el sensus fidei, es un auténtico disparate respetando el código de derecho canónico.

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