Las
declaraciones de Gänswein a la que nos referimos el 28 de mayo,
siguen dando que hablar; como dijimos ese día, este secretario de
Benedicto XVI, había destapado la olla, y dentro de ella, es
indudable que algo está en efervescencia, sin poder aún precisar
bien sus detalles.
Como nadie ha explicitado realmente lo
ocurrido para que Benedicto XVI presente una renuncia dudosa y
contradictoria, se hace necesario analizar las expresiones que
algunos dejan caer al respecto, como pista para intuir lo sucedido.
Como es su costumbre, Sandro Magister
recoge algunas opiniones de otros autores; en este caso, la de un
joven canonista, Guido Ferro Canale, quien analiza la renuncia de
Benedicto XVI a la sombra de Carl Schmitt, basándose en una curiosa
expresión de Gänswein. 1
CARL SCHMITT, PENSADOR POLÍTICO. –
¿Quién es Carl Schmitt (1888-1985)? Ninguno que se precie de
ser estudioso en política puede ignorarlo. Este filósofo jurídico
alemán, cubre con su pensamiento los años más agudos por los
cuales pasó Alemania. Sus observaciones son realistas e
interesantes, pero no adolecen de errores e inexactitudes.
SU CRÍTICA AL LIBERALISMO. – Su
pensamiento se enfoca con una crítica al liberalismo, sobretodo en
el preconcepto de la bondad natural del hombre.
Entiendo que este planteo ya está fuera
de época. Hoy los liberales han cambiado, de tal modo que se basan
en un hombre, el cual no es otra cosa que un homínido en
estado acelerado de evolución. Los planteos del siglo XVIII están
caducos. Hoy el liberalismo y la masonería unificada que lo impulsa
en todo occidente, piensan que este homínido evoluciona en
todo concepto, y como lobo incontrolable destruye su naturaleza, sin
dejar de constituirse en dios de todo lo existente, comenzando por su
propio sexo.
LA INGENUA NUEVA TEOLOGÍA.
– Cuando la Nueva Teología ubica al hombre en su centro para
adaptarse a la modernidad, peca de tonta e ilusa: este ser homínido
se cree dios, algo que aprendió de su maestro Lucifer, y como tal
gobierna.
EL ESTADO DE EXCEPCIÓN. – Volviendo
a la renuncia de Benedicto XVI, Guido Ferro Canale analiza una
expresión de Gänswein, según la cual Benedicto XVI hizo uso del
principio de Carl Schmitt, llamado el “estado de excepción”.
Para explicarlo con sencillez, este
juspublicista alemán opina que se dan en una nación ciertos
estados que son excepcionales, donde solo quien ostenta el poder, es
decir, el soberano, posee la facultad de cambiar por vías de
excepción, todo el orden vigente.
NADA NUEVO BAJO EL SOL. – Si se
recurre a la historia, se verá que los romanos habían ya concebido
este estado de excepción, estableciendo que en circunstancias
extremas, el senado decretara la suspensión de la república y la
erección de un dictador por tiempo breve, volviendo nuevamente a las
instituciones republicanas al fin de la dictadura.
¿EXCEPCIÓN QUERIDA POR EL CIELO? –
Para Gänswein el papado de Benedicto XVI, ha sido un
pontificado de excepción querido por el Cielo. En alemán, un
"Ausnahmepontifikat".
No
critico la idea de Schmitt, ya vimos que tiene base histórica y es
mucho más realista que la superficial democracy
de cuño yanqui. Todo lo que los fatuos politiqueros pretendan
inventar, ya fue usado en su tiempo por los romanos, por algo
montaron un imperio que perduró largos siglos en el tiempo.
Tampoco diré que el gobierno vaticano,
adolezca de una cara humana y estos principios de la política no le
atañen. El Vaticano, hoy es un país sui generis, con una
política humana, reconocido así en el concierto mundial.
NI SOBERANO, NI TRADICIONALISTA. –
Lo que objeto es que Benedicto
XVI sea el soberano que decrete este estado
de excepción y pretenda
cambiar el papado. También objeto la idea que algunos se forjaron
opinando que Benedicto es un tradicionalista. Benedicto es un gran
nostálgico del Vaticano II, una generación que vivió una utopía,
como la viví yo; y hoy se encuentra con una triste realidad en sus
manos: la nada, de allí que los más inteligentes, como Benedicto
XVI, regresen al punto de partida.
Si
Benedicto XVI creyó que la iglesia pasaba por un estado
de excepción, motivo
por el cual generó un papado extendido, o un consulado de dos papas,
uno contemplativo y el otro activo; ha cometido por desgracia el
error de su vida. Su pontificado acosado por la conspiración de San
Galo, no era de
excepción, sino en
estado de sitio y requería cortar ese miembro conspirativo y
putrefacto, para salvar la Iglesia de esta triste y dolorosa
situación en la que la puso. La doctrina católica no existe sin
anatemas. Hoy sí vivimos un
estado de excepción. Un
papado contemplativo junto a uno activo, y muy activo solo en la
herejía. ¡Vaya estado de excepción!
JESUCRISTO, ÚNICO SOBERANO. – No
se puede tentar al cielo, y por pretender salir de un estado personal
de excepción, se puso a toda la Iglesia en estado
de excepción.
Lamento decirlo, pero no existe soberano
capaz de erigir a este nivel una dictadura dentro de la Iglesia para
sacarla de este estado de excepción. El único soberano que
puede hacerlo es su cabeza, Jesucristo mismo; consideración que tal
vez no pasó por la mente de este fino teólogo que bajo una fuerte
presión renuncia al papado activo.
PAPADO INDIVISIBLE. – El papado
es una institución única, tal como Jesucristo es único; participa
dentro de lo humano y lo divino, tal como su Cabeza, Jesucristo,
quien así lo quiso. Ninguno pretenda modificarlo, pues adolece de
toda capacidad para hacerlo, y recibirá, como en este caso, la
desobediencia de todos los auténticos católicos. La unidad del
papado es esencial a la institución, no admite divisiones de ningún
tipo, so pena de destruirlo. Esto hace que no exista, ni pueda
existir uno, dos o tres papas eméritos, con el derecho canónico a
favor, o con este mamotreto legal en contra.
Es hora que se cierre el libro de leyes
canónicas, y que se abra el libro del sentido común: en esto
consiste el uso del estado de excepción. Esto que han dado
los cardenales a esta iglesia, para el sensus fidei, es un
auténtico disparate respetando el código de derecho canónico.
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