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miércoles, 25 de diciembre de 2024

Christe Redemptor omnium


Este tradicional himno de vísperas en Navidad, se dice que fue compuesto por San Ambrosio (337-397). Muchos himnos dicen tener en él su origen, como un clásico de dicha escuela tiene forma en siete estrofas, un número simbólico. Cada una posee cuatro versos de ocho vocales, en términos técnicos, cuatro dímetros yámbicos acatalécticos.
Esta composición es uno de los himnos más manoseados por la reforma de Urbano VIII (1568-1644).
El texto tiene su auge en el Siglo VI. ¿Cuál es el texto original?
Los monjes siguen por tradición el texto que está a continuación, pero para el anglicano John Mason Neale (1818-1866), quien realizó un estudio sobre los himnos, debería tener algunas variantes, las cuales dejamos entre paréntesis.
Con la contrarreforma, el Papa Urbano VIII alteró los himnos en su revisión de 1632. Analizaremos aquí, el posible motivo de la reforma de este himno.
***
El título
El primer verso del himno se inicia como Christe, Redemptor omnium, pero en la reforma del Papa Urbano VIII, comienza Jesu, Redemptor omnium.
Aquí se produce el primer choque. Al cambiar el primer verso, se cambia el nombre del himno. Francamente no entendemos el cambio de Jesus por Christe. Solo resta pensar que buscaron adaptarlo al Jesús infante, puesto que en la versión original, hace referencia al Jesús resucitado. Con el cambio de nombre, se procede en la práctica a escribir sobre el tradicional ambrosiano, un himno nuevo.
Los tres versos siguientes, están profundamente modificados:
ex Patre, Patris unice,
solus ante principium
natus ineffabiliter.
Mientras la reforma de Urbano VIII dice:
quem lucis ante originem
parem Paternae gloriae
Pater supremus edidit.
Ambos hacen referencia al origen de Jesucristo. El tradicional habla de su nacimiento inefable del Padre (ex Patre...natus ineffabiliter), y recalca, único origen del Padre (Patris unice), solo o único antes del principio (solus ante principium).
En cambio el reformador Urbano habla que salió de Padre supremo (Pater supremus edidit) como una Luz antes del origen de todo (lucis ante originem), y que es igual al Padre en su gloria (parem Paternae gloriae).
El cambio puede explicarse por los tiempos que corren. Para Ambrosio, apodado “El Martillo contra los Arrianos”, se busca enfrentar la doctrina católica con los arrianos. Por ello se hace mención de su origen único del Dios Padre, y se lo llama Cristo. Urbano VIII tiene delante a los iconoclastas protestantes, no a los arrianos, quienes no cuestionan esta doctrina y por momentos parece entrar el antropologismo renacentista. El cambio de Jesus por Christe daría esa sensación.
He aquí una traducción bien lograda de la versión reformada:
Oh Jesucristo, Redentor de todos,
Que antes de que la luz resplandeciera
Naciste de tu Padre soberano
Con gloria semejante a la paterna.
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La segunda estrofa no conlleva cambios:
Tu lumen, tu splendor Patris,
Tu spes perennis omnium :
Intende quas fundunt preces
Tui per orbem famuli.
Tú que eres luz y resplandor del Padre
Y perpetua esperanza de los hombres,
Escucha las palabras que tus siervos
Elevan hasta Ti de todo el orbe.
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La tercera estrofa lleva sus cambios. Dice la monacal tradicional:
Memento salutis auctor,
(Salútis auctor, récole)
Quod nostri quondam corporis,
Ex illibata Virgine
Nascendo, formam sumpseris.
El primer verso impreca el recuerdo del Autor de la salvación. El anglicano cambia el verbo memento por recole, parece un cambio superficial pues ambos significan recordar, pero no es así. Recolo lleva implícito el significado de volver a cultivar o trabajar, por supuesto trasladado esto a la mente, implica recordar y puede chocar con lo que sigue en los versos siguientes, donde el autor naciendo (nascendo) de una Virgen intacta tomó la forma (formam sumpseris) de nuestro cuerpo (nostri quondam corporis). Mientras el tradicional pide se recuerde, el anglicano puede interpretarse como que se vuelva a encarnar.
Por su parte el reformador Urbano VIII lo modifica para refutar a los protestantes, quienes se empeñan en destruir la Virgen María. Por consiguiente cambiará el salutis auctor por rerum Conditor. Es decir el autor de la salvación por el fundador de todas las cosas, y dirá de estas cosas que el Conditor naciendo eligió (nascendo, ...sumpseris) la forma (formam) de nuestro viejo cuerpo (olim corporis) del vientre (ab alvo) de una Virgen sagrada (sacrata Virginis). La vieja forma, es la de Adán anterior a su caída.
Memento, rerum Conditor
nostri quod olim corporis
sacrata ab alvo Virginis
nascendo, formam sumpseris.
La traducción versificada del reformado, podría ser esta:
Oh Creador de todo lo creado,
Acuérdate del día en que este suelo
Te vio nacer del vientre de la Virgen
Vestido con un cuerpo igual al nuestro.
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La cuarta estrofa lleva algunos cambios:
El primer verso para la tradición monacal, se inicia con sic mientras que el anglicano lo modifica por hic. Sic significa así, y no admite cambios; mientras que el hic anglicano relativiza la dureza del adverbio con su hic al decir entonces, en estas circunstancias...
El verso continúa afirmando que este día presente es el que fue atestiguado (præsens testatur dies), que atraviesa el círculo de los años (currens per anni circulum). Esto se dice para indicar la fiesta litúrgica que se celebra en la rueda de todos los años. Día en el cual llegaría (adveneris) la salvación del mundo (mundi salus) desde el trono del Padre (sede Patris), quien fija los tiempos para la salvación del mundo.
Sic (Hic) præsens testatur dies,
Currens per anni circulum,
Quod solus a sede Patris
Mundi salus adveneris.
Por su parte la versión de Urbano dirá que se atestiguó en este día presente (testatur hoc præsens dies) que recorre el círculo de los años (currens per anni circulum) en el cual solo (Jesucristo) sale del seno del Padre (quod solus e sinu Patris), para que llegue la salvación del mundo (mundi salus adveneris). Su traducción libre versificada:
Hoy es el día en que conmemoramos
El hecho portentoso de aquel día,
Cuando dejando el seno de tu Padre
Viniste a darnos la salud perdida.
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La quinta estrofa también lleva sus cambios:
En este cielo, tierra y en este mar (hunc cælum, terra, hunc mare), y todo lo que está en ellos (omne quod in eis est) exulta (exsultat) alabando (laudans) con un cántico (cantico) al autor del de tu venida (Auctorem adventus tui).
Por su parte los anglicanos invierten los verbos del último verso, diciendo alaban exultando (laudat exultans).
Hunc cælum, terra, hunc mare,
Hunc omne quod in eis est,
Auctorem adventus tui
Laudans (laudat) exsultat (exultans) cantico.
La versión de la contrarreforma modifica el primer verso cambiando mare por æquora, término genérico aplicado a cualquier extensión, ya sea mar, río o llanura, en el segundo verso hace referencia a todo lo que habita bajo el cielo (hunc omne, quod cælo subest), ya no es lo que está en el cielo, sino bajo él; puede tomarse como una exclusión de los ángeles y santos, y de acuerdo a esta interpretación, un sutil paso hacia un antropologismo renacentista.
El tercer y cuarto verso proclaman al Autor de la nueva salvación (Auctorem novæ salutat) con un cántico nuevo (novo cantico). El autor hace una especie de epanadiplosis con los términos salutis ... novæ / novo salutat.
Hunc astra, tellus, æquora,
hunc omne, quod cælo subest,
salutis Auctorem novæ
novo salutat cantico.
Una traducción de la estrofa reformada:
La tierra, el mar, el cielo y cuanto existe
Bajo la muchedumbre de sus astros
Rinden tributo con un canto nuevo
A quien la nueva salvación nos trajo.
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La sexta estrofa bajo la tradición monástica, que siempre es la más fiable, nos habla que nosotros (nos) que fuimos redimidos por la sangre (redempti sanguine sumus), cantamos en comunidad (concinimus) un himno nuevo (hymnum novum) por el día de su nacimiento (ob diem natalis tui).
La versión anglicana invierte dos términos del segundo verso, tal vez por motivos musicales.
Nos quoque, qui sancto tuo
Redempti sanguine sumus, (sumus sanguine)
Ob diem natalis tui
Hymnum novum concinimus.
El reformado en la contrarreforma, se modifica de este modo:
Y nosotros (et nos) a los que (quos) regó (rigavit) la ola de sangre (unda sanguinis), explayamos (solvimus) un tributo en el himno (hymni tributum), por el día de tu nacimiento (natalis ob diem tui).
Et nos, beata quos sacri
rigavit unda sanguinis
natalis ob diem tui
hymni tributum solvimus
Su traducción libre versificada:
Y nosotros, los hombres, los que fuimos
Lavados con tu sangre sacratísima,
Celebramos también con nuestros cantos
Y nuestras alabanzas tu venida.
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La séptima estrofa es una doxología, idéntica para las tres versiones:
Gloria tibi Domine,
Qui natus es de Virgine,
Cum Patre et Sancto Spiritu,
In sempiterna sæcula.
Amen.
Su traducción libre versificada es la que sigue:
Gloria sea al divino Jesucristo,
Que nació de tan puro y casto seno,
Y gloria igual al Padre y al Espíritu
Por infinitos e infinitos tiempos.
Amén.
A continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza, hoy destruida por los neomodernos, cantarán este himno en su versión original.
El texto se toma del Antifonale Monasticum de 1934, pág. 238.





jueves, 5 de diciembre de 2024

El Arzopispo Viganó en un ensayo sobre el papado emérito, señala una iglesia en Revolución Permanente

 

El Arzopispo Viganó ha publicado en LifeSiteNews un ensayo sobre el papado emérito, luego de leer la correspondencia entre Ratzinger y Bux. Dejo el link para quien desee leer el artículo completo. Tan solo haré un comentario en algunos puntos de su pensamiento.

Hoy la estructura eclesial parece moverse dentro de una revolución al estilo mundano, dado que muchos prelados se han volcado a las filosofías modernas. Los prelados teutones, son una muestra evidente de esta triste realidad.

Viganó ya se ha percatado de esta tendencia y observa a grandes rasgos como la estructura eclesial, actúa basada en el idealismo alemán, y cuando hablamos de este idealismo, lo hacemos llevando el sello inconfundible de Hegel.

Para Viganó, esta iglesia humana ha ingresado en una especie de Revolución Permanente, un concepto que ostenta entre nosotros, el anacrónico trotskismo actual.

Afirma el arzobispo que existe una...

...perfecta coherencia de acción de los “papas conciliares” desde Juan XXIII y Pablo VI hasta el autodenominado Francisco, pasando por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Los objetivos son los mismos, aunque se persigan con métodos y lenguajes diferentes.

La imagen de un teólogo anciano, elegante y refinado, con casulla romana y zapatos rojos, que otorgó la ciudadanía al rito tridentino, contrastada con un heresiarca globalista intemperante que no celebra Misa y ha anulado Summorum Pontificum, mientras promulga la liturgia maya con féminas turificantes, es parte de esa operación de polarización forzada que también hemos visto adoptar en el ámbito civil, donde se ha llevado a cabo un proyecto subversivo similar al favorecer a las fuerzas ultraprogresistas por un lado y acallar las voces disidentes por el otro.

La hipótesis de su ensayo es que tanto Ratzinger como Bergoglio son dos momentos de un proceso revolucionario, cuya oposición es aparente, porque emerge la dialéctica hegeliana de tesis, antítesis y síntesis. El ejemplo de su hipótesis lo percibe en la liturgia:

En la visión ratzingeriana, la tesis del Vetus Ordo y la antítesis del Novus Ordo se combinan en la síntesis del Summorum Pontificum, gracias al subterfugio de «un único rito en dos formas». Pero esta «coexistencia pacífica» es producto del idealismo alemán; y es falsa porque se basa en la negación de la incompatibilidad entre dos modos de concebir la Iglesia, uno correspondiente a dos mil años de catolicismo, el otro impuesto por el Concilio Vaticano II gracias a la obra de herejes que hasta entonces habían sido condenados por los romanos pontífices.

La 'redefinición' del papado

El mismo proceso se da para él, en la evolución del concepto del papado:

El mismo modus operandi lo encontramos en la intención expresada primero por Pablo VI, luego por Juan Pablo II y finalmente por Benedicto XVI de “redefinir” el Papado en clave colegial y ecuménica, ad mentem Concilii, donde la institución divina de la Iglesia y del Papado ( tesis ) y las reivindicaciones heréticas de los neomodernistas y de las sectas no católicas ( antítesis ) se combinan en la síntesis de una redefinición del Papado en clave ecuménica, propuesta por la encíclica Ut Unum Sint promulgada por Juan Pablo II en 1995 y más recientemente formulada en el Documento de Estudio del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos emitido el pasado 13 de junio [2024]: El Obispo de Roma. Primado y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y en las respuestas a la encíclica 'Ut Unum Sint'. No será sorprendente saber –como me confió el cardenal Walter Brandmüller en enero de 2020 en respuesta a una pregunta específica mía– que el profesor Joseph Ratzinger estaba desarrollando la teoría del Papa emérito y de un papado colegial [compartido] con su colega Karl Rahner en la década de 1970, cuando ambos eran “jóvenes teólogos”.

Para resumir su hipótesis, Viganó afirma que los neomodernistas revolucionarios, estuvieron de acuerdo con el papado emérito:

En esencia, se encontró una manera de mantener a Benedicto XVI en el Vaticano, de modo que su presencia dentro de los Muros Leoninos apareciera como una forma de aprobación de Bergoglio y de las aberraciones de su “pontificado”. Por su parte, el argentino vio en ese monstrum canónico –porque eso es el “Papado Emérito”– un instrumento para la desestructuración del Papado en clave conciliar, sinodal y ecuménica; lo que, como sabemos, era un deseo compartido por el propio Benedicto XVI.

La evolución hegeliana sobre el papado se inicia aplicando el episcopado emérito.

El Episcopado Emérito, introducido poco después del Concilio de 1966 con el Motu Proprio Ecclesiæ Sanctæ y luego adoptado por el Código de Derecho Canónico de 1983 (can. 402, § 1), revela una coherencia significativa con la Ingravescentem Ætatem de 1970, que priva a los cardenales de setenta y cinco años de sus funciones curiales y a los cardenales de ochenta años del derecho a elegir al Papa en Cónclave. Más allá de la formulación jurídica de estas leyes eclesiásticas, su mens [finalidad] solo puede entenderse en una perspectiva de exclusión deliberada de los obispos y cardenales mayores de la vida de la Iglesia, destinada a favorecer el “cambio generacional” –un verdadero reseteo de la Jerarquía católica– con prelados ideológicamente más cercanos a las nuevas peticiones promovidas por el Vaticano II. Esta purga artificial de los miembros más antiguos del Episcopado y del Colegio Cardenalicio –y por tanto presumiblemente menos proclives a la innovación– ha acabado distorsionando el equilibrio interno de la Jerarquía, según un enfoque mundano y laico ya ampliamente adoptado en el ámbito civil. Y cuando, bajo el pontificado de Juan Pablo II, las llamadas “viudas de Montini” –es decir, los cardenales que habían alcanzado el límite de edad en los años 80– pidieron la revocación de la Ingravescentem ætatem para no ser excluidos del Cónclave, se hizo evidente que también los progresistas de los años 70 estaban destinados a su vez a ser víctimas de la norma que habían invocado para los demás: Et incidit in foveam quam fecit (Sal 7,16) [ha caído en el hoyo que hizo].

De este modo se pasó del episcopado emérito al papado emérito:

No pasará inadvertido que, en una perspectiva de “redefinición” del Papado en clave sinodal, donde el Obispo de Roma es considerado primus inter pares, la institución del Episcopado emérito y las normas que limitan el ejercicio del Episcopado y del Cardenalato a la consecución de una determinada edad, constituyen la premisa para la institucionalización del Papado emérito y la jubilación del Papa anciano.

El falso problema del munus y del ministerium

Dentro del ámbito del papado, Viganó adopta la coherente tesis de Radaelli:

El profesor Enrico Maria Radaelli ha puesto de relieve en sus estudios de fondo que esta bipartición arbitraria del mandato petrino entre munus y ministerium hace inválida la Renuncia. Puesto que el Primado petrino no se puede descomponer en munus y ministerium, puesto que se trata de una potestas que Cristo Rey y Sumo Sacerdote confiere a quien ha sido elegido Obispo de Roma y Sucesor de Pedro,...

Pero sucede que el mismo Benedicto XVI contradice esta tesis con la creación inaudita de papado emérito:

...la negación de Ratzinger (en la carta citada) afirmando que no quería separar munus y ministerium está en contradicción con la propia admisión de Benedicto de haber basado el Papado emérito en el modelo del Episcopado emérito, que se basa precisamente en esta división artificial e imposible entre ser y hacer Papa, entre ser y hacer Obispo. El absurdo de esta división es evidente: si fuera posible poseer el munus sin ejercer el ministerium, también sería posible ejercer el ministerium sin poseer el munus, es decir, ejercer las funciones de Papa sin serlo: lo cual es una aberración tal que invalida radicalmente el consentimiento a la asunción misma del Papado. Y en cierto sentido vimos realizada esta dicotomía surrealista entre munus y ministerium, cuando el Emérito era Papa pero no ejercía el Papado, mientras que Bergoglio actuaba como Papa sin serlo.

De este modo asistimos a la materialización de esta interesante mutación histórica:

De la tesis del papado ( soy papa ) en conflicto con la antítesis de la renuncia ( ya no soy papa ) surge un concepto en continua evolución –como el devenir es lo absoluto para Hegel–, es decir, la síntesis del papado emérito ( sigo siendo papa pero no actúo como papa ). No hay que pasar por alto este aspecto filosófico del pensamiento de Joseph Ratzinger, que es principal y recurrente para él: la síntesis es en sí misma provisional , en vista de su mutación en una tesis a la que se opondrá una nueva antítesis que dará lugar a una ulterior síntesis, a su vez provisional. Este devenir incesante es la base ideológica, filosófica y doctrinal de la revolución permanente inaugurada por el Concilio Vaticano II en el frente eclesial y por la izquierda global en el frente político.

A todo esto, el demonio se sirvió tanto de Benedicto XVI, como del supuesto Francisco. Así se mostraba a uno encerrado en el Vaticano con un carcelero al estilo Gäswein, el cual daba pie a una comunicación oficial para presentar una continuidad Benedicto-Francisco. Una unidad papal imposible de sostener, hasta que se produjo su muerte (o simple eutanasia), cuando esta continuidad, ya no era necesaria.

De allí que no comparto cierta visión personal de Viganó cuando dice:

En la dramatización mediática, los actores Ratzinger y Bergoglio nos han sido presentados como portadores de teologías antitéticas, cuando en realidad representan dos etapas sucesivas del mismo proceso revolucionario.

Entiendo que lo que se mostró a los medios, fue precisamente todo lo opuesto; puesto que los fieles que siguen a sus párrocos por “piloto automático”, no se plantean la realidad de dos papados antitéticos, si así fuera, ya estaríamos en “cisma abierto”.

En cuanto a su Revolución Permanente, no es mas que una simple opinión, surgida de una somera visión “a vuelo de pájaro”, que cualquier analista puede destruir con facilidad. Visión, que con toda seguridad no le pertenece, sino que seguramente la tomó de algunos de sus actuales contactos.