En
nuestro artículo del día 4 de agosto, tomamos de la nota de Sandro
Magister, el razonamiento de Flavio Cuniberto, quien llegaba a la
conclusión, que las enseñanzas de Bergoglio sobre la pobreza de la
Iglesia estaba llena de profundas contradicciones.
En respuesta a las paradojas de un
Bergoglio, siempre escaso de ideas, y las pocas de ellas tomadas del
tercermundismo argentino de los años 70, el editorial de Radicati nella Fede, responde a las contradicciones, de este
hombre, anclado ideológicamente en esa oscura década.
De este editorial, preferimos destacar
estos párrafos:
1. La pobreza en sí misma:
La pobreza, junto a su aspecto de
sobriedad económica, en sí misma no sirve, sirve en cuanto coloca
al hombre en su verdadera posición, aquella de su total dependencia
a Dios. Y es innegable que quien se encuentra en dificultades
económicas, el pobre, puede entender mejor lo que es esta
dependencia, este tener que esperar en un Otro; y Dios se convierte
para él más concretamente en Providencia.
2. La pobreza en nuestro mundo
postcomunista:
Pero esto (el párrafo anterior) nunca
es automático; y lo es mucho menos en el mundo postcomunista actual,
que por desgracia sigue siendo comunista, y que encerró la pobreza
en la prisión de la lucha de clases y de la lucha de los derechos
personales, y al hacerlo mató con el ateísmo la pobreza; ¡la mató,
no la anuló!
3. ¿Qué es una Iglesia pobre?
Iglesia pobre significa iglesia
sencilla, que no tiene otro valor que el que viene de la gracia de
Cristo y la Revelación divina.
4. El pobre no es un intelectual:
Los pobres no tienen tiempo para
perder, no están dispuestos a elucubraciones pseudo intelectuales.
Para ellos la vida urge, deben llegar a un momento, y rápido, para
comer y vivir.
5. El católico pobre actúa del mismo
modo en su vida espiritual:
¿Acaso no es así también en el
cristiano, cuando está seriamente comprometido con la vida? Cuando
se es consciente que la vida es una lucha dramática, no se pierde
tiempo, no se entretiene con cosas inútiles o fútiles, se quiere
llegar cuanto antes a la cuestión de la salvación, a la cuestión
de la gracia que salva.
6. Cuando la iglesia es pobre:
Entonces una iglesia pobre es aquella
que está empeñada en el frente de la gracia, en el frente de la
salvación de las almas, con los instrumentos dados por Dios:
predicación y sacramentos.
7. Cuando aparece la idea de
proselitismo:
Sucede
que la reflexión del punto sexto, para Bergoglio es inaudita;
pues no se debe hacer proselitismo, por ello continúa el editorial:
Pero el horizonte se hace cada vez más
oscuro: ¿dónde está esta Iglesia preocupada por la salvación de
las almas? Parece que la mayor parte del clero y de los laicos
comprometidos están ocupados en servir al mundo. La predicación
oficial habla de la paz en el mundo, de la hermandad universal, de la
humanidad consciente... un lenguaje digno del mundo masónico y la
propaganda marxista de décadas anteriores.
BERGOLIO, EL ABORTO TERCERMUNDISTA. –
¡Lo que dijimos! Bergoglio es un aborto del movimiento
tercermundista de sacerdotes que actuó en la frustrada década
argentina del 70. Radicati nella fede nos da la razón. Espero
que cuando se complete la lista de estos frustrados sacerdotes, luego
de Podestá, Huidobro y Lanzón, que no falte Bergoglio el Grande.
8. ¿Es esta iglesia bergogliana
pobre?
No, esta iglesia dedicada en alguna
otra cosa no es una iglesia pobre, incluso si hace voluntariado con
los pobres. No es una iglesia pobre, aún si abre dramáticamente
centros de acogida, porque perdió la raíz de la verdadera pobreza,
que es esperar solo en Dios.
9. La iglesia burguesa:
Cuando en cambio la iglesia se
aburguesa habla de los pobres, pero no vive la pobreza, la cual tiene
como corazón el milagro de la gracia. Habla de los pobres la iglesia
modernizada, pero es burguesa en la médula, porque busca los medios
humanos para ser como los otros clubes sociales. E incluso cuando
habla de la gracia de Dios, se habla de ella como un sombrero añadido
a su pelagiano compromiso enteramente humano. No es una iglesia
pobre, porque la gracia de Dios, aquella que desciende de la cruz de
Cristo y de los sacramentos, nunca se convierte en el principio de
juicio y de acción.
Mi casa será casa de oración: he
aquí la iglesia pobre.
BERGOGLIO, EL BURGUÉS. – En
la década del 70 acuñamos muchas frases y conceptos propios, uno de
ellos fue el burgués. ¿Quién es el burgués? Es aquel que no posee
elevadas riquezas, tampoco es aquel que vive en la miseria. Y de esta
posición social se acomoda como puede al mundo, siguiendo sus
postulados. El ensayista Arturo Jauretche realizó de él un perfecto
retrato en su obra: El
medio pelo en la sociedad argentina.
El burgués, o el hombre de medio
pelo, no pertenece a
ninguna clase social, en el fondo envidia la riqueza, y desde esta
posición defiende al pobre como una categoría mental insustituible.
Bergoglio es un burgués, surgido en este medio pelo de la Iglesia
Argentina; una iglesia que, exceptuando ciertos casos, no combate,
solo busca acomodarse a la clase política de turno y especular desde
este ángulo. Por supuesto, su lenguaje es siempre revolucionario,
pero de esa revolución de los 70, como lo hace hoy Bergoglio desde
su falso papado. Por ello compartimos este último párrafo del
editorial de Radicati
nella fede.
Sin embargo, yo pienso que Bergoglio vive
en la pobreza. No me refiero a la pobreza por llevar zapatos viejos,
o a esa pobreza por no querer endosar insignias de oro. Tampoco me
refiero al hecho de vivir en Santa Marta, lejos de los palacios
vaticanos como un papa burgués; no, no me refiero a esta pobreza,
sino a su pobreza de ideas, lo cual lo muestran a toda la cristiandad
no como un hombre pobre, sino como un pobre hombre. He aquí esta pobreza de medio pelo.
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