Durante la procesión a San Jorge en Maccarese, localidad que se ubica entre Roma y el mar, se vieron carteles que decían:
«San Jorge, a la hoguera la Pachamama con su falso papa.»
Y debajo en letras más pequeñas:
«En el nombre de Jesús, oh San Jorge, defiende a Maccarese del diablo.»
El 23 de abril se recuerda a San Jorge, donde la iconografía lo muestra a caballo derrotando al maligno dragón. Hoy esta fiesta tiene otras connotaciones, al recordarse que San Jorge, es el santo protector de Bergoglio, motivo por el cual el rastrero episcopado argentino saludó a su papa protector.
Sin embargo en Maccarese no enviaron ninguna felicitación, lo cual demuestra que existen católicos que no se arrastran fácilmente. El motivo por el cual los clérigos de Fiumicino, no saben como convencerlos para que se arrastren, lo hallamos en su falta absoluta de pastoral.
«No son diosas; no hubo culto idólatra; – dijo de las pachamamas Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito di San Cristobal de las Casas (Mexico), – son símbolos de realidades y vivencias amazónicas, con motivaciones no solo culturales sino también religiosas, pero no de adoración, porque esto se debe solo a Dios.»
Obsérvese la excelente pastoral del obispo. Por esto debían haberle dicho a los romanos:
La Pachamama se corresponde a la romana diosa Gaia de la tierra, hija de Caos. La cual no es diosa sino un “símbolo de realidades y vivencias”.
Con esta pastoral, estoy seguro, que no hubiesen salido a pegar carteles. ¿Quién recuerda en Roma a la titánida Gaia?
Esto de la falla en la pastoral dentro de los prelados, es algo atávico. Lo encontramos ya en el sacerdote Aarón, que al construir la estatua al Toro Il en el desierto, “símbolo de las realidades” de la fertilidad, fue incapaz de explicárselo a su hermano Moisés. Al menos si su pastoral hubiese sido efectiva, Moisés no habría roto las tablas de la ley.
Sin lugar a dudas, Jeroboam fue más inteligente que el sacerdote Aarón, y colocó el Toro Il en el templo, como "símbolo de realidades y vivencias” entre cananeos y fenicios. ¡Esto es ecumenismo!, y que ladren los profetas.
En resumen, ¿qué es la mitología entre otras cosas, sino un conjunto de “símbolos de realidades y vivencias”? Por supuesto, una cosa es usarla en la poesía y otra el feroz anacronismo de llevarla en andas al altar de San Pedro. Esto solo se le puede ocurrir a un jesuita.
El clamor popular, al cual Bergoglio siempre ofrece devoto, su culto peronista, no cesa de crecer cuando se afirma que el pobre Jorgito es un falso papa. Y aquí nuevamente falla esta tonta pastoral que no se percata ni de la mínima herejía.
No queda sino resignarse, y si no es a la incapacidad supina del clero, es entonces a su descarada idolatría.
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