Calesita

lunes, 29 de septiembre de 2025

El arrianismo moderno y su lenguaje pseudo-histórico

 

En la entrada anterior el “erudito” Harnack efectuaba una Kritic sobre su propio luteranismo. Algo normal tratándose de la hermosa Torre de Babel que constituye el protestantismo. Ahora para no perder la costumbre, nos encontramos en la misma Torre con otro novedoso lenguaje.

Afirmaba Harnack que «cien veces lo aseveró Lutero, añadiendo que la eficacia está por entero en la Palabra.» La eficacia era la Palabra, pues ella era la Revelación de Dios a los hombres. Parece ser ahora, que esto no es tan así. Mas bien es un poco distinto.

Entremos en la visión de Wolfhart Pannenberg donde la “Palabra” parece ser relativa, pues la autorrevelación divina (Selbstoffenbarung), tiene lugar en la Historia (Geschichte).

Si para Lutero lo que valía era el texto escrito, como única fuente de Revelación; para el romanticismo puro, era el encuentro interior, desarrollado por el pietismo.

Si para “Fabricantedevelos”―Schleiermacher para los doctos―, lo que valía era la Intuición y el Sentimiento; para Rudolf Otto lo que valía era la Experiencia.

¿Se agotó con esto la Reforma? En absoluto, ahora aparece en escena, la “Geschichte”. Los luteranos son muy creativos y nunca dejan de sorprender, dado que el motor de la Kritic nunca se detiene.

El luterano Wolfhart Pannenberg (1928-2014), fue alumno de Karl Barth. Enseñó como profesor de Teología protestante en Maguncia y Múnich.

¡Atención católicos que han recibido el “fuego del espíritu” del Vaticano II! Pannenberg fundó un Instituto de Teología Fundamental y Ecumenismo, para promover el diálogo con la teología católica romana.

Para dar aquí una somera visión de sus conceptos básicos, debemos afirmar que Dios se autorrevela. Esta Selbstoffenbarung no se da en individuos, con eventos reveladores individuales (Offenbarungsereignisse), sino por acción divina (Gotteshandeln), y esta en su conjunto, dentro de la Historia (Geschichte).

Esta es la tesis primordial de Pannenberg, ahora veamos sus aplicaciones y consecuencias.

1- Para Pannenberg la resurrección de Cristo es Geschichte, pues dejó su tumba vacía. Es una Selbstoffenbarung (autorrevelación). Pero la concepción virginal de María es una Offenbarungsereignisse, como la tuvieron los niños en Fátima. Pero acontece que la Selbstoffenbarung solo se da en la Geschichte, por lo tanto dicha Concepción Virginal de María, es leyenda. Lo mismo dígase del bautismo de Jesucristo.

Considerar la concepción de María como legendaria, está de moda en la Deutchland, tanto que hasta Ratzinger la sostuvo antes de ser Papa.

Quien narra los dos sucesos, concepción y resurrección es Lucas, el médico. Es el único de los evangelistas que conoce la cultura griega de ese entonces y escribe como en su tiempo. Si la narración de la concepción virginal de María es legendaria, lo es también la tumba vacía. Para Lucas no existe la Offenbarungsereignisse contrapuesta a la Gotteshandeln dentro de la Geschichte.

Más aún, los sucesos posteriores a la resurrección narrados en su segundo libro, pueden ser todos legendarios, pasando a ser San Lucas, el “bonus Homerus” cristiano.

O tal vez, son todos históricos, pues escribe San Lucas:

Dado que ya muchos han puesto mano en componer una narración acerca de las cosas, entre nosotros plenamente confirmadas... (Luc 1,1)

Lucas habla de narrar “acerca de” (περι) hechos (πραγμάτων). No sé si a Pannenberg le dice algo el pragmatismo, pues el Evangelio usa el sustantivo pragmáton. El pragma (πραγμα), nada tiene que ver con mover la lengua. Estos “pragma” son πεπληροφορημένων, o sea que atestigua que son “completamente seguros” entre nosotros (ἐν ἡμῖν). ¿Dónde se ubica la Offenbarungsereignisse en esta introducción? Un hermoso cable suelto del que Pannenberg parece que no se percató.

Según estos tiempos de inicios del siglo XX se está dentro del luteranismo ante una superación del arrianismo modernista, la cual es muy incompleta. Si Cristo es la Hipóstasis del Hijo con dos naturalezas, ¿dónde figura esta unidad en la Geschichte? Todo nos lleva a que la concepción virginal de María no es leyenda, sino “pragma” (πραγμα) completamente seguro (πεπληροφορημένος). Caso contrario, pasaría el médico Lucas por mentiroso o émulo de un Hesíodo en prosa.

Negar la concepción virginal de María es volver de algún modo, al arrianismo modernista.

2- La segunda consecuencia de la tesis central de Pannenberg, es ignorar olímpicamente, la Carta a los Hebreos donde dice:

Muchas veces (Πολυμερῶς) y de muchas maneras (πολυτρόπως) habló (λαλήσας) Dios en otro tiempo a nuestros padres por los profetas

Por lo tanto, no se puede reducir la Selbstoffenbarung, a una sola cosa, como es el caso de la Geschichte, más aún cuando se afirma que no habló con la Gotteshandeln sino con palabras (λαλήσας).

***

Thomas Jay Oord quien es teólogo protestante, filósofo y estudioso multidisciplinario y profesor de la Universidad Nazarena del Noroeste en Nampa, Idaho, entrevista a Pannenberg antes de su muerte 1. He aquí una parte de la misma:

Al entrar en las últimas etapas de su carrera, probablemente haya reflexionado sobre sus contribuciones como académico. ¿Qué experiencias de su infancia o juventud considera ahora especialmente influyentes en la formación de estas contribuciones?

Como sabrán, no crecí en una familia cristiana. Aunque me bautizaron de niño, no recibí una educación cristiana.

Pero en 1945, tuve una experiencia visionaria al atardecer. La luz me inundó por completo, y no sé dónde estaba ni cuánto duró. Puede que durara una eternidad. Después, me sentí humilde y simplemente desconcertado. 2

Pensé que tenía que aceptar ese acontecimiento y lo que realmente significó para mí. Ocurrió el 6 de enero de 1945. En aquel entonces, desconocía que el 6 de enero era la festividad de la glorificación de la Epifanía de Cristo. Más tarde, consideré significativo que fuera ese día en particular. Sentí, por así decirlo, un despertar metafísico. Pero aún desconocía el propósito de este despertar.

Había leído a Nietzsche y Kant antes de los dieciséis años, incluso antes de haber leído la primera línea de la Biblia. Con mi lectura de Nietzsche, creía estar perfectamente informado sobre lo que debía pensar del cristianismo. Pero conocí a algunas personas que no encajaban en ese espectro de culpa o de repetición obsesiva. Conocí a algunos cristianos que parecían ser personas alegres y joviales, y me desconcertaba cómo podía ser posible. Esto contribuyó a mi decisión de investigar el cristianismo estudiando teología.

Así que comencé a estudiar teología en 1945. Me atraía cada vez más el contenido del mensaje cristiano y la profundidad de la doctrina cristiana. Pronto llegué a la conclusión de que lo que me ocurrió el 6 de enero de 1945 fue realmente la luz de Cristo.

Se ha hablado mucho de la influencia de Karl Barth y Gerhard von Rad en su teología. ¿En qué áreas de su pensamiento cree que han tenido mayor influencia?

Karl Barth fue una figura destacada en teología justo después de la guerra. En mis primeros años de estudiante, leí todos los volúmenes de su Dogmática Eclesiástica. En 1950, fui a Basilea a asistir a sus conferencias. Recibí muy buenas recomendaciones de un antiguo alumno de Barth, así que Karl Barth me recibió personalmente y me invitó a su casa. Me impresionaron su persona y sus enseñanzas.

Pero, durante el segundo semestre que pasé en Basilea, había un pequeño grupo que se reunía en casa de Barth para debatir algunas de sus ideas. Comentamos una de sus obras más breves, titulada «La comunidad de los cristianos y el Estado» . Allí desarrolló un razonamiento analógico, incluyendo algunas conclusiones para la política derivadas de la cristología.

Una de estas conclusiones fue que no debería haber diplomacia secreta como consecuencia de nuestra creencia en que Cristo está vivo. No me pareció particularmente convincente. Pensé que, tal vez, el mundo de la política se beneficiaría de más diplomacia secreta. Así que critiqué a Karl Barth. A Karl Barth simplemente no le gustaban las críticas. Y, así, mi relación con Karl Barth se enfrió considerablemente.

Pero siempre me impresionó su énfasis en que Dios debe ser lo primero en la teología, y que lo mismo debería decirse de Jesucristo. Dios, tal como se reveló en Jesucristo, es lo primero y no debe ser reemplazado por nada más. Así que, en este sentido, sigo influenciado por Karl Barth.

Ahora, en cuanto a von Rad, una de las debilidades de Karl Barth fue su falta de una verdadera apreciación de la exégesis bíblica, especialmente de la crítica. Claro que usaba bastante las Escrituras, pero tenía una forma muy personal de interpretar la Biblia. Al involucrarme en la exégesis histórica crítica de los escritos bíblicos, descubrí que esto no era viable. La teología debe basarse en las Escrituras, por supuesto, pero debe basarse en una lectura de las Escrituras mediante la interpretación histórica. Después de todo, las Escrituras son documentos históricos, a pesar de ser la palabra de Dios. Incluso eso debe determinarse según su contenido como documentos históricos.

Me impresionó mucho el enfoque de Gerhard von Rad, ya que interpreta las Escrituras no solo como historiador, sino también como teólogo. Pudo hablar de las historias del Antiguo Testamento como si se tratara de la vida real, mucho más real que la vida secular que experimentamos de otras maneras. El Antiguo Testamento se ha convertido en una experiencia real para mí gracias a las enseñanzas de Gerhard von Rad. Su tesis, que Dios actúa con Israel y con toda la humanidad en la historia, y que la historia se constituye por las acciones de Dios, me ha influenciado más que cualquier otra cosa que haya aprendido como estudiante.

Muchos académicos quedaron impresionados por sus primeros argumentos sobre la resurrección histórica de Jesús. ¿Cómo han cambiado sus opiniones sobre este tema a lo largo de los años?

En realidad, no había ninguna razón para cambiar de opinión. No he visto explicaciones alternativas sobre la tradición cristiana de la Pascua que sean menos plausibles que los propios relatos bíblicos.

Solía ​​decirles a mis alumnos que deben estudiar los textos bíblicos críticamente, como se estudian otros documentos históricos. Pero, por favor, también sean críticos con los críticos. Hay muchos estudiantes que se aprovechan de la autoridad de su profesor, especialmente cuando son tan audaces y críticos con respecto a los textos bíblicos. Por eso, prefiero ser crítico con los críticos. A veces, las reconstrucciones alternativas son casi ridículas.

Nunca entendí cómo, en Jerusalén, el lugar de la crucifixión de Jesús, pudo establecerse una congregación cristiana pocas semanas después de ese evento, proclamando su resurrección, sin tener la certeza absoluta de que la tumba estaba vacía. Por supuesto, los críticos tienen diferentes explicaciones al respecto. Pero, en cuanto a que la tumba de Jesús estuviera vacía, la proclamación cristiana no pudo persistir ni un solo día en Jerusalén. A menudo me pregunto por qué hay tantos eruditos cuya imaginación no les sugiere que esto sería posible.

Al principio de su carrera, usted insistió en la importancia de estudiar teología en el contexto de la historia de las religiones. ¿Cómo concilia la revelación universal de Dios en Cristo con un mundo en el que la India, después de 2000 años, sigue siendo mayoritariamente hindú y probablemente seguirá siéndolo durante algún tiempo?

Bueno, la afirmación cristiana de la relación entre Dios y Jesucristo se constituye por la anticipación del desenlace final de toda la historia. Esta es la anticipación de lo que los teólogos llaman "escatología", es decir, el futuro último, cuando el reino de Dios se realizará definitivamente, Cristo regresará y todos los muertos resucitarán. Esto se anticipó en la resurrección de Cristo, según la proclamación cristiana primitiva. Tenemos derecho a la revelación universal, pero esta afirmación solo se verá finalmente reivindicada en el futuro. Hasta que eso suceda, hay lugar para diferentes opiniones, y algunos piensan lo contrario.

Algunos teólogos contemporáneos, bajo la etiqueta de "teólogos narrativos", enfatizan a la iglesia como la fuente y el público principal de las historias de la teología, minimizando así su lugar en la actividad pública. ¿Qué papel debería desempeñar la teología pública hoy?

Permítanme primero comentar sobre el concepto de «teología narrativa». Las historias bíblicas son narrativas. Pero existen muchos tipos de narración, y algunas de ellas hacen afirmaciones históricas. Hablar de narrativas sin mencionarlas significa obviar estas afirmaciones históricas. A algunos teólogos les resulta incómodo plantear estas cuestiones de verdad relacionadas con el mensaje cristiano. Esto se reemplaza recurriendo al papel de la iglesia, el contexto social del mensaje cristiano, etc.

Creo que, si el cristianismo no hubiera abordado las cuestiones de la verdad, nunca se habría convertido en una religión mundial. El cristianismo desarrolló una misión universal para todos los seres humanos, pues planteó afirmaciones de verdad universal sobre el Dios de Israel como Creador del mundo, manifestado en la resurrección de Jesucristo. El cristianismo debe seguir defendiendo estas afirmaciones de verdad universal que han sido esenciales para el cristianismo, y en especial para las misiones cristianas, desde sus inicios.

Se podría interpretar el tercer volumen de su teología sistemática como una visión más protestante (léase «individualista») de la Iglesia que católica (léase «comunitaria»). ¿Sería esta una interpretación correcta?

Esta podría ser una interpretación católica. Mis críticos protestantes dicen lo contrario: que le doy demasiada importancia al concepto de iglesia. Pero la teología cristiana debe mantener estos dos aspectos unidos.

La iglesia es indispensable —no solo importante—, sino indispensable, porque la tradición de la fe y la proclamación continua del evangelio a las nuevas generaciones se dan solo en ella. A la iglesia se le ha encomendado esta responsabilidad.

Pero el creyente individual no depende completamente de la autoridad de la iglesia y su ministerio. Mediante el servicio de la proclamación de la iglesia, el creyente es conducido a una relación inmediata con el Dios que se proclama en el evangelio cristiano. Esa relación inmediata es lo que disfrutamos en la fe.

El papel mediador de la iglesia es indispensable, pero, aun así, cada fiel creyente cristiano debe tener una relación de inmediatez con Dios, compartiendo la misma relación de Jesús con el Padre. Creo que este es el misticismo cristiano que compartimos en la comunión trinitaria interna del Hijo con el Padre. El propio Pablo lo dijo en Romanos capítulo ocho.

Así pues, esta preocupación por la inmediatez es fundamental, pero no es una alternativa a la mediación del evangelio a través de los servicios e instituciones de la iglesia. El creyente cristiano individual tampoco puede existir sin la comunión con los demás cristianos que comparten el mismo cuerpo de Cristo al recibir sus sacramentos.

¿Cuáles considera usted que son los activos y los pasivos de la teología de la ciencia de John Polkinghorne?

Creo que John Polkinghorne es un físico destacado y una persona extraordinaria. Su acercamiento, como físico, a la teología, no solo por interés personal, sino también al convertirse en sacerdote de la Iglesia Anglicana, es notable. Es muy firme en su determinación de unir la ciencia y la teología.

El problema de Polkinghorne es que carece de formación filosófica. Él mismo lo admite. Es difícil hacer teología sin filosofía. En toda la historia de la teología cristiana, la estrecha colaboración entre filosofía y teología —aunque a menudo hubo tensiones entre ambas— ha sido esencial. Sin ella, la teología cristiana jamás habría podido formular sus afirmaciones universales sobre Dios. La justificación de estas afirmaciones universales no debería comenzar con la ciencia, como a veces ocurre en nuestros días. La justificación de las afirmaciones universales comenzó con la filosofía y continúa con ella. El diálogo entre ciencia y teología solo es posible sobre la base de la filosofía. Por lo tanto, es lamentable que John Polkinghorne, a pesar de su compromiso con el diálogo entre teología y ciencia, carezca de una formación filosófica adecuada.

¿Te consideras un evolucionista teísta?

Me considero un evolucionista trinitario. 3

Un erudito entiende su futuro Dios como parte de una metafísica hegeliana, en la que todo está envuelto en Dios. ¿Es correcta esta caracterización?

En algunos ámbitos de debate, y quizás especialmente en este país, existe mucha mitología en torno a Hegel. Es casi comparable a la mitología del cristianismo en un mundo secularizado: cuanto menos se sabe sobre él, más se desatan los prejuicios.

No existe un Dios Futuro en Hegel. El futuro no era una parte importante de su filosofía, y esa es una de las graves limitaciones de su pensamiento. Cuando hablo de Dios como el poder del futuro, ¡ciertamente no se trata de influencia hegeliana en mi pensamiento!

Algunos afirman que su lugar en la historia se verá muy afectado por el triunfo o no del posmodernismo deconstructivo. ¿Está de acuerdo? ¿Y cómo caracterizaría su relación conceptual con el posmodernismo deconstructivo?

No soy un gran partidario del deconstruccionismo. No creo que sea una buena filosofía. Confío en que la gente descubrirá, tarde o temprano, que el deconstruccionismo ha sido una moda pasajera que ha tenido su tiempo. Pero ese tiempo será limitado.

El deconstruccionismo y el posmodernismo tienen algunas verdades. La realidad no es tan racional como creían algunos pensadores de la Ilustración.

Sin embargo, el gran filósofo John Locke no compartía esta convicción, pues sentía un profundo respeto por el carácter misterioso de toda la realidad, no solo de la religión, sino también del mundo natural. La realidad siempre supera nuestro conocimiento y nuestra comprensión de ella. Si la Ilustración hubiera seguido siempre este concepto de la razón, el posmodernismo no habría sido necesario. La sobreestimación del argumento racionalista, especialmente en la ciencia, dio origen al posmodernismo. De esta manera, el posmodernismo posee su elemento de verdad.

Pero no debemos renunciar a la razón. El Papa 4 ha publicado una hermosa encíclica sobre la fe y la razón. Enfatizó que la fe cristiana debe seguir aferrándose a la alianza entre fe y razón que ha sido esencial para las afirmaciones de la verdad cristiana y para la misión cristiana desde los primeros siglos. Debemos entender la razón en el sentido de John Locke, no necesariamente en el sentido de su filosofía empirista, sino en el sentido de su intuición básica de que la realidad supera nuestros conceptos racionales. De lo contrario, el progreso científico será imposible. Esperamos que la ciencia avance en el próximo siglo y tal vez incluso en el siglo posterior a este. En ese sentido, creo que debemos seguir teniendo en alta estima la razón. Es racional reconocer que la realidad es mayor de lo que ya conocemos.

Al mirar hacia el futuro, ¿qué tendencias en la filosofía contemporánea considera más prometedoras y cuáles considera más amenazantes?

Bueno, algunas cosas que se llaman "filosofía" las considero entretenimiento. Por ejemplo, la filosofía de Richard Rorty. Pero también hay filosofía seria en este país. Tomemos, por ejemplo, la filosofía de Nicholas Rescher. Solo las menciono como ejemplos.

Espero que la filosofía no se identifique exclusivamente con el análisis del lenguaje, como ha sucedido en décadas pasadas en este país. Espero que la filosofía retome la gran tradición del pensamiento filosófico y la historia de la metafísica. Espero que la filosofía desarrolle nuevos enfoques para estos temas de reflexión filosófica.

¿Cuál es su mayor preocupación para la Iglesia al entrar en los próximos 25 años?

Mi mayor preocupación por la iglesia es que siga predicando el Evangelio y no se adapte a las normas y preocupaciones seculares. Algunas iglesias y muchos ministros creen que deben adaptarse a las preocupaciones seculares de la gente para llegar a ella. Yo creo que es lo contrario. Si la gente solo escuchara en la iglesia lo que ve en la televisión y lee en los periódicos, no habría necesidad de ir a la iglesia.

La iglesia debe proclamar algo diferente: la esperanza de la vida eterna. Debe proclamar la participación con Cristo crucificado mediante el bautismo por la fe. Mi preocupación por la iglesia es que se apegue a ese mensaje en lugar de adaptarlo, rebajarlo o diluirlo adaptándolo a las preocupaciones seculares. Se requiere cierta fortaleza para oponerse al espíritu de la cultura. Mi preocupación por la iglesia, mi esperanza para la iglesia, es que reciba constantemente esa fortaleza para oponerse a la cultura mediante este mensaje.

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Como no puede ser de otro modo, algunos católicos siguieron la concepción de Pannenberg. Entre ellos Kurt Koch y Walter Kasper. Son los bienaventurados que recibieron “el fuego del espíritu” del Vaticano II.

NOTAS______________________

1 https://thomasjayoord.com/index.php/blog/archives/pannenberg_dies_an_interview

2 Interpreto que no miente y lo que expone no presenta detalles. Pudo tratarse de una experiencia mística, y cuando digo mística, es que no necesariamente provenga de Dios, sino que simplemente está fuera del orden natural. El demonio muchas veces se viste de ángel de luz. Por la situación de ánimo al decir “me sentí humilde y simplemente desconcertado”, interpreto que proviene de Dios para sacar de las tinieblas a este nazi nietzschiano. La humildad, no es el fuerte del demonio.

3 Con esta afirmación de la Trinidad, demuestra que no es masón. En este país, la masonería está empeñada en diluir la Trinidad en un monoteísmo judaico. El teólogo preferido de la masonería argentina es el existencialista Paul Tillich.

4 Se trata de Fides et Ratio (Fe y Razón), la cual es una carta encíclica publicada por el papa Juan Pablo II el 14 de septiembre de 1998.

lunes, 22 de septiembre de 2025

Cuando los luteranos critican la Reforma

 

Entre 1899 y 1900 Adolf von Harnack, teólogo y profesor que participó en la política cultural como organizador académico en Prusia, realiza una serie de conferencias sobre la visión del luteranismo. Las mismas se publicaron en “La Esencia del Cristianismo”. Como era de suponer, sus ideas fueron acremente criticadas. El protestantismo es la imagen viva de la Torre de Babel, y que muchos manifiesten discrepancia es lo más natural.

En 1905, publica otro libro, llamado “La Esencia del Judaísmo”. No escapó a la crítica judía emprendida por el rabino Leo Baeck, quien hace otro tanto contestando las ideas de Harnack, obra que puede leerse con paciencia en la Enciclopedia Mercabá. Aclaro que si el nombre de la enciclopedia es hebreo, la enciclopedia pasa por católica. ¿Cosas del “espíritu” del Concilio?

En su última conferencia, la XIV, Harnack brinda un hermoso panorama de la reforma y si es de la reforma, es de la protesta.

Los católicos se acostumbraron a las críticas que sus intelectuales hicieron del protestantismo. Algo coherente y normal. Por mi parte mostraré las críticas que los mismos luteranos hacen de su luteranismo. También esto es normal y coherente, siendo el protestantismo la imagen viva e histórica de la mismísima Torre de Babel, donde cada “pastor” tiene su lenguaje propio.

En esta paráfrasis exponemos una selección del contenido de la Conferencia XIV, a modo de reportaje. Sus respuestas se pueden cotejar en Esencia del Cristianismo. Versión española de J. Miró Folguera, Barcelona, 1904.

***

¿Es el luteranismo un cristianismo propio de la Deutchland?

Con frecuencia se ha formulado la pregunta de si la Reforma debe ser tenida como una empresa germánica, …

Desde el punto y hora en que intentaron los alemanes poner de acuerdo la religión tradicional con la idiosincrasia de su nación, esto es, desde el siglo xiii, iniciaron de hecho la preparación de la Reforma, Y si con razón apellidamos Griego el Cristianismo oriental, y Romano el Cristianismo occidental de la Edad Media, parécenos que es adecuado al Cristianismo reformado el apellido de Germánico.

Pero acontece que Calvino no era germano sino helvético...

La excepción de Calvino es insignificante; ya que fue Calvino discípulo de Lutero y su doctrina produjo los efectos más vivaces y duraderos, no en los pueblos latinos, sino en Inglaterra, en Escocia y en los Países Bajos. Los alemanes, por medio de la Reforma, señalaron un periodo nuevo en la historia general de la Iglesia, lo cual no puede decirse de los eslavos.

¿Cuándo piensa usted que comenzaron los alemanes a construir su cristianismo propio?

Desde el punto y hora en que intentaron los alemanes poner de acuerdo la religión tradicional con la idiosincrasia de su nación, esto es, desde el siglo XIII, iniciaron de hecho la preparación de la Reforma, y si con razón apellidamos Griego el Cristianismo oriental, y Romano el Cristianismo occidental de la Edad Media, parécenos que es adecuado al Cristianismo reformado el apellido de Germánico.

¿Entonces iniciaron este movimiento en el siglo XIII o mucho antes?

Gracias a la revisión luterana, la Reforma retrocedía, no ya más allá del siglo IX, o más allá del siglo IV o el siglo II, sino hasta volver a los orígenes de la religión.

¿No acarreó la Reforma nefastas consecuencias?

No faltan, sin embargo, las sombras en la empresa refulgente de la Reforma.

¿Cuál fue el costo de la Reforma?

Conviene tener presente, ante todo, que la Reforma, en su conquista no más que parcial de Europa, deshizo la unidad de la civilización en el Occidente.

¿Dónde encuentra el daño más grave?

El más grave daño provino de la necesidad de establecer las nuevas Iglesias como Iglesias de Estado.

¿Por qué lo llama una necesidad?

Ciertamente una Iglesia como la Católica, que es ya un Estado de por sí, hace mucho más daño y no autoriza a sus fieles para que la opongan triunfalmente las Iglesias de Estado protestantes. De todos modos, es manifiesto el perjuicio causado por estas Iglesias, causantes de graves extravíos. Conviene advertir que no se organizaron tales Iglesias a consecuencia de la rebelión protestante contra la autoridad eclesiástica, sino que venían preparándose ya durante el siglo XV; para atenuar luego en las comunidades evangélicas el sentimiento de la responsabilidad y de la acción espontánea y sugerir el recelo, bastante justificado, de que iba la Iglesia a ser institución del Estado, y dirigir su gobernación.

¿Se debe entonces romper con el Estado?

No hay que pensar en la ruptura violenta y súbita de todo lazo de unión con el Estado, porque también le deben las Iglesias algún favor; débese fomentar la evolución ya iniciada. En tal sentido, la multiplicidad de las Iglesias es un bien, ya que sirve admirablemente para recordar la arbitrariedad de todas esas formas.

Hablemos del tema de las “buenas obras” que según la teología luterana, no garantizan la salvación. ¿No acarreó libertinaje en su conducta?

No dejaba de gustar al vulgo la predicación de que las buenas obras son innecesarias y aun arriesgadas para el alma… lo cierto es que desde un principio dio mucho que hablar la moral relajada de las Iglesias reformadas en Alemania, y su poca seriedad en la obra de santificación. Aquella amonestación de: «Si me amáis, observad mis mandamientos», fue desoída y olvidada, contra toda razón. Al Pietismo corresponde el mérito de haber devuelto a esta máxima su capital importancia. Hasta entonces, la doctrina católica de la justificación por las obras era negada, haciéndose caer la balanza de la vida en sentido contrario.

¿Qué sucedió con el celibato eclesiástico?

La Reforma abolió, como debía, el monaquismo. Muy razonadamente afirmó la temeridad de obligarse con votos perpetuos, y declaró que cualquier ocupación mundana a que se dedique en conciencia un hombre, es igual ante Dios, ó quizás superior, al monaquismo. De lo cual derivó, por cierto, una consecuencia que no había previsto Lutero, ni estaba en su ánimo: desapareció el monaquisino hasta en la forma tolerable, ó mejor necesaria para la vida evangélica.

¿Cómo encararon el ascetismo monacal?

La negación del ascetismo, en el cual los alemanes, a diferencia de otros pueblos, no vieron jamás el supremo ideal, y la protesta contra la religión como autoridad externa, se explican como efectos a la par del Evangelio de Pablo y del genio germánico.

¿Además del costo de la Reforma, qué otras consecuencias negativas acarreó?

No sólo fueron sumamente costosas las conquistas de la Reforma, sino que además se encontró con que no podía prever el alcance de sus promesas, ni guiarlas en línea recta a la consecución de sus fines. … es evidente que la Reforma dejó las cosas a medio hacer,...

¿Cómo es eso?

Pasado el año 1529 se tuvo que acudir con las mayores prisas a la constitución de las Iglesias evangélicas nacionales; ; y se tuvo que llevar a feliz término aquella obra, dejando muchos otros elementos en el mayor desconcierto.

¿Podría explicarnos a los católicos esto?

Añádase a ello la desconfianza para con los que ahora llamaríamos radicales, los excesivos, que indujo a batir duramente ciertas tendencias que valían la pena de ser apoyadas, con verdadera utilidad, durante algún tiempo. Lutero rechazó en absoluto el concurso de semejantes tendencias, y aun llegó a desconfiar de su propia opinión cuando coincidía con la de los «excesivos»; error cuyas amargas consecuencias experimentaron las Iglesias evangélicas durante la segunda mitad del siglo XVIII.

¿No pudo prever esto Lutero?

Lutero, nos atrevemos a decir que aquel hombre genial poseía una fe tan robusta como la de Pablo, gracias a la cual cobró tan maravilloso poderío sobre las almas; pero en cuanto a inteligencia y cultura, no estaba al nivel de su época. … Lutero en su tiempo estaba obligado a ser más que Reformador, Caudillo y Maestro;… no poseía con seguridad la suma de conocimientos que en su época eran del dominio común.

¿Entonces?

Su máxima única consistía en volver a los orígenes, en restaurar el Evangelio, fin que él consiguió en cuanto lo permitía el alcance de la intuición y la experiencia interna; … Pero quedaron para él numerosos problemas no ya por resolver, sino completamente ignorados.

¿Significa que la Reforma fue un hecho deficiente?

Así no tendrá nada de particular que aparezca deficiente la Reforma, en concepto de doctrina y teoría histórica, y que encontremos confusas sus ideas donde no discernía problema alguno.

¿Qué pasó con su doctrina?

Como sistema doctrinal estaba incapacitada para dar otra cosa que promesas, dejando al porvenir que sentara consecuencias. … Lo que sucedió es, que ocupada la Reforma en la apresurada organización de Iglesias nacionales robustas, corría el riesgo de perder sus aptitudes para progresar.

¿Cuáles fueron los extravíos de la Reforma?

En primer lugar, Lutero no aceptaba más que el Evangelio. … Pero aceptó, como si estuvieran comprendidos en el Evangelio, los dogmas de la Trinidad y de las dos naturalezas de Cristo—dogmas que no podía acrisolar en la crítica histórica,— y aun escogió dogmas nuevos. En una palabra: no supo distinguir el dogma del Evangelio, en lo cual se mostró muy por debajo de Pablo.

¿Y esto es malo?

No se iba por tal camino a suprimir el intelectualismo. En efecto, se formó ex novo una doctrina escolástica, presentada como indispensable para salvarse; y volvieron los cristianos a separarse en dos clases: los que entendían la doctrina, y los que para entenderla tenían que acudir a la inteligencia de los otros, y estaban condenados a permanecer en la condición de pupilos.

¿Cuál fue su segundo extravío?

En segundo lugar, «la palabra de Dios»

...distinguió perfectamente el Evangelio de la Ley, el Antiguo del Nuevo Testamento; excluyendo cuanto fuera extraño a la substancia de la Sagrada Escritura, que es la claridad que de ella emana, la energía que exhala y se enseñorea de las almas. No llegó, sin embargo, a las postreras consecuencias; y en varios casos, en que suponía valor decisivo a la letra, impuso en forma perentoria la obediencia «á lo que está escrito»; olvidando que él mismo había afirmado respecto de Lugares de la Sagrada Escritura que no deben las conciencias ser esclavas de «lo que está escrito.»

¿Y su tercer desvarío?

En tercer lugar, la gracia es remisión de los pecados, y por consiguiente la certidumbre del Dios misericordioso, de la vida y de la salvación. Cien veces lo aseveró Lutero, añadiendo que la eficacia está por entero en la palabra. … Y sin embargo el mismo que proclamaba esta doctrina, puramente de unión personal, se dejaba llevar a lamentables discusiones acerca de los medios de la gracia, la cena eucarística y el bautismo de los recién nacidos; discusiones en que se arriesgaba a confundir su elevado concepto de la gracia con el concepto católico, a perder de vista su idea fundamental referente a la gracia como cosa puramente religiosa, lo mismo que a la palabra y a la fe, ante las cuales es indiferente todo lo demás. Con semejante conducta, Latero legó a la Iglesia de que era fundador, una herencia funesta.

¿En qué consistió el cuarto desvarío?

En cuarto lugar, las Iglesias que en corto tiempo se erigieron en contra de la Iglesia Romana, pregonaron razonablemente, y casi como obligada reacción contra el despotismo católico, su propia verdad y legitimidad en la restauración del Evangelio.

¿Qué sucedió entonces?

Pero resultó prontamente que aquellas Iglesias fueron identificando el Evangelio con su propia doctrina y se fue insinuando en ellas la persuasión de que venían a ser la verdadera Iglesia.

¿Dónde está la verdadera Iglesia?

El mismo Lutero, sin dejar de tener presente que la Iglesia verdadera está en la santa comunión de los fieles, no llegó a formarse concepto definido de las relaciones existentes entre esta verdadera Iglesia y la Iglesia recién constituida por su esfuerzo; de ahí que en el transcurso del tiempo echara raíces en los ánimos el malhadado equívoco: «Somos la verdadera Iglesia, porque poseemos la verdadera doctrina

¿Significa que la teoría los dividió?

No solamente en teoría, sino también en la práctica, formóse al igual que en el catolicismo una doble Cristiandad, mal que ha resistido a los empeños del pietismo y perdura todavía. El pastor y el teólogo deben encarnar toda la doctrina, deben ser ortodoxos; a los laicos les basta con poseer los puntos cardinales y con no atentar a la ortodoxia.

¿Qué pasará si se sigue por este camino?

Pero, de seguir esta vía, acrecentando y robusteciendo las demás causas de confusión, sobreviene el peligro de reducir el Protestantismo a una mezquina sofisticación del Catolicismo. Y digo mezquina sofisticación, porque le faltarán siempre los dos pilares del Catolicismo: el Papa y el clero regular.

¿Qué tan importante es el Papa?

La autoridad sin condiciones que el Papa ejerce sobre los católicos no puede substituirse ni por la letra de la Biblia, ni por el credo contenido en el símbolo protestante. En cuanto al clero regular, ó monaquismo, es una institución a la cual el Protestantismo está imposibilitado de volver. Conserva la Reforma sus Iglesias nacionales y sus eclesiásticos casados; mas si se propone emular al Catolicismo, saldrá siempre perdiendo en la comparación.

¿Qué peligros enfrenta el Protestantismo frente al Catolicismo?

La catolización de las Iglesias evangélicas—y no entiendo decir con ello que vuelvan al Papa, sino que se conviertan en Iglesias basadas en la ley, en el dogma y en el ceremonial,—constituye un peligro inminente, porque le preparan este camino tres grandes fuerzas de consuno.

¿Cuál sería la primera?

La primera es la indiferencia de la muchedumbre, que impele a la religión en demanda de autoridad y del apoyo de la tradición, de la jerarquía eclesiástica y del ceremonial. … El indiferente en materia religiosa encuentra un medio de conciliar la observancia del culto externo, con los cargos, el desdén y la befa de cualquier manifestación viviente de la religión; no entiende nada absolutamente del Cristianismo evangélico, y por instinto lo rebaja, para ensalzar en cambio el Catolicismo.

¿Y la segunda?

En segundo lugar, débese tener en cuenta lo que hemos llamado religión natural, aquellos que viven de temor y de esperanza, que en la religión buscan principalmente una autoridad, y se complacen en librarse de toda responsabilidad personal, concertando casi un a modo de contrato de seguros sobre la otra vida; aquellos que tienen la religión por un accesorio en la vida terrenal, conveniente en las ocasiones solemnes ó en los momentos tristes; que en ella no ven más que una forma estética, ó un medicamento heroico para los males de la vida, en espera del gran remedio que es el tiempo; todos esos, inconscientemente, empujan a la religión hacia el Catolicismo.

¿Qué tan malo es esto?

Quieren todos ellos algo estable en la religión, y aun le piden auxilios y estímulos; el Cristianismo evangélico no les conviene, y de conformarse a cuanto ellos desean, se convertiría a no tardar en Cristianismo católico.

¿En tercer lugar?

La tercera fuerza,—á disgusto lo digo, pero no es posible ocultarlo,—reside en el Estado. … Pero precisamente por esta preferencia el Estado ejerce sobre las Iglesias una presión en el sentido indicado, protege cuanto estable le ofrecen, y procura defenderlas contra cualquier movimiento interno capaz de poner a discusión su unidad y su «utilidad pública». Por este procedimiento ha llegado el Estado a servirse de la religión, intentando hacerse con ella una especie de policía eficaz para mantener el orden público. Excusable es el plan del Estado, que busca instrumentos de dominación donde le parece que ha de encontrarlos; pero no lo es la Iglesia, si se presta a convertirse en útil instrumento de gobierno, pues además de quebrantar su dignidad y su finalidad, se encamina por ahí a ser no más qúe institución externa, de las que subyugan el espíritu bajo el orden, la substancia bajo la forma, la virtud bajo la obediencia.

¿En consecuencia?

Hay, pues, que defender a todo trance contra las asechanzas de estas tres fuerzas, la dignidad y la libertad del Cristianismo evangélico. … ¿quién podrá responder de que estas Iglesias protestantes, hijas de «la libertad del cristiano», no se hayan de convertir también en católicas?

Concretamente, ¿cuál es la esencia del cristianismo?

Con razón decíamos que el Evangelio es el conocimiento y Ia confesión, de Dios Padre, la certidumbre de la salvación, la alegría y la humildad que de Dios proviene, el amor activo del prójimo; que para esta religión es condición esencial la de no desunir jamás la persona y la obra del fundador, y la revelación que de él nos queda; pues la historia demuestra que jamás el Evangelio ha perdido su vigor, que vive y se declara sin cesar.