Compendio de la herejía bergogliana

Ensayos del mismo autor

Autosacramentales

Autosacramentales propios

Cuentos del mismo autor

Cine: Crítica y análisis

Sonetos

Páginas

lunes, 15 de diciembre de 2025

El Profeta Gringo del Segundo Gran Awakening

 



El Segundo Gran Awakening, ofreció una era de famosos oradores religiosos de gran escala. Fue el fruto del metodismo con sus predicadores itinerantes, quienes no siempre estaban bien preparados.  Se movían de un lugar a otro haciendo sonar la campanilla del reloj despertador. Unos eran sinceros, pero no faltaron los falaces, ni los que vieron en esto una manera de formarse un pedestal. Buscaban impresionar una masa ignorante y curiosa.


¿Qué pensaban sobre sí mismos, estos oradores?

Sentían lo que decían, pero agrandaban las cosas hasta llevarlas al extremo y desdibujaban lo que no les convenía. Auténticos manipuladores religiosos, se creían los nuevos profetas de la reforma, donde no faltaban las visiones místicas. Por supuesto, visiones sobre ellos y narrada por ellos mismos.


Un caso típico es el de Lorenzo Dow (1777-1834). 

Se dice de él que era un excéntrico. Es como lo vio la sociedad de su época, ¿pero qué buscaba con su figura disruptiva?

En realidad, era todo un artista unipersonal de la reforma. Conocía su público y sabía emplear el arte de la palabra. Su autobiografía titulada History of Cosmopolite or Lorenzo’s Journal (1804) fue un best seller, solo la Biblia pudo superar sus ventas.

Ingresó con los metodistas, quienes lo hicieron predicador itinerante. Era lo que él buscaba. De ellos tomó su teología. Luego fue un individualista anárquico. Solo respondía al supuesto mensaje divino sobre su persona. Algo muy propio del romanticismo yanqui de fines de su independencia.

Nada convencional, vestía la misma ropa hasta que alguien le suministraba otra nueva. Ni se afeitaba, ni se peinaba; un método eficaz dentro de los reformistas, para llamar la atención sobre su persona, haciéndose pasar por profeta, pero cuidándose de afirmarlo. Era un auténtico romántico, enfrentado a todo el mundo.

Todos deseaban saber lo que tenía para decir, ya fueran metodistas, presbiterianos o bautistas. Las iglesias locales lo rechazaban, pues era incómodo, lo cual no fue obstáculo para realizar su oratoria en los sitios que le ofrecían, tanto abiertos como cerrados. Magnético, sabía atraer a las masas. Todo un líder religioso. Amado y odiado. Conoció la cárcel y su veloz indulto. Recorrió las regiones de procedencia inglesa, misionó a Irlanda para convertir católicos, regresó y volvió a la Albión. Recorría territorios a pie o a caballo cuando se lo ofrecían. Su poco dinero lo gastaba en regalar Biblias.

El New England Magazine (New Series, Vol. 20) de 1899, trae un artículo sobre él de una publicación de la época:

Otro periódico, esta vez en Salem, Massachusetts, describe así a este célebre predicador que ahora realiza una gira por los Estados de Nueva Inglaterra: Generalmente celebra sus reuniones al aire libre, en campos o bosques, encontrando difícil el acceso a una casa de culto. Lleva el cabello largo y suelto y la barba sin cortar, imitando a los apóstoles. Su vestimenta es humilde, su voz áspera, su gesticulación y forma de hablar extremadamente poco agraciadas, y su apariencia y modales están diseñados para despertar la curiosidad y el asombro, si no el disgusto, de sus oyentes. Predicó en Portland en un campo el domingo 6 de agosto, ante dos o tres mil personas, y se presentó el miércoles en Newburyport al aire libre ante una multitud de tres o cuatro mil, que se reunió para presenciar la actuación de alguien cuya apariencia excéntrica le había granjeado, de antemano, cierta fama.

Dow apelaba a todos los recursos:

Gritaba, chillaba, lloraba, suplicaba, halagaba, insultaba, desafiaba a la gente y sus creencias. Contaba historias y hacía chistes.

Veamos como ejemplo algunos pasajes de su diario. Comencemos por su vocación para ungirse profeta.

Cuando pasé la edad de trece años, y alrededor del tiempo en que murió John Wesley (1791), agradó a Dios despertar mi mente mediante un sueño nocturno, que fue que un anciano vino a mí al mediodía, teniendo un bastón en la mano, y me dijo: ¿Alguna vez oras? Le dije que no. Él dijo: debes hacerlo, y luego se fue; no había pasado mucho tiempo antes de que regresara, y volvió a decir: ¿oras? Yo nuevamente dije que no; y después de su partida salí al exterior y fui levantado por un torbellino hacia los cielos. Finalmente, vi a través de una niebla de oscuridad y a través de un abismo, un lugar glorioso, en el cual había un trono de marfil, cubierto de oro, y Dios sentado sobre él, y Jesús a su derecha, y ángeles y espíritus glorificados celebrando alabanzas.

Se habla de un sueño, en realidad es el disfraz intencional de una visión mística. Hábilmente, hace coincidir la muerte de Wesley, quien lo acompañará en otros “sueños”, con su visión, la cual pasa como llamado o vocación, cual si se tratara de un profeta del Antiguo Testamento. En otro pasaje escribe:

Un día, estando solo en un lugar solitario, mientras estaba de rodillas ante Dios, estas palabras se imprimieron de repente en mi mente: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Instantáneamente dije en voz alta: “¡Señor! Soy un niño, no puedo ir; no puedo predicar.” Estas palabras siguieron en mi mente: “Levántate y ve, porque yo te he enviado.” Yo dije: “Envía por quien quieras enviar, pero no por mí, porque soy un joven ignorante, analfabeto; no calificado para la tarea importante:…

De más está decir que se coloca la ropa de Jeremías (Cfr. 1,6). Parece ser que la modestia no era su fuerte.

Analizando su primera visión, el relato presenta alguna incoherencia. Fue de noche, pero sueña que el anciano regresa al mediodía. Es imposible en la secuencia de los sueños tener noción del paso del tiempo. Al decir “no había pasado mucho tiempo antes de que regresara”, no parece ser la segunda secuencia del sueño. 

Otra incoherencia o mala expresión, la hallamos en “vi a través de una niebla de oscuridad y a través de un abismo”. El siguiente pasaje parece inspirado en el Apocalipsis:

Pensé que el ángel Gabriel vino al borde del cielo con una trompeta en su mano derecha y me gritó con voz fuerte para saber si deseaba llegar allí. Le dije que sí.— Dijo él, regresa a la tierra, sé fiel, y al final llegarás. Con reticencia dejé la hermosa vista y me apresuré a regresar; y entonces pensé que el anciano vino a mí por tercera vez, y me preguntó si oraba. Le dije que sí. Luego dijo, sé fiel, y vendré y te lo haré saber de nuevo. Pensé que eso sería cuando fuera bendecido; y cuando desperté, he aquí, era un sueño.

Sin embargo las visiones no cesan:

Cuando una noche me despertó por sorpresa, y en mi opinión se presentaron dos personas; la que se llama Mercy, con un semblante sonriente, que me dijo: “si te sometes y estás dispuesto a ir y predicar, hay misericordia para ti,” (teniendo un libro en la mano,) el otro por el nombre de la Justicia. con un semblante solemne, sosteniendo una espada desenvainada y reluciente sobre mi cabeza, añadió: “si no te rindes, serás cortado: ahora o nunca.” Me pareció que solo tenía media hora para reflexionar, y que si aún persistía en la obstinación, sería un caso perdido para siempre.

Junté mis manos y dije: Señor, me someto a ir y predicar tu evangelio; solo concédeme horas de tranquilidad para regresar, y abre la puerta.

En el Capítulo III, Llamado a predicar, etc, leemos:

Soñé que veía a un hombre en un ataque de convulsiones, y su semblante era expresivo del infierno. Pregunté a un espectador qué hacía que su rostro se viera tan horrible; él dijo: “el hombre estaba enfermo, y relatando su experiencia pasada, sus llamadas de vez en cuando, y sus promesas de servir a Dios; y cómo las había roto; y ahora, dijo él, 'estoy sellado para la condenación eterna', y de inmediato las convulsiones lo atraparon.” Esto me impactó tanto que me desperté instantáneamente, y aparentemente el hombre estaba ante mis ojos.

Existen en su Lorenzo’s Journal pasajes que es necesario meditar, hablo de la enorme diferencia entre la reforma y el catolicismo. Mientras el católico acude al sacramento de la penitencia y resuelve concretamente su ágape perdido con Dios, el protestante es atormentado permanentemente, y a esto, se le añade la feroz doctrina de la predestinación calvinista, que lo hace todo insoportable.

Pero finalmente, al no encontrar lo que mi alma deseaba, comencé a examinar la causa más de cerca, si era posible descubrirla; y de inmediato se me presentó la doctrina de la reprobación incondicional y la elección particular, mostrando que el estado de todos estaba inalterablemente fijado por los “decretos eternos” de Dios. Entonces surgieron desánimos, y comencé a aflojar mi esfuerzo poco a poco; hasta que dejé por completo la oración secreta, y no podía soportar leer ni escuchar las Escrituras, diciendo, si Dios ha predestinado todo lo que sucede, entonces todos nuestros esfuerzos son vanos.

Sintiendo aún condena en el pecho, me sentí robado: surgió la desesperación de la misericordia, la esperanza se desvaneció; y estaba decidido a acabar con mi miserable vida; concluyendo que cuanto más tiempo viva, más pecado cometeré y mayor será mi castigo; pero cuanto más corta sea mi vida, menos pecado y por supuesto menos castigo, y antes sabré lo peor de mi caso; por lo tanto, cargué un arma y me retiré a un bosque.

Parece ser que los revivals de “fuego y azufre” continuaban de moda:

Un cierto hombre invitó a Hope Hull a venir a su propio pueblo, quien fijó un momento en el que se esforzaría, si fuera posible, por cumplir con su solicitud. Llegó el día, y la gente acudió de todos los lugares para escuchar, como suponían, un nuevo evangelio: y fui a la puerta y miré para ver a un metodista; pero para mi sorpresa, apareció como otros hombres. Lo escuché predicar desde—“esto es una palabra fiel y digna de toda aceptación, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. Y pensé que me dijo todo lo que alguna vez hice.

...

Surgieron tristezas en mi mente al pensar que ellos estaban dirigidos al cielo, mientras yo, culpable, estaba en el camino descendente; me esforcé por doblar y triplicar mi diligencia en la oración, pero no hallé consuelo para mi alma. Aquí la doctrina de la reprobación incondicional volvió a presentarse ante mi vista, con fuertes tentaciones de acabar con esta vida mortal; pero de nuevo surgió en mi mente el pensamiento: si cedo, estoy perdido para siempre, y si continúo clamando a Dios, al final no haré más que ser condenado.

¿Qué sucedía en el awakening metodista?

Creo que muchos de los presentes sintieron el poder de Dios; los santos estaban felices y los pecadores lloraban por todas partes; pero yo no podía derramar una lágrima; entonces pensé para mí mismo, si pudiera llorar, empezaría a tener esperanza; pero, ¡oh! cuán duro es mi corazón. Fui de uno a otro para saber si había alguna misericordia para mí. Los jóvenes conversos respondieron: “Dios es todo amor; él es toda misericordia;” yo respondí, “Dios también es justo, y la justicia me abatirá;” no veía cómo Dios podía ser justo y al mismo tiempo mostrarme misericordia.

A continuación, lleva el relato al extremo. Es el clímax del episodio, para desembocar en la paz del final. Todo un maestro de la narrativa:

Varios de los jóvenes conversos me acompañaron en mi camino; uno de ellos era Roger Searle; desde entonces me han contado que me caí varias veces en el camino; cosa que no recuerdo, ya que mi angustia era tan grande que apenas sabía en qué posición me encontraba. Cuando llegué a casa, fui a mi habitación y, arrodillándome, traté de acudir a Dios en busca de misericordia nuevamente, pero no encontré consuelo. Entonces me recosté para descansar, pero no me atreví a cerrar los ojos para dormir, por miedo a no despertar nunca hasta que despertara en una miseria eterna.

...

Caí en un sueño profundo; y en él soñé que dos demonios entraron en la habitación, cada uno con una cadena en la mano; se apoderaron de mí, uno en mi cabeza, el otro en mis pies, y me ataron fuertemente, y rompiendo la ventana, me llevaron a cierta distancia de la casa, y me colocaron en un trozo de hielo, y mientras el demonio más débil se elevaba en llamas de fuego, el más fuerte comenzó a llevarme al infierno. Y cuando pude ver el infierno, para ver los azules resplandores ascendiendo, y oír los chillidos y gemidos de demonios y espíritus condenados, ¡qué impacto me dio no puedo describirlo; pensé que en unos pocos momentos, este sería mi destino desgraciado. No puedo soportar la idea, lucharé y me esforzaré por romper estas cadenas: y si puedo y escapar, será una ganancia, y si no puedo, no se habrá perdido nada, y en mi lucha desperté; y ¡oh! qué feliz me sentí de que solo fuera un sueño. Aun así, pensé que en unas pocas horas seguramente sería mi caso.

Sin embargo, con mucha habilidad sabe pasar imperceptiblemente del sueño a la visión, y de la mística al sueño, de un modo que no se sabe si duerme o está despierto:

Mientras las palabras fluían desde mi corazón, vi al Mediador intervenir, por así decirlo, entre la justicia del Padre y mi alma, y estas palabras se aplicaron a mi mente con gran poder: “¡Hijo! tus muchos pecados te son perdonados; tu fe te ha salvado; ve en paz.

...

Quería publicarlo hasta los confines de la tierra, y luego tomar alas y volar lejos para descansar. En esta feliz situación, seguí mi camino alegrándome durante algunas semanas; concluyendo que nunca debería aprender más sobre la guerra; algunos decían que los jóvenes conversos eran más felices que aquellos que llevaban muchos años en el camino; pensé: Señor, déjame morir mientras soy joven, si no puedo sentirme tan feliz cuando sea viejo.

Nuevamente el ya citado New England Magazine con el artículo de un periódico de Salem, Massachusetts, narra una predicación suya, donde pone de relieve su anarquía religiosa:

Dijo dónde había nacido y crecido, afirmó ser amigo de todas las sectas y no creer en ninguna de ellas, advirtió a su audiencia que no depositara su fe en quienes predicaban en casas con campanarios, ni que creyeran en algo solo porque sus abuelas lo creyeron; y después de una fanfarronada, sin argumento ni elocuencia, de cuarenta minutos, se desvió del tema.

Pero ¿a qué público predicaba?

El mismo periódico de esa época, el que ya citamos, nos saca de dudas:

A principios del siglo, los servicios religiosos a veces se caracterizaban por fenómenos extraordinarios, caídas, sacudidas, giros, bailes y ejercicios de ladrido, junto con visiones y trance. Dow registra algunas escenas extrañas en su viaje por el sur. Él “vio a presbiterianos, metodistas, cuáqueros, bautistas, anglicanos e independientes ejercitados con las sacudidas, caballero y dama, negro y blanco, ancianos y jóvenes, ricos y pobres, sin excepción.

Con oyentes tan excitables, Lorenzo Dow fácilmente causaba impresión. Él entendía la vida cotidiana y tenía el don de adaptar sus discursos a ese tipo de público. Era un buen narrador de historias y a menudo recurría a una anécdota pertinente o a una alegoría adaptada. Afectaba cierta excentricidad tanto en su modo de predicar como en su vestimenta.

Este “gringo Jeremías” parido por el metodismo, engendrará otro green-grow profeta, pero mucho más monstruoso y fabuloso, cuya conspiración presentaremos en la siguiente entrega.

lunes, 8 de diciembre de 2025

¿Quién destruye todas las herejías?

 

Salve, María, llena de gracia, más santa que los santos, más alta que los cielos, más gloriosa que los Querubines, más digna de honor que los Serafines, más venerable que todas las criaturas.

Salve, monte de Dios fertilísimo, en el cual fue alimentado el Cordero lleno de sabiduría que llevó nuestros pecados y dolencias; monte del cual se desprendió, sin ser tocada por mano alguna, aquella piedra que destrozó las aras de los ídolos, y quedó constituida piedra angular, admirable a nuestros ojos.

Salve, trono santo de Dios, altar divino, casa de gloria, ornamento sumamente hermoso, tesoro elegido, propiciatorio de todo el universo, y cielo que publica la gloria de Dios.

Salve, urna formada de oro puro, que contiene la dulzura más suave de nuestras almas, o sea, a Cristo, el verdadero maná.

¡Oh Virgen purísima y dignísima de toda alabanza y obsequio, templo consagrado a Dios, superior en excelencia a toda criatura!

Tierra intacta, campo fecundo sin ser cultivado.

Viña la más florida.

Fuente que mana agua abundante,

Virgen fecunda y madre sin concurso de hombre, tesoro oculto de inocencia y hermosura toda santa.

Con tus preces, las más aceptas y las más poderosas, y con tu materna autoridad ante el Señor y Dios, Creador de todas las cosas, que es tu Hijo, engendrado de ti sin que tuviera padre en la tierra, te rogamos que dirijas el gobierno del orden eclesiástico, y nos conduzcas a puerto tranquilo.

Reviste espléndidamente a los sacerdotes de justicia y de los sentimientos de una fe probada, pura y sincera. A los príncipes ortodoxos para los cuales eres, con preferencia al esplendor de la púrpura o del oro y de las margaritas y piedras preciosas, la diadema, el manto real y la gloria más sólida, dirígeles en su gobierno tranquila y prósperamente.

Abate y sujeta a las naciones infieles que blasfeman contra ti y contra el Dios nacido de ti, y confirma en la fe a sus pueblos, a fin de que perseveren, según el precepto de Dios, en la obediencia y en una suave dependencia.

Corona con el honor de la victoria a esta ciudad que te está consagrada, la cual te considera como su torre y fundamento.

Guarda rodeándola de fortaleza, la morada de Dios.

Conserva siempre el decoro del templo.

Libra a los que te alaban de todo peligro y congoja de espíritu; da la libertad a los esclavos; sé el alivio de los caminantes privados de refugio y de todo auxilio.

Alarga tu mano auxiliadora a todo el universo, a fin de que celebremos tus fiestas con gozo y exultación, de que todas terminen, como ésta que estamos celebrando, dejándonos frutos espléndidos, en Jesucristo, Rey del universo y nuestro verdadero Dios, a quien sea la gloria y el poder juntamente con el Padre, el santo principio de la vida, y con el Espíritu, coeterno, consustancial y que reina con Él, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Amén.

Homilía de San Germán, Patriarca de Constantinopla (634-732).

En la Presentación de la Madre de Dios.


domingo, 30 de noviembre de 2025

El Segundo Desperrtar o Awakening de la Reforma

 

    Cuando el “reformador” Lutero ideó su “teología”, de la misma quedaban excluidas las obras, pues todo se basaba en la fe. En la Deutschland, se percataron de esta falla monumental del “Gran Reformador”. Esto llevaba al sueño protestante que desembocaba en la consecuente pérdida de la fe, pues sin obras la fe está muerta. (Sant. 2,17) De continuar en esta línea, el catolicismo y la ortodoxia oriental, solo debían esperar que del sueño de la fe reformadora, se pasara a la inexistencia de la misma, tal como lo vemos hoy en ciertos lugares.

Era necesario corregir el rumbo. Caso contrario, la protesta quedaría en la nada. El pietismo fue la respuesta al sueño protestante. Fue el “primer despertar”.

Tanto se acentuó el movimiento del “creyente” que el mismo Goethe le da el espaldarazo romántico modificando el exordio del Evangelio de San Juan:

En el principio era la Acción.

Im Anfang war die Tat! (v. 1237)

Fue el fin de Lutero.

El pietismo, influyó en la segunda parte de la Iglesia Morava, llevando esta inquietud a un nuevo anglicanismo, que se llamó metodismo.

Este “despertar” o awakening se dio en las colonias inglesas independizadas del Albión. El reloj del awakening estuvo agitado por los metodistas con grandes concentraciones masivas, donde participaban presbiterianos y bautistas. Estamos a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Los historiadores lo llamaron The Second Great Awakening.

Desde 1780 a 1830 se dio el crecimiento. Los metodistas se duplicaron hasta 500,000 entre 1820 y 1830. Los bautistas aumentaron diez veces. Todo esto sin contar nuevas sectas que salieron de la campanilla del reloj despertador.

Esta era la razón teológica, pero algunos modernos buscan las razones materiales.

¿Cuáles fueron estas causas?

David A. Varel de la Universidad de Colorado en Boulder, analiza la historiografía de este típico fenómeno local que transformó radicalmente la cultura de habla inglesa. Este autor destaca cuatro corrientes historiográficas centrales.

1. La primera se desarrolla entre 1940 y 1950. Se basa en Frederick Jackson Turner de 1893, donde se interpreta el Second Great Awakening como un producto propio de las fronteras. Para él, la frontera era una “tierra libre” y el “punto de encuentro entre la barbarie y la civilización”.

Este renacimiento perenne, proporcionaba las fuerzas que dominan el carácter estadounidense. 1

Para este autor, el individualismo fronterizo producía un comportamiento “antisocial”, pero aún así “promovía la democracia.” De acuerdo a su visión, la frontera era individualista. Un desierto moral. Se requería una estructura de autoridad. La religión era una necesidad para ordenar las cosas.

Estas características únicas, sostenía, allanaron el camino y marcaron el tono del Second  Awakening.

2. La segunda corriente.

La interpretación anterior no fue muy convincente, dado que el Awakening se había dado también en lugares no fronterizos como Nueva York o Boston. Turner describe el Oeste como una “tierra libre,” pero la misma estaba poblada por tribus indígenas. Su concepción, no se libra del típico colonialismo sajón, revestido siempre con el uniforme democrático.

Por consiguiente desde la década de 1960 hasta la de 1980. Se veían los revivals religiosos dentro de las grandes urbes, como un medio para afirmar el control social en medio de cambios sociales y económicos, todos de índole disruptiva.

No se le puede negar a esta corriente, la influencia de la historiografía marxista, con sus temas predilectos: la Revolución del Mercado y la transformación de la naturaleza junto a la organización del trabajo. No pueden faltar las relaciones entre clases sociales o entre sexos. Esta concepción no logra entender por su fe materialista, que estamos hablando de elementos espirituales no materiales.

En esta corriente se encuentra Randolph Roth con su The Democratic Dilemma (1987), para indicar que la estructura religiosa era útil para frenar los impulsos democráticos y afirmar su propia autoridad.

También forma parte de ella  Charles Johnson para quien la clase media de Rochester veía en el evangelicalismo un medio para resolver sus tensiones personales y para dominar nuevamente la sociedad. 

Todo se basaba en el activismo, la sola actio que muta a la persona. La sola fides era un vago recuerdo. Esto explica que el famoso predicador Charles Finney insistía en que cada individuo tenía la capacidad de determinar su propia salvación, enfatiza la naturaleza social de la conversión y la oración, y subraya el activismo inmediato para inspirar la conversión.

Esta corriente manifiesta su talón de Aquiles al no explicar las causas por las cuales los revivals se habían extendido también en las zonas rurales.

3. La tercera corriente alcanzó su apogeo en las décadas de 1980 y 1990. Se percibía el  awakening como un medio democrático para resistir las fuentes tradicionales de autoridad.

Estamos en las consecuencias de la Revolución desarrollada entre 1775 y 1783, que produjo la independencia de las trece colonias.

En esta corriente se ubica Mary P. Ryan en su Cradle of the Middle Class (1983) para quien el revival ofrecía a las mujeres de clase media una vía para reafirmar la autoridad que según ella, habían perdido en la transición de una economía basada en el hogar a una economía basada en el mercado. Las mujeres no eran un elemento decorativo sino que ejercían liderazgo sobre todo el avivamiento y constituían la mayoría de los congregantes.

También se encuentra Nathan O. Hatch con The Democratization of American Christianity (1989). Hatch vio la naturaleza y el alcance del Awakening como un resultado del populismo democrático, el igualitarismo y el antiautoritarismo derivados de la Revolución:

El ascenso del cristianismo evangélico en la primera república es… una historia del éxito del pueblo común en moldear la cultura según sus propias prioridades más que según las prioridades delineadas por los caballeros.

Fue la era dorada de líderes religiosos, como Elias Smith o Lorenzo Dow, todo un artista religioso vestido con viejas ropas, pues nunca se cambiaba, vivía como ermitaño, mostraba un magnetismo único sobre la masa. De ellos dice Harth que mostraban un...

...lenguaje directo, humor terrenal, sarcasmo mordaz y razonamiento sensato.

Hatch vio la Revolución como lo que fue, una revuelta romántica impregnada de lo social, de allí la centralidad del impulso democrático en el awakening.

Sin embargo, quienes investigan la religiosidad en el sur, llegan a otras conclusiones. 

Para Donald Mathews en su Religion in the Old South (1977), el awakening en el sur fue el intento de una “clase media o baja en ascenso” para...

...rechazar como autoritarios… el estilo de vida y los valores de las élites tradicionales.

Esto era un “proceso social” que daba armas a grupos oprimidos y esclavos, para resistir la autoridad tradicional.

4. La cuarta Corriente comenzó en la década de 1990.

Veía el awakening como un medio para concentrar la autoridad religiosa o social dentro de denominaciones en expansión. Se miraban las diferencias regionales y se criticaba la tesis de la democratización y comenzaron a mirar el sur.

Para Christine Heyrman en Southern Cross (1997) el awakening era una religión radical que amenazaba el orden social. Concretamente, el sur nada tenía del romanticismo del norte. Por tanto se tomó todo como un medio para mantener el statu quo de la jerarquía y al orden.

Heyrman sostuvo que el awakening...

...se estaba reinventando durante las mismas décadas en que echaba raíces en esa región, transformado por las demandas de los laicos y las respuestas de los líderes clericales.

Además...

...modularon el testimonio evangélico contra la esclavitud.

Estos líderes eran una...

...minoría compuesta por clérigos y laicos que reclamaban ese privilegio por ser cabezas de familia blancas y masculinas.

Según ella se ponía…

...la familia antes que la confraternidad religiosa, mantenían la superioridad de los blancos sobre los negros y de los hombres sobre las mujeres, y apreciaban el honor por encima de todo.

Por su parte Jama Lamerow en Religion and the Working Class in Antebellum America (1999) opina lo opuesto a Matheus, pues...

...incorporaron su propia versión de la religión que se empleaba para controlarlos y la usaron para imponer su propia forma de control.

A su vez Jon Butler en Awash in a Sea of Faith (1990), argumenta que…

...las instituciones denominacionales se convirtieron en el motor del desarrollo espiritual nacional.

Concluyendo, lo cierto de todo esto, es que se investigan causas materiales, donde lo teológico, con lo cual iniciamos nuestro razonamiento, no parece entrar en juego. Sin embargo, para explayar lo teológico, se hace necesario analizar ciertos líderes o predicadores itinerantes, cosa que presentaremos en las próximas entregas.

_______________________

1 Frederick Jackson Turner, The Significance of the Frontier in American History. (1893)